El fin de una era

Elvia Elizabeth Gómez García*

En la década de los sesenta del pasado siglo, reunieron a un grupo de niños para preguntarles como imaginaban que sería la vida en el año 2000 y sus respuestas simplemente son inquietantes.

Uno de ellos planteó que en el 2000 las personas serán vistas como simples estadísticas y no como personas reales, un número más en el orden mundial. Si reflexionamos sobre esta sencilla pero poderosa respuesta nos daremos cuenta de lo profundo de su pensamiento, pues logra vislumbrar lo que a todas luces sucede hoy en día. Para el marketing somos consumidores y nos catalogan de acuerdo con los hábitos de consumo y el poder adquisitivo que podamos tener.

Para los políticos somos votantes, sumamos a la causa de sus intereses y se enfocan en tratar de convencernos de formar parte de sus respectivos partidos políticos. Para los organismos internacionales somos o no, miembros de minorías raciales, sociales o grupos vulnerables. En los centros de educación superior, la forma más sencilla de localizarnos es mediante un número de cuenta que se asigna al momento de matricularnos.

El ser humano ha sido reducido a un número de identificación y cuando deja de existir pasa a engrosar otra lista de números que registran el hecho.

Otra de las respuestas dadas por los niños fue que el mundo sería un lugar aburrido, pues las máquinas reemplazarían muchas de las tareas llevadas a cabo por las personas y esto haría que la vida cotidiana sea monótona, siempre haciendo las mismas cosas y con pocas oportunidades de realizar otras actividades, esta respuesta refleja lo que hoy en día vivimos. Nuestra vida es circular, establecemos rutinas, cumplimos con una serie de obligaciones y si queda tiempo, que casi nunca sucede por el agobiante ritmo que predomina, sobre todo en las ciudades, podemos contar con tiempo de ocio para dedicarnos a hacer cosas que rompan con estos ciclos.

Otros opinaron que en el 2000 las computadoras y la automatización serían las protagonistas y que traerían consigo la falta de oportunidades. Las personas no tendrán fuentes de empleo, pues solo aquellos altamente preparados podrán acceder a los puestos disponibles en el mercado laboral.

Automatización, números, estadísticas, monotonía, aburrimiento. Estas cinco palabras resumen lo que los niños de 1966 pensaban sobre el futuro, un mundo despersonalizado en el cual se empuja a la población a “vivir la vida”, sin cuestionar el orden existente y en donde, aquellos que lo hacen son percibidos como una amenaza.

Cuestionar ya no es un accionar propio, pensar y vivir sin estar inmersos en el mundo digital es hoy por hoy un acto de rebeldía, porque todo se resume a un aparato que llevamos en nuestras manos, que con un clic nos transporta a una “realidad distorsionada”, que no permite que nuestra mente realmente piense y cuestione.

No estoy en contra del avance tecnológico, hay procesos en los cuales la tecnificación es fundamental, pero sí estoy en contra de coartar a los jóvenes la posibilidad del discernimiento y cuestionamiento del orden establecido.

Mantenernos enchufados, es la forma en la cual se nos limita en el proceso de toma de conciencia. En un mundo que gira ininterrumpidamente, en donde se genera información a una velocidad nunca vista y en donde nos enteramos de todo en un santiamén, ser crítico implica hacer una pausa, dedicar tiempo para pensar y formarnos nuestro propio criterio.

Pero, si tomamos una pausa, ¿qué nos hemos perdido? ¿cuántas noticias se han generado?, ¿cuántas publicaciones he dejado de ver en ese carrete interminable de las redes sociales? ¿Hacer una pausa implica quedarme estancado? ¿implica estar desactualizado?

¿Estamos vislumbrando el fin de una era? Pareciera que es así, la realidad nos está enviando señales de que es lo que puede estar sucediendo con la humanidad, al observar como se quiere imponer una “agenda mundial” en sociedades tan desiguales. Estamos en una etapa en la cual nos hemos vuelto “esclavos digitales”, con un condicionamiento social que nos empuja a aceptar como una verdad absoluta lo que nos plantea la sociedad actual, sin cuestionamientos, aunque lo que veamos vaya en contra de nuestros principios.

En una sociedad en crisis, pensar y cuestionar el sistema es sin duda uno de los mayores actos de rebeldía.

*Profesora universitaria.

LO MÁS RECIENTE

Bielsa lamentó la «falta de peligrosidad» de Uruguay

Uruguay careció de «peligrosidad» ante Argentina y cayó 1-0 en Montevideo, por la eliminatoria...

CNE inicia escrutinio especial de actas de las elecciones primarias

El Consejo Nacional Electoral (CNE) comenzó este viernes el escrutinio especial de las actas...

Huawei hace magistral despliegue de tecnología con IA en el MWC Barcelona 2025

El Mobile World Congress (MWC) 2025, celebrado como cada año en Barcelona, fue el...

Relato de sobreviviente: El avión tronó antes de caer al mar

Desde la cama del hospital, Jairo Vargas brindó sus primeras declaraciones en las que...