El problema del infernal congestionamiento vial en ciudades como Tegucigalpa y San Pedro Sula, así como la creciente ocurrencia de accidentes, es en verdad un desafío multidimensional que requiere un enfoque integral que debe atenderse. de inmediato en razón de sus causas, efectos y posibles soluciones.
El parque vehicular en Honduras, de acuerdo a últimos informes oficiales del Banco Central, registró 3 millones 350 mil 300 unidades motorizadas. La categoría de motocicletas destaca con casi 1.7 millones, O sea que, el crecimiento del número de automóviles y motocicletas ha sido exponencial en ambas ciudades. Este aumento es impulsado por la urbanización y el acceso a créditos para la compra de vehículos, lo que ha colapsado los sistemas de transporte existentes.
Es incuestionable que el transporte público en Tegucigalpa y San Pedro Sula es, en gran medida, ineficiente y poco confiable. La falta de una red de transporte organizada y moderna lleva a muchas personas a optar por vehículos particulares. Además, las rutas de transporte suelen ser limitadas y mal planificadas. A ello hay que recalcar que existe una falta de cultura vial que se manifiesta en la conducción imprudente, el incumplimiento de las normas de tránsito y la escasa educación en seguridad vial. Esta situación es exacerbada por la falta de vigilancia y la corrupción que a menudo afecta a las autoridades policiales.
Las largas horas en el tráfico no solo afectan la calidad de vida de las personas, sino también la productividad económica. El tiempo perdido puede traducirse en una disminución de la competitividad de las empresas y un impacto negativo en la economía local. Tampoco es discutible que el incremento de vehículos en la carretera contribuye significativamente a la contaminación del aire. Los gases emitidos por los automóviles y motocicletas son nocivos para la salud, lo que desencadena problemas respiratorios y afecta la calidad del aire en las ciudades.
La combinación de congestión, mala cultura vial y falta de vigilancia ha llevado a un significativo aumento en el número de accidentes de tráfico. Estos incidentes, casi a diario, no solo resultan en pérdidas humanas, sino también en costos médicos y daños materiales que, por supuesto, afectan a la sociedad en general. De modo, entonces, que es crucial invertir en un sistema de transporte público eficiente, asequible y accesible. Esto incluye la implementación de un sistema de buses con rutas bien planificadas, horarios fiables y tarifas económicas. Pero nada funcionaría sin una adecuada sensibilización de la población sobre la importancia de respetar las normas de tráfico mediante intensas y bien elaboradas campañas educativas para ayudar a fomentar una cultura vial más responsable. Incluir programas específicos en escuelas y comunidades podría ser un primer paso en la educación vial.
Asimismo, es indispensable aumentar la presencia policial en las calles y establecer un sistema de cámaras de vigilancia más efectivo para puntualmente hacer cumplir las leyes de tránsito. Las multas deben ser proporcionales a las infracciones, y es fundamental eliminar la corrupción dentro de las fuerzas policiales para garantizar un castigo justo y efectivo para los infractores. Es necesario, igualmente, mejorar la infraestructura vial con la construcción de nuevas vías, calles de acceso, semáforos inteligentes –no como algunos que operan de adorno en la capital–, y sistemas de señalización adecuados. También se deben considerar espacios para ciclistas y peatones, fomentando un ambiente más seguro para todos los usuarios de la vía.
Por eso decíamos, el congestionamiento vial en Tegucigalpa y San Pedro Sula es un síntoma de problemas más profundos en la infraestructura y la cultura vial del país. Abordar este problema requiere un tratamiento multidisciplinario que combine mejoras en el transporte público, educación vial, aplicación de la ley y planificación urbana. Solo mediante un esfuerzo conjunto entre autoridades, ciudadanos y empresas se podrá encontrar una solución sostenible y duradera a este desafío urgente.