“NO perder la autenticidad y la esencia –mensaje de la jurista amiga– en un mundo tan inclinado a la apariencia, no es fácil, pero es posible y usted lo ha logrado”. “Y así como en los cantantes la voz que triunfa es aquella peculiar que se distingue entre tantas otras, al tiempo que se reconoce como única”. “Entre quienes escriben, el mérito está en que se reconozca su pluma, y como dijera Maquiavélico en El príncipe, “por la gravedad del asunto, y la verdad de las observaciones” e innegablemente, esto usted también lo ha logrado, tanto en sus editoriales como en sus libros”. Alusivo a la conversación de cierre: (¿Ajá –regresa el Sisimite– y qué sarcasmo se te ocurre sobre los cumbos en el editorial? -Mark Twain –ilustra Winston– pensaba que “la modestia es el arte de conseguir que los demás descubran por sí mismos lo bueno que eres”. “Y si no lo descubren, al menos habrás practicado la humildad». –La ironía –comenta el Sisimite– es que Twain sugiere que la modestia es un juego calculado para recibir halagos sin parecer arrogante. Y la falsa modestia –agrega Winston– con mordacidad y humor coinciden varios escritores, “es una forma de vanidad invertida”. La auténtica humildad no necesita anunciarse: Óscar Wilde nos regala una perla: “Sé tú mismo; los demás puestos ya están ocupados”).
Aunque no se basa en leyendas autóctonas –ilustra la IA– “El Principito de Antoine de Saint-Exupéry, los arquetipos del “alter ego”, el “doble mágico” y el “bufón sabio” están presentes de manera simbólica y universal”. La obra utiliza estos elementos para explorar temas como la inocencia, la sabiduría oculta en la simplicidad y la dualidad entre el mundo adulto y el infantil”. El principito puede interpretarse como un “alter ego” del autor, quien, como el aviador narrador, vivió una vida de aventuras y soledad”. “El niño representa la parte pura y filosófica de Saint-Exupéry: su nostalgia por la infancia, su crítica al mundo adulto y su búsqueda de sentido en un universo aparentemente absurdo”. “El aviador (narrador) y el principito reflejan dos facetas del mismo ser: el adulto que ha perdido la conexión con lo esencial y el niño que la preserva. Juntos, encarnan la lucha entre la razón pragmática y la intuición poética”. “El principito viene de un asteroide lejano (B612), un espacio que simboliza lo “mágico” y lo inalcanzable”. “Su capacidad para viajar entre planetas y dialogar con seres simbólicos (el rey, el vanidoso, el farolero, etc.) lo convierte en un “doble mágico” que confronta al narrador (y al lector) con verdades universales”. “Al igual que un doble en mitologías indígenas, el principito revela lo que está oculto: la esencia de las relaciones humanas («solo se ve bien con el corazón»), la fragilidad de la vida (su rosa) y la paradoja de la existencia («lo esencial es invisible a los ojos».
Ironía y sabiduría naif: “Aunque no es un «bufón» en el sentido tradicional, el principito cumple el rol de “sabio disfrazado de niño”. Con preguntas aparentemente simples («¿Para qué sirven las espinas?»), desmonta la lógica adulta y expone absurdos como la avaricia (el hombre de negocios que cuenta estrellas) o la autoridad vacía (el rey sin súbditos). Su interacción con el zorro (figura clásica del “trickster” en muchas culturas) subraya su papel como mediador entre mundos”. “El zorro le enseña el valor de los vínculos («domesticar»), pero es el principito quien, con su inocencia, actúa como catalizador de esa sabiduría”. (José María Arguedas –entra el Sisimite– en su novela póstuma, “El zorro de arriba y el zorro de abajo”, es otro ejemplo. Los arquetipos no son meros símbolos, sino “fuerzas vivas” de la cosmovisión andina. “Al encarnar al alter ego, el doble mágico y el bufón sabio en los zorros, logra una síntesis entre lo personal, lo político y lo sagrado, usando la literatura como acto de resistencia cultural”. -Y para ejemplificar con un autor de un país vecino –ilustra Winston– Miguel Ángel Asturias, en “El Hombre de maíz”. El escritor integra los tres arquetipos desde la cosmovisión maya: “Gaspar Ilóm” (líder rebelde) “como alter ego del autor, quien denuncia la explotación”. “El nahual” (curandero que se transforma en animal) “como doble mágico”. “El correcaminos” (pájaro trickster) “como bufón sabio que guía a los personajes con enigmas”. ¿Y todos esos iconos de la literatura no serán del mismo universo de los que hablan con animales?).