Elvia Elizabeth Gómez García*
La inteligencia artificial ha llegado para quedarse, es algo con lo que los maestros debemos lidiar día con día y esto no obliga a estar actualizados en sus avances, pero al mismo tiempo nos empuja a encontrar nuevas alternativas de trabajos que podemos asignar a nuestros estudiantes para no perder la esencia misma de la academia.
No tengo nada en contra de la inteligencia artificial y me parece genial si la misma se utiliza correctamente; es decir, si la usamos para mejorar redacción, ordenar ideas y pulir presentaciones sin perder el enfoque propio del estudiante y el análisis crítico.
Si bien, la inteligencia artificial nos enseña muchas cosas y nos enriquece los contenidos académicos al recopilar la información disponible en el ciberespacio sobre el tema que nos interesa o que asignamos a nuestros estudiantes, esta ha llevado a la pérdida de la experiencia que conlleva el visitar una biblioteca, buscar libros sobre el tema, leer hasta encontrar lo que necesitamos y, a partir de ello, elaborar las tareas a presentar.
¿Se vuelve imperativo retomar la educación a pie? Y al decir a pie me refiero a volver a lo básico, a llevar a los estudiantes a la biblioteca o llevarles los libros a la clase, a que lean, que interpreten, que analicen.
El pensamiento crítico ha sido arrinconado y se ha llevado a su mínima expresión, y esto responde al sistema mismo que ha permeado incluso las mallas curriculares y en donde, como siempre, se prioriza en las habilidades matemáticas y las ciencias, que no tiene nada de malo, pero ha devaluado la importancia de otras ramas del saber.
El menosprecio al pensamiento y la reflexión es el fruto de la sociedad del siglo XXI, en donde todo es rápido y al momento, es como tomar una sopa instantánea, a la cual solo le retiramos la etiqueta, le colocamos agua, la ponemos en un microondas y en pocos minutos tenemos un almuerzo o una cena, ¿pero leemos la etiqueta?, ¿estamos conscientes de qué es realmente lo que estamos consumiendo?, ¿realmente nos estamos alimentando o nos estamos envenenando en pequeñas dosis?
Lo mismo sucede con la educación y con el papel protagónico que está tomando la inteligencia artificial, si ponemos un foro de discusión en línea, los aportes parecen ser escritos por grandes conocedores de la materia, pero no reflejan un cierre reflexivo y crítico del tema.
Si hacemos esa misma pregunta en el salón de clases, retroalimentando el aporte que el estudiante hizo en el foro en línea, no pueden decirnos siquiera un párrafo de todo lo que escribieron.
Entonces, ¿qué debemos enseñar a nuestros estudiantes más allá de lo que la inteligencia artificial les da?
Habilidades blandas, debemos llevarlos a desarrollar sus capacidades de expresión, de análisis, de cuestionamiento; pues hoy en día los jóvenes piensan, asumen o simplemente se condicionan a que toda la información que encuentran es correcta. Has ido perdiendo la motivación de cuestionar al sistema porque no hay tiempo para ello, estamos enfocados en hacerlos “productivos”, para un sistema en el cual lo más importantes es lo económico, en detrimento de los valores, de la experiencia misma de vida.
Si buscamos un tutorial o le preguntamos a la inteligencia artificial, nos puede describir el proceso, pero no puede tomar nuestras manos para que seamos capaces de poder concretizar el mismo. Enseñar a los niños y jóvenes actividades de supervivencia en un mundo donde todo está a un clic es una respuesta a lo que estamos enfrentando actualmente.
Enseñemos a los niños la importancia del trabajo en equipo, lejos de un espíritu de confrontación y competencia, Si bien, querer ser el mejor no es malo, si ser ambicioso puede ser motivante, enfocar solo en ese sentido hace que se pierda el aprendizaje que debe trascender, que es el del trabajo colaborativo.
Al final del camino, terminamos en un ambiente en el cual debemos ser capaces de comunicarnos, de relacionarnos y de complementar nuestro trabajo. No somos seres aislados, somos miembros de una comunidad que hoy más que nunca nos reclama que le veamos y nos comprometamos a hacer mejor las cosas.
El biólogo evolutivo Clinton Richard Dawkins nos aconseja “No adoctrines a tus hijos. Enséñales cómo pensar por sí mismos, cómo evaluar la evidencia y cómo estar en desacuerdo contigo».
*Profesora universitaria.