German Edgardo Leitzelar Hernández
En nuestro país confundimos vulgaridad con carácter, decencia con debilidad, desacuerdo con enemistad, humildad con pobreza, calumnia con información y convencimiento con razón. Se impone una cultura de exigencia sin reciprocidad, de crítica sin aporte, de suposiciones sin certezas y exigencia sin dar.
Pero, si vemos al corredor que cruza la meta en último lugar, no le regalamos burlas. Al contrario, recibe los aplausos más sinceros, nacidos del reconocimiento puro. No lo admiramos por su velocidad, sino por su resistencia, su lucha contra el cansancio, el dolor y esa voz interna que susurra «detente», a la que la mayoría cedería. Lo hace, pudo dejarse descalificar, pero eligió seguir. Y esa elección lo convierte en un vencedor. No ser primero engrandece, no abandonar la meta lo hace más.
No perdamos nuestra meta como nación y de esa forma nuestro CNE debe llegar a ella, pese a quienes busquen detenerlo. Muchos, con o sin intención, se han convertido en esa voz que siembra dudas y paraliza. Pero no debemos ceder. Desde la ciudadanía, debemos exigir que el proceso continúe hasta noviembre, sin permitir que nos arrastren a más escenarios caóticos que pongan en riesgo las elecciones.
Preguntémonos: ¿Lo ocurrido en las primarias fue incompetencia, entorpecimiento deliberado, falta de liderazgo o improvisación? ¿A quién beneficia el desastre electoral? ¿Quiénes buscan descalificar al CNE, arrastrando a su vez a las Fuerzas Armadas? ¿Es cierto que se vio al jefe de la FF.AA. sirviendo comida en una actividad política? ¿Era correcto que un candidato a la presidencia fuera también ministro de Defensa? ¿Debe seguirse financiando con fondos públicos unas elecciones que deberían costear los partidos políticos?, cuidado con las posibles respuestas.
Elecciones internas del 9 de marzo, sinónimo de caos sin precedente. No hay justificación para los retrasos, el material electoral abandonado en las calles, las unidades de transporte varadas en Tegucigalpa y San Pedro Sula. Los responsables de la logística electoral no solo fallaron, sino que, además, como niños jugando a culpas, señalaron a otros para justificarse, después de más de 40 años de procesos electorales. Lo ocurrido refleja consecuencias de decisiones erradas, presupuestos tardíos entre otras cosas
Llamar a lo ocurrido «aprendizaje» y justificarse diciendo que «abusaron de la nobleza» de la institución encargada de la custodia electoral es indignante. Esta logística fallida tiene solo dos explicaciones posibles: incompetencia absoluta o sabotaje deliberado. Si fue ineptitud, deben deducirse responsabilidades. Si fue intencional, estamos ante un intento de manipulación desde las esferas de poder o cercanas a él.
Negligencia o cálculo político, el daño está hecho. La confianza en el proceso electoral ha sido golpeada. Lo que debió ser transparencia y eficiencia se convirtió en incertidumbre y desorden. En lugar de soluciones y responsabilidad, vemos a un jefe del Estado Mayor Conjunto desafiante, deliberante y alejado de su rol constitucional. Su actitud ha arrastrado a las Fuerzas Armadas a un escenario de confrontación, cuando su deber era garantizar un proceso ordenado.
Sin embargo, hubo un acto de grandeza: la determinación del pueblo hondureño. Observadores, votantes y trabajadores electorales resistieron largas horas de espera y desorganización, sin abandonar su deber. Ver a una joven madre con su bebé dormido en brazos esperar 12 horas para votar es un símbolo del compromiso ciudadano. Como ella, miles de hondureños, custodios de urnas y miembros de mesa que trabajaron hasta la madrugada, demostraron que la democracia sigue viva, a pesar de la ineptitud o malas intenciones de algunos.
Honduras no es un país sin experiencia electoral. No hay excusas para lo ocurrido. La responsabilidad debe recaer sobre quienes fallaron. Bajo determinados mandos, se cometieron fallos en funciones esenciales, afectando con ello el derecho al voto y la estabilidad democrática. Manchando, además, la ya dañada institucionalidad.
Si Honduras quiere recuperar la confianza en su democracia, este bochornoso episodio no puede quedar impune. Pero en este momento lo más importante es fortalecer las instituciones a cargo y no permitir que el desastre se normalice, soluciones y garantía de elecciones generales es la meta. Es momento de corregir, exigir respuestas y garantizar que, en noviembre la voluntad del pueblo no sea nuevamente vulnerada.
“AHORA EXIGIMOS RESPERO A NUESTRO PROCESO ELECTORAL Y SUS RESULTADOS, DESPUES SERA TIEMPO PARA OTRAS COSAS”
*Abogado laboralista independiente
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