Cuando yo trabajé en el Registro Nacional de las Personas, en el año de 1985, conocí mucha gente de diferente filiación política, ya que allí cada partido tenía su cuota de poder, debido a esto había algunos roces entre militantes, pero nada de que preocuparse.
En el mismo edificio quedaba el Tribunal Nacional de Elecciones, donde se daban cita diferentes candidatos presidenciales, una vez llegó José Simón Azcona que en ese tiempo estaba luchando con la oposición, dentro de su mismo Partido Liberal. Seguidamente llegó Rafael Leonardo Callejas, quien con su carisma que lo caracterizaba nos dio la mano a todos los que estábamos en la entrada del Tribunal, sin importar el color político de cada quien. Cabe resaltar que el ingeniero Azcona, fue criticado duramente por el escritor de contracorriente. Dentro del Registro entablé amistad con Santamaría, quién ostentaba el cargo de Registrador, y lógicamente era el que firmaba todas las actas de nacimiento y defunción que ahí se emitían, Santamaría era un gran elemento entregado a su trabajo y me contaba que había encontrado, la forma de que las partidas salieran más rápido, para que la gente que lo solicitaba, no perdiera mucho tiempo.
Pasaron los años y yo me dediqué al transporte, después que regresé de Estados Unidos. Una vez me encontré con mi amigo en un negocio de baterías, donde trabajaba como empleado. Y se le notaba la madurez de los años y al darme cuenta quién era el dueño del negocio, presentí que mi amigo Santamaría estaba en peligro, otra vez me lo encontré en la ruta donde yo transitaba y me di cuenta que me vigilaba, pero no le puse cuidado. Pasó el tiempo y no lo volví a ver en la ciudad, espero que no lo hayan entregado.
Atentamente,
Gonzalo Arita V.
Tegucigalpa, M.D.C.