DE la lectura del fin de semana, estos otros personajes –con asistencia de la IA– de los arquetipos en El Principito, que quedaron pendientes: “La rosa: Funciona como un “alter ego frágil” del principito, representando el amor, la vulnerabilidad y el egoísmo que Saint-Exupéry vivió en sus relaciones personales”. “El zorro: Es el “bufón sabio” que, mediante metáforas y rituales («rituales de domesticación»), guía al principito (y al lector) hacia una comprensión más profunda de la existencia”. “El aviador: Actúa como “doble terrestre” del principito, un adulto que redescubre la magia a través del niño. Su dibujo del cordero dentro de la caja es un guiño a la imaginación como puente entre lo mágico y lo real”.
“¿Qué le pareció María Dueñas? –mensaje de la amiga abogada– espero haya disfrutado tanto como yo esos libros”. “Al inicio es algo aburrida pero ya cuando sale del país empieza lo bueno”. “Recién salió el nuevo libro de ella”. (Se refiere –explica el Sisimite– a las novelas, “El Tiempo entre costuras” y a “Sira”. -Leí el primero –comenta Winston– y queda haciendo fila, el segundo). “Tiempo entre costuras» (The Time in Between). El título del libro, una metáfora de cómo se hilvanan y deshilachan las identidades (personal, política, social) en tiempos de crisis. La novela es una dramática narración histórica, “sobre espionaje y resistencia, ambientada durante la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial”. “Sira, la joven modista que, tras el abandono amoroso en el Marruecos colonial, reconstruye su vida desde la ruina”. Su habilidad –tanto como costurera en su taller como hilando en su talento personal– consigue “infiltrarse en círculos de poder nazis y franquistas durante la guerra, actuando como espía para los aliados”. En su periplo por varias ciudades, evoluciona “de una mujer ingenua a una figura astuta y resiliente; una vida que oscila entre el amor, la traición y el peligro político”. “Simboliza la resistencia y la autonomía de la mujer en un contexto histórico dominado por hombres y la capacidad de la mujer de reinventarse ente la adversidad”. “La costura, un oficio femenino tradicionalmente subestimado, lo transforma en un arma de supervivencia y poder (por ejemplo, cosiendo mensajes secretos o ganando influencia social)”. Reflejo de cómo muchas figuras menospreciadas, “especialmente mujeres, influyen en la historia desde las sombras”.
(El conceptuoso escrito –entra el Sisimite– del columnista amigo sobre los arquetipos en el libro Kairós resultó ser una proverbial madeja que sigue dando hilo. “Aunque no se ancla en mitos de leyendas –como en el libro Kairós, cuando el Sisimite entabla conversaciones con Winston–“El principito” comparte con las tradiciones ancestrales la idea de que los arquetipos son herramientas para “descifrar el mundo”. Por supuesto –ilustra Winston– “como en mitos de muchas culturas, el principito emprende un viaje que es a la vez físico (entre planetas) y espiritual (hacia la autocomprensión)”. “El zorro y la serpiente (esta última asociada a la muerte/renacimiento) son figuras arquetípicas presentes en leyendas desde Mesoamérica hasta el desierto del Sahara”. -La obra –interrumpe el Sisimite– usa un estilo cercano a la “parábola” o el cuento oral, similar a cómo los sabios indígenas transmiten enseñanzas mediante historias aparentemente sencillas”. -El principito” –vuelve Winston– es algo fuera de serie. Aunque no encaja directamente en el marco de leyendas autóctonas como las citadas narraciones de Cerruto, Arguedas, Asturias, emplea los “mismos resortes simbólicos”: El niño como alter ego del autor, su viaje cósmico como doble mágico que revela verdades, y su rol de bufón sabio que cuestiona la «normalidad» adulta”. -“La obra –observa el Sisimite– demuestra que estos arquetipos trascienden culturas, pues son universales en la exploración de lo humano”. -Como diría el zorro –recuerda Winston– «He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: solo con el corazón se puede ver bien»).