Óscar Lanza Rosales
Las elecciones primarias del 9 de marzo en Honduras, que debieron ser una fiesta cívica, fueron un caos en irregularidades. Hubo problemas con la distribución del material electoral, retrasos en la apertura de mesas y falta de boletas y urnas. El Consejo Nacional Electoral (CNE) usó buses urbanos en vez de camiones, agravando la logística, y se insinuó que las Fuerzas Armadas (FF.AA.) pudieron haber obstaculizado el proceso deliberadamente. Observadores y ciudadanos exigieron transparencia e investigación.
Este desorden nos deja las reflexiones y lecciones siguientes:
Primera. La demostración de civismo por parte de los ciudadanos que, con ferviente deseo y perseverancia, ejercieron su derecho al voto a pesar de los incontables obstáculos. La ciudadanía merece un gran aplauso por su valentía al defender y hacer valer su voto, contribuyendo así a la defensa de la democracia y la libertad.
Segunda. El pueblo sospecha que fue el partido de gobierno el que intentó distorsionar los resultados de este proceso electoral, buscando posicionar a su precandidata oficial y su organización como los más votados. Para ello, se habría propiciado la desorganización en las ciudades con mayor carga electoral: Tegucigalpa, San Pedro Sula (SPS) y Choloma, además de Santa Bárbara, que representan aproximadamente el 30% del censo electoral.
Tercera. El CNE intentó minimizar la crisis electoral argumentando que los problemas sólo se presentaron en Tegucigalpa y SPS, asegurando que en el 98.5% del país todo transcurrió con normalidad. Sin embargo, esta afirmación es engañosa, ya que mide la situación en función del número de municipios y no de la carga electoral. Consejeros del CNE, ¡no subestimen la inteligencia del pueblo!
Cuarta. La ciudadanía teme que este atentado contra el derecho al voto quedará impune debido a la falta de confianza en la independencia del Ministerio Público y el Tribunal Superior de Cuentas. A pesar de que ambas instituciones han prometido una investigación exhaustiva, muchos dudan que se llegue a identificar y sancionar a los responsables.
Quinta. En estas elecciones primarias participaron 15 movimientos: 4 del Partido Liberal (PL), 4 del Partido Nacional (PN) y 7 del Partido Libertad y Refundación (Libre). De estos últimos, seis respaldaban a la ministra de Defensa, Rixi Moncada, como precandidata oficial, mientras que la séptima corriente, liderada por Rasel Tomé, parecía un mero relleno para simular democracia interna. Ahora, Rixi es presentada como la precandidata más votada, pero sin haber tenido una competencia real en su partido. A diferencia de los procesos internos del PL y el PN, donde los cuatro movimientos de cada partido se esforzaron por ganar la contienda, Moncada contó con el respaldo del gobierno, la presidenta y su esposo. Además, se denunció que los empleados públicos fueron obligados a votar en las urnas de Libre bajo amenaza de despido. De ahí la gran cantidad de votos en blanco, producto de quienes no respaldaban a la precandidata o eran seguidores de otros partidos. Por eso no se pueden comparar los votos obtenidos por Na
sralla en el PL o por Asfura en el PN con los de la precandidata oficialista, porque las condiciones de competencia fueron distintas.
Sexta. La confianza en las FF.AA. ha decaído debido a su descuido o probable complicidad en el desorden electoral. Desde el retorno a la democracia, las FF.AA. habían cumplido cabalmente con la logística electoral, pero esta vez fallaron, y curiosamente, bajo el gobierno de Libre. Algunos proponen buscar una alternativa para la gestión logística de las elecciones generales. Sin embargo, creo que lo correcto es exigir que las FF.AA. cumplan su papel constitucional con una mejor planificación del CNE y una clara delimitación de responsabilidades. Para eso tienen un presupuesto considerable; no hay razón para que el CNE contrate transporte privado cuando las FF.AA. cuentan con una flota de camiones que debería estar al servicio del país.
Séptima. Los partidos políticos fueron meros espectadores del proceso electoral y no se preocuparon por brindar suficiente información a los ciudadanos sobre los precandidatos, especialmente en el caso de los diputados. Para quienes intentamos seleccionar a los mejores candidatos de Francisco Morazán, resultó difícil elaborar una planilla de 23 nombres, al sólo contar con las fotos de los precandidatos. Para las próximas elecciones, es imperativo que los partidos proporcionen al menos una mini biografía de cada candidato.
Para finalizar, nuevamente agradecemos a los compatriotas que, con entusiasmo y perseverancia, lograron salvar este proceso electoral. De no haber sido por ustedes, el desastre habría sido mayor. Así se construye ciudadanía, y así se defiende y fortalece la democracia y la libertad.