El primer ministro británico, Keir Starmer, reconoció este martes que «es probable» que el Reino Unido se vea afectado por los nuevos aranceles que impondrá el miércoles Estados Unidos, pese a las negociaciones en curso para impedirlo, pero confió en que puedan ser mitigados en el futuro.
Starmer afirmó que «todas las opciones permanecen sobre la mesa» para responder a esas tasas, si bien subrayó que lo que prefieren las empresas británicas es que el Ejecutivo «mantenga la serenidad y la calma», en lugar de lanzarse a una guerra comercial.
«Estamos negociando un acuerdo económico que, espero, eventualmente mitigue los aranceles», declaró a Sky News el líder laborista, que hasta ahora confiaba en pactar una exención antes de su entrada en vigor el 2 de abril.
El ministro de Exteriores, David Lammy, advirtió en el Parlamento de que, aunque las conversaciones continúen, los exportadores británicos «deben prepararse para lo peor», y prometió que el Gobierno les ayudará tanto como pueda «en este turbulento momento económico».
El ministro de Comercio, Jonathan Reynolds, indicó que las negociaciones para el acuerdo con EE.UU. «han avanzado mucho» y por lo tanto este país «está bien posicionado» para obtener concesiones de Washington.
Además de apoyarse en la ‘relación especial’ histórica entre ambos territorios, el Gobierno de Londres cree que el presidente estadounidense, Donald Trump, podría ver con buenos ojos eximir al Reino Unido debido a que la relación comercial bilateral está equilibrada, a diferencia de otros lugares con los que EE.UU. tiene un déficit.
Está previsto que el miércoles entren en vigor en Estados Unidos aranceles del 25 % a la importación de automóviles, que se sumarán a otros sobre el acero y el aluminio, y que afectarán también a productos farmacéuticos o la madera.
En lo que Trump bautizó como ‘el día de la liberación’, se espera además la aplicación de unos «aranceles recíprocos», que se impondrán a casi todos los productos de los países que tengan impuestos aduaneros sobre bienes y servicios estadounidenses. EFE