Cinismo político en Honduras

Marcio Enrique Sierra Mejía

El cinismo político es un patrón de conducta que practican los dirigentes políticos del Partido Libre y los funcionarios públicos que tienen el control de los aparatos de Estado y de la gobernanza en Honduras. Dicho patrón conductual siempre ha existido en el desarrollo de la sociedad política hondureña, sin embargo, es con la llegada al poder de los socialistas, que la falsedad o la desvergüenza descarada, insolente, fresca, impúdica y curtida, se ha aumentado sin límites.

El ejemplo del cinismo político, lo dan la mayoría de los dirigentes políticos izquierdistas que controlan tanto al Partido Libre (miembros de la cúpula), así como, a algunos de los funcionarios públicos claves que ejercen acciones gubernativas. Estos personajes políticos, particularmente el ministro de Planificación, la ministra de Defensa, el canciller, el jefe del Estado Mayor Conjunto de las FF. AA., algunos magistrados de la Corte Suprema de Justicia y otros de más bajo rango, manifiestan una actitud insolente ante las motivaciones de quienes no profesan la doctrina socialista.

Atacan con dogmatismo y perversidad toda creencia y expectativa que profesan los opositores democráticos (caso Romeo Vásquez Velásquez), pero, por otra parte, ejercen con alevosía acciones ambiciosas, deseos, codicias, gratificaciones materialistas, objetivos y opiniones que favorecen sus vanas intenciones políticas viciosas o corruptas. Estamos en el punto más alto del pico del escepticismo hacia los líderes políticos socialistas, porque la corrupción, se ha generalizado y el abuso de poder funciona en beneficio de pocas familias que controlan la gobernanza, conjuntamente con ciertos miembros de la cúpula del Partido Libre.

Actualmente, el cinismo político se puede observar en varios aspectos de la política hondureña. Para empezar, al dar protección a funcionarios acusados de corrupción o vínculos con el narcotráfico. También, en los casos emblemáticos de la sobrevaloración de proyectos como el engramado y reparación de estadios nacionales o el pago de salarios a través de planillas falsas en el Instituto Hondureño de Seguridad Social o la re destinación de presupuestos públicos para fines electorales o el favorecimiento de inmunidad y amnistía a prófugos de la justicia por delitos de robo de dinero del erario público del Congreso Nacional, que refuerzan la percepción de que el poder se usa para encubrir el enriquecimiento ilícito. Asimismo, el incumplimiento de promesas hechas en la campaña política con discursos de cambio y justicia, pero que una vez están en el poder, continúan perpetuando las mismas prácticas corruptas del pasado o peores. También están aumentando la práctica del clientelismo político al promover la compra de votos electorales, como ocurrió con ciertos programas sociales utilizados para comprar adeptos en la recién ocurrida elección primaria, con lo cual, debilitan la democracia y refuerzan la idea de que la política es solo un juego de traficantes de intereses.

Igualmente, el cinismo lo vemos en la desvergüenza al mentir o al defender prácticas o acciones refundacionales que no benefician al pueblo y más bien generan crisis en la sociedad política, porque difaman sin fundamento o se involucran en escandalosos procesos de corrupción, cometidos sin respeto o moral alguna al realizarlos sin importarles perder la credibilidad como partido socialista disque progresista.

En fin, en nuestra sociedad existe un desgaste que se evidencia en la desconfianza que tenemos hacia las instituciones, en el desencanto y la apatía ante un sistema político mal habido que empeora con el enfoque político refundacional socialista. En este sentido, el cinismo político se tiene que contrarrestar a través de acciones concretas que apunten a restaurar la confianza ciudadana, mejorar la transparencia y fomentar la participación cívica. Hay que exigir que los ciudadanos tengan fácil acceso a datos gubernamentales relevantes (gastos, contrataciones, decisiones) para reducir la percepción de opacidad, sancionar la corrupción con juicios abiertos y públicos porque la impunidad alimenta el cinismo. Necesitamos fortalecer el sistema electoral y garantizar elecciones limpias, promoviendo la participación ciudadana y fomentando consultas populares para involucrar a la población en la toma de decisiones; tenemos que realizar campañas informativas que expliquen las decisiones políticas de forma clara; debemos fomentar programas educativos sobre derechos, deberes y el funcionamientos de las instituciones democráticas y desarrollar el pensamiento crítico; tenemos que reconstruir un nuevo contrato social que facilite un gobierno cercano a la gente y el diálogo constante.

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