Antonio R. Vallejo y la historiografía

Dr. Horacio Ulises Barrios Solano

El pasado lunes 17 de marzo fue el Día del Historiador Hondureño y, no obstante, un poco tarde hemos emborronado estas cuartillas porque decía el poeta y filósofo español “Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana que quien olvida su historia está condenado a repetirla”. Su frase está escrita en la entrada del bloque número 4 del campo de concentración de Auschwitz.

Así las cosas, un grupo de historiadores de profesión y algunos otros de vocación tocaron las puertas del gobierno de Honduras directa o indirectamente y es así que por Decreto Legislativo 208-2013 del 5 de noviembre de 2013 se declaró el 17 de marzo de cada año como Día del Historiador Hondureño. Esto se dio en reconocimiento a la labor investigativa de los hombres y mujeres que escudriñamos el pasado para revelar hechos, tendencias y personajes que son desconocidos por la humanidad. Esta fecha se escogió en honor al nacimiento Presbítero y Licenciado Antonio Ramón Vallejo Bustillo en 1844, un hombre ligado a los estudios históricos de límites, su labor contribuyó con los estudios que tienen que ver con historia territorial de Honduras: Publicó un anuario estadístico en 1887, el cual retrata la vida social y económica de la Honduras decimonónica de finales del siglo XIX.

A Vallejo lo reconocemos como padre de la historiografía de Honduras y fue el primer director del Archivo Nacional, por lo cual podría considerársele como su fundador, aunque esto no quiere decir que no hubo historiadores hondureños antes, ya que muchos de los archiveros mayores del gobierno desde 1840 hasta 1880 se encargaron de estar organizando los documentos de gobierno.

Antonio Ramón Vallejo Bustillo (17 de marzo de 1844-18 de enero de 1914) fue un destacado sacerdote, abogado, historiador, estadígrafo, periodista y filólogo hondureño, reconocido como el padre de la historiografía nacional. Ejerció brevemente como párroco en Lamaní, Comayagua, pero su vocación fue la historiografía. “Nacido en Tegucigalpa, hijo de Román Vallejo y Marta Bustillo, sus primeras letras las aprendió en una escuela privada dirigida por sus tías maternas, Leonor y Antonina Bustillo. Realizó estudios secundarios en la Academia del Estado, obteniendo el título de Bachiller en Filosofía en 1862 y en Derecho Civil en 1872. Posteriormente, ingresó al Colegio Tridentino en Comayagua para seguir la carrera sacerdotal, siendo ordenado sacerdote el 8 de septiembre de 1868.

Según Instituto Panamericano de Geografía e Historia Vallejo publicó varias obras entre las que destacan:
1. Colección de las constituciones políticas que en la República de Honduras se han decretado en los cincuenta y seis años que lleva de independencia (1878);
2. Apuntes de gramática latina (1881);
3. Compendio de la historia social y política de Honduras (1882);
4. Censo general de la República de Honduras levantado el 15 de junio de 1887;
5. Índice cronológico de los tratados, convenciones, capitulaciones, armisticios, dietas, protocolos de conferencias, contratos del ferrocarril interoceánico y otros actos diplomáticos de la República de Honduras, desde el año de 1763 hasta 1889;
6. Historia documentada de los límites entre la República de Honduras y los de Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Tomo I (1905);
7. Censo general de la República de Honduras levantado el 15 de junio de 1887 (1888);

Algo similar a lo que le sucedió a Vallejo, vivió mi dilecto amigo y colega historiador, Profesor de Educación Media en la Especialidad de Ciencias Sociales Jesús Evelio Inestroza Manzanares cuando el doctor Mario Argueta le exhortó:

“Usted debe estudiar Historia, la carrera está abierta en la Universidad Nacional”.

Iniciada en el primer semestre de 1977 con los catedráticos Marcos Carías Zapata, Marielos Chaverri, Mario Felipe Martínez y Héctor Pérez Brignoli comenzó la jornada de formar historiadores. Obviamente, vocación es la inclinación natural, el interés o llamado interno, que siente una persona hacia determinada profesión, actividad o estilo de vida.

Inestroza Manzanares tiene en su haber el Premio Nacional de Ciencia “José Cecilio del Valle”, Premio Nacional de Historia “Rafael Heliodoro Valle” de la Academia Hondureña de la Lengua, Mención de Honor del premio de Investigaciones Rey Juan Carlos de España. Su vida productiva se inició con:
a) “Génesis y evolución de las escuelas militares del ejército. (1831-1937). Tomo I”;
b) “Francisco Morazán, La organización del Estado de Honduras”, coautoría con Víctor Cáceres Lara, Mario Argueta y Ramón Oquelí en 1992;
c) “Cuentos y leyendas de Honduras”, coautoría con Jorge Montenegro;
d) “Historia de la Policía Nacional de Honduras (1526-2002)”,
e) “La escuela hondureña en el siglo XIX”, “
f) Historia de Jesús de Otoro y de los pueblos antiguos del valle (1536-2007) y paro de contar…

Concluyo con un cordial saludo a todos los discípulos hondureños de Heródoto, tanto en el ámbito académico como fuera de él, quienes, con su interés por la historia y la narración de los acontecimientos, mantienen vivo el espíritu del «Padre de la historiografía».

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