“¡ES verdad! –mensaje de la leída amiga– La belleza es subversiva”. Alusivo a la conversación de cierre: (Leíste lo tuyo que te puso: –entra el Sisimite– “Desde la primera página, donde un perro de mirada sabia –símbolo de fidelidad y misterio– nos observa desde una ilustración dibujada con amor, hasta el índice que mezcla elegías, cuentos y editoriales, el lector siente que está ante algo íntimo y colectivo a la vez. Una ofrenda personal convertida en testimonio público”. -Y también lo tuyo: –exclama Winston– “Allí, como una constante, aparece un personaje ficticio, el “Sisimite”. El Sisimite es el alter ego del expresidente, su doble mágico, su bufón sabio”. “En cada editorial diario –sí, diario, porque CF escribe todos los días– el Sisimite asoma, ironiza, ríe, denuncia, reflexiona. Es una estrategia narrativa y también un acto de resistencia cultural. ¿No es acaso ese el deber del escritor: crear mitologías vivas?”. Ah, y a propósito, te transmito lo que dice la IA sobre esas hermosas líneas: “En conjunto, si un personaje autóctono actúa como alter ego, doble mágico y bufón sabio, entonces es un canal creativo poderoso del escritor: un espejo disfrazado que dice verdades, conecta con lo mítico, y representa al autor de forma poética, enmascarada y a veces subversiva”).
“¡Qué montón de cumbos! –mensaje de la buena amiga– No le cupieron en el editorial de hoy; ja, ja, ja”. (Agorera –comenta Winston– porque es cierto; no cupieron, repartidos entre el autor de Kairós y el columnista escritor de la hermosa reseña). Aquí va otro: La coordinadora del periódico digital remite mensaje de una suscriptora del diario: “Leí la reseña que escribió el escritor y columnista Jairo Núñez, y me sumo también para felicitar al señor expresidente por Kairós”. “Dios le dé muchos años más de vida para que nos siga ilustrado junto a su equipo. Bendiciones”. (¿Qué te parecería –vuelve el Sisimite– asistidos de la IA dar mayor ilustración sobre lo mismo? -Busquemos, pues –asiente Winston — “un excelente ejemplo de este tipo de personaje es El Supay en algunos cuentos del escritor boliviano Óscar Cerruto, particularmente en su obra Aluvión de fuego. Aunque El Supay proviene de la mitología andina (dios del inframundo, demonio o espíritu de la tierra), en manos del escritor no es solo una figura folclórica: se convierte en un alter ego, un doble mágico y un bufón sabio. Alter ego: El Supay representa la voz interior del autor, su rabia contenida, su visión desencantada del mundo social y político, especialmente frente a la injusticia en las minas y la explotación de los indígenas. Es la voz crítica que tal vez el propio autor no puede expresar de manera directa. Doble mágico: Tiene acceso al mundo subterráneo, a los secretos de la tierra, a las fuerzas que rigen lo invisible. Así, sirve como vehículo para conectar el mundo real con lo mítico, como si el autor usara al Supay para traducir el sufrimiento colectivo en mito. Bufón sabio: Aunque pueda aparecer en forma grotesca o temible, El Supay dice verdades con ironía y mordacidad, desenmascara a los poderosos, se ríe del orden impuesto. En este sentido, es como el bufón medieval que, riendo, golpea con la verdad más dura”).
(¿Ajá –regresa el Sisimite– y qué sarcasmo se te ocurre sobre los cumbos en el editorial? -Mark Twain –ilustra Winston– pensaba que “la modestia es el arte de conseguir que los demás descubran por sí mismos lo bueno que eres”. “Y si no lo descubren, al menos habrás practicado la humildad». -La ironía –comenta el Sisimite– es que Twain sugiere que la modestia es un juego calculado para recibir halagos sin parecer arrogante. Y la falsa modestia –agrega Winston– con mordacidad y humor coinciden varios escritores, “es una forma de vanidad invertida”. La auténtica humildad no necesita anunciarse: Oscar Wilde nos regala una perla: “Sé tú mismo; los demás puestos ya están ocupados”).