Alejandro Concha M.
Escritor y editor literario nacido en 1995 en la ciudad minera de Lota, Chile.
Ha publicado los libros: Estirpe (2017), Los errores de nuestros padres (2022) y Color a historia (junto al artista plástico Jorge Torres, 2023). Es Fundador del Movimiento artístico «La Balandra Poética» y organizador del Encuentro Poético internacional «Pájaros Errantes». Presidente de la Agrupación literaria «Pájaro Libro». Parte de su obra fue seleccionada para Diálogos en Movimiento del Plan nacional de la lectura en 2023. Se ha desempeñado creando talleres de escritura creativa y como mediador cultural en proyectos como Educación poética para Chile, Biobío en 100 Palabras y el Programa de Educación en patrimonio cultural infanto juvenil. Ha trabajado como compilador en las antologías Soñar, sentir, querer… de poetas escolares y en Te leo Lota: la literatura uniendo generaciones, de la Agrupación de escritores y poetas lotinos «La Compuerta N°12», Fue jurado del XV concurso literario Gonzalo Rojas Pizarro categoría poesía; del Premio Plaquette de poesía Ergo en Perú; y del Concurso 100 cuentos para Baldomero de Fundación Cepas. Traducido parcialmente al inglés y al italiano. Poemas, cuentos y artículos de su autoría han sido publicados en Chile y Latinoamérica.
SELECCIÓN: «MITOLOGÍA PERSONAL»
MITOLOGÍA PERSONAL
Lo importante es que en la calle que lleve mi nombre
a nadie lo sorprenda la desgracia
Izet Sarajlic
En la raíz de este cerro al cual te traigo
corre la sangre de Donatila,
madre de las piedras, abuela de la fiebre.
Marchita la conocí,
una hoja de natre sobre sí misma consumida
de limadura de tela y de tiempo,
en una foto donde apenas si la distingo.
Sobre ella se encementaron las calles
que llevan del campo al centro;
y aunque sus ojos tierra nunca vi,
y hasta desconozco el rastrillo de su voz,
a veces me siento sembrado en su pupila,
y por un instante, aunque sea imaginariamente,
percibo el olor de la lluvia arrullar las veredas.
A donde veo, te veo, bisabuela,
tal como descubro en el agua turbia el musgo
que enternece el desamparo de las rocas.
Las casas te ignoran, es cierto, pero como Izet
busco paisaje donde escribir tu memoria.
Ojalá nadie perturbe mi búsqueda,
la construcción de una mitología personal.
La historia de América latina
es la historia de nuestras abuelas.
Preservación de tela y la amargura
son tus trajes, Donatila, los tomo,
hijos de una época de hierro y miseria.
Serás una balada en el terror de este libro;
y entre todas las pesadillas, también el carbón
que se mete en mis pies cuando entro al mar.
Toda una época se deshace en nuestras manos,
mi único deseo
es no perpetuar la ingratitud.
LA MEMORIA VENIDERA
Fragmentos del poema inspirado en la serie
«Color a historia» de Jorge Torres
XII
Sí, la humedad pudrirá la leña
y al fuego de la estufa
apagará definitivamente.
Solo quedarán las sábanas donde dormimos
y los pasos por la calle dejándose caer.
Oiremos como los hijos
subirán a las micros en busca de otras muchachas;
continuará sin embargo el mensaje
aunque el agua del temporal
sople las torres de hojarasca
y derribe los techos de los hogares;
perdurará en la quietud de los leones
o en quien impuso su tumba sobre la historia;
los niños zurcirán nuevas banderas
con bolitas de papel crepé
y pegarán rosas a su rojo suelo;
la casa del pintor se llenará de turistas
y de niñas sembrando volantines por los cielos de Bannen.
Abuela, ya no pondrás el agua a calentar,
ni sorberás el mate del recipiente de la hierba,
pero ahí me sentaré contigo
a tejer con hilo negro
la memoria venidera
de tu pueblo y de sus calles.
[ LECCIONES DE LA ESCRITURA ]
1. Palabra
Mamá teje el día entero
horas y horas de ovillos
desparramados por la casa.
A veces faltaba tiempo
para detenerse a ver la luz del sol,
pero siempre al final de la jornada
hubo un rato para arrullarse
y sacar cuentas alegres del cansancio.
Fueron las manos de esta mujer
las que me permitieron esconderme
cuando el viento azotaba las puertas.
Al igual que en mis poemas que
en todo momento
husmean los orificios
donde se cuela la llovizna,
escarbando la belleza
como monedas en el barro,
ella piensa en el amor
al tiempo que en la estética.
Horas al día tejo al escribir
para que en las palabras que aprendí a hilvanar
encuentres como yo, entre género y chalecos,
un refugio del cansancio
y del frío.
2. Ritmo
El primer movimiento
eres tú en el espacio:
la primera vocal,
el primer paso sobre la piel viva
donde musitan los ríos que arrugan los pies
hasta desgarrarlos.
Parada sobre las marcas del parto y la leche
emulas las palabras como recién aprendidas
y las cargas con todas las ilusiones
que una madre pudiera poner
sobre los pasos de su hijo.
Es una canción de cuna invertida
para dormir con un ojo abierto,
como si tomaras las calcetas del niño
y las voltearas para cubrir sus pies,
dejar a la vista la raigambre
que otro aire se hace sobre tu aire,
la mugre.
Diga A, repita. Repita la A.
Hambre escriba. Hastío escriba
sobre las paredes como si jugase,
como si hiciera falta decir
decir que no es sencillo decir
o llevar otro cuerpo sobre los brazos,
llevar otra baba sobre los labios
llevar la textura de otra baba
llevar otras palabras que puedan germinar.
El primer movimiento eres tú en el espacio
luego
viene la danza.
HIJOS DE LA CENIZA
Quiero que cuando veas el claro de luz
no te ciegues
y recuerdes que hubo un momento
en el que también fuiste oscuridad.
Esta ceniza ciñendo nuestros pies
como los esqueléticos árboles
son el vestigio del fuego,
las famélicas figuras de metal
es lo que fuimos.
Hijo, quiero que entiendas tu poderosa flama
como el elemento vivo
adoleciendo en la desazón
y fluyendo en la expansión de tu existencia.
Y quiero que al ver el camino futuro
reconozcas en ti
los carbones consumados del sendero.
Fuimos tomados, levantados
y tirados al fuego;
cortados de la infancia,
quemados en la adultez,
arrojados a la consternación.
Seremos la ceniza,
nos soplará el viento,
pero aun por dentro
no dejaremos de arder.