Otto Martin Wolf
Realmente es imposible saber lo que hay en la mente de cualquier persona -incluyendo las muy cercanas a nosotros- sus sentimientos, sus secretos deseos, sueños y planos, ¿qué podemos saber?
Y, desde luego, mucho menos de aquellos en altas posiciones, cuya existencia y comportamiento sólo podemos conocer por las notas de prensa, generalmente maquilladas, filtradas a través de “formadores de opinión” y con el poder suficiente como para enviarnos señales equivocadas; Definitivamente es casi imposible.
Pero, así como hay “formadores de opinión” y relacionados públicos, también existen científicos del comportamiento humano que pueden, con alguna dificultad desde luego, conocer el estado mental de la gente, aunque su relación se limita, como es el caso nuestro, a lo que publica la prensa.
Se ha comentado muchas veces sobre el narcisismo del presidente Trump, su deseo de sobresalir por encima de su alto cargo, su interés por dominar la escena, aunque sea por medio de malas o estúpidas decisiones.
Su triunfo en las elecciones le permitió que todos los delitos por los cuales estaba siendo juzgado fueran olvidados o colocados en el cajón de la espera, lo que debe de haber acentuado el criterio de Trump de que él se encuentra por encima de la Ley, lo que hasta el momento es, en la mayoría de los casos, absolutamente cierto.
¡Narcisismo al máximo!
Pero, además, ¿existe algún deseo secreto, tan íntimo que nadie, excepto él conoce?
Hay pistas por aquí y por allá, analizaré algunas de ellas a ver qué conclusión podemos sacar.
Su comportamiento respecto a algunos de los más grandes dictadores del mundo nos puede decir algo.
Veamos: Cuando el presidente de China -Xi Jinping- logró quedarse más allá del segundo mandato de cinco años, tradicional en ese país por mucho tiempo, los comentarios de Trump fueron, si mal no recuerdo: “qué bien quedarse en el poder por siempre” o algo parecido, pero con ese significado.
Después se reunión con el dictador vitalicio de Corea del Norte y dijo algo que sólo se dice entre parejas de pretendientes románticos: “Nos hemos llevado bien, no sé lo que va a suceder”.
Y está también su innegable admiración y sumisión ante el presidente eterno de Rusia, a quien trata con más amabilidad y consideración que a cualquiera de los tradicionales aliados de los Estados Unidos, como Francia, Canadá, Inglaterra, etc.
¿Qué busca Trump con esa actitud?
Súmenos algo más: Durante su primer mandato solicitó al ejército que hiciera un desfile militar en Washington similar a los que ejecutan en Rusia y China; gran despliegue de soldados y armamento.
El ejército respondió que logísticamente era muy difícil (sus tropas están colocadas en los EE. UU. estratégicamente y moverlas por un día era caro y demasiado complicado), Trump se molestó.
¿Cuáles son los deseos secretos que podríamos especular de esas actitudes?
¿Relacionarse con dictadores o presidentes vitalicios? ¿Intentar sentirse como ellos con desfiles y demostraciones inéditas en un país democrático como los EE. UU.?
Su actitud los valida, su trato para con ellos de alguna manera los aprueba y acepta como dictadores vitalicios, desearía lo mismo para él?
Ese es mi punto, creo que un hombre como él, ansioso de fama y de ser el centro de las noticias siempre, puede fácilmente soñar con cambiar el país y convertirse en su amo vitalicio.
¿Difícil? Cierto, sumamente difícil, pero no imposible, ya ha sucedido en la historia y sabemos lo que puede ocurrir si las circunstancias -y su ambición- lo permiten.
Ya pasó en la antigua Roma, cuando la República se transformó en Imperio y el poder pasó a manos de un solo hombre.
Después de la Primera Guerra Mundial Alemania continuó siendo una democracia. Tenían grandes problemas económicos y políticos, pero era una democracia. Llegó Adolfo Hitler, se hizo del poder democráticamente e inmediatamente comenzó a desestabilizar el Estado; en poco tiempo era un dictador terrible que condujo a su país y al mundo a la Segunda Guerra Mundial.
Actualmente Trump comenzó a desobedecer lo ordenado por Jueces Federales llamándolos corruptos y con toda la falta de respeto de sus altos cargos; Creo que los considera obstáculos en su búsqueda del poder absoluto (ya vemos las consecuencias de la suspensión de todos sus juicios).
El Partido Republicano lo apoya en todos sus actos incluyendo los ilegales, no hay freno por ahí.
El demócrata aún no se recupera de los cuatro años de Biden y la pérdida de las elecciones, de momento no ofrece obstáculos a sus planos.
Y ya se ha comentado que están buscando alguna argumentación legal que le permita prolongar su mandato más allá de los dos períodos que permite la Constitución norteamericana.
¿Lo lograrás?
Lo único que le puede detener es su edad, se le acaba el tiempo cierto, pero puede hacer mucho daño, no sólo a la democracia de los Estados Unidos sino a la del mundo entero.
¿Estaré perdido en mi análisis?