LA CEIBA, Atlántida. La acongojada madre, Doris Hernández, enfrenta el dolor más grande de su vida tras perder a sus dos hijas, Angie y Andrea Flores, en el trágico accidente de aviación en la isla de Roatán el pasado lunes, donde en total fallecieron una docena de personas.
«Mis hijas andaban en Roatán trayendo un documento porque Angie se iba a graduar en el colegio Eben Ezer y le pedían ese papel porque ella había estudiado allá», relató la madre con profundo pesar.
Angie, de 18 años, estaba a punto de graduarse en Administración de Empresas. Su hermana Andrea la acompañó en el viaje para visitar a su padre, residente en Roatán, con quien ambas tenían una relación muy cercana.

Según Doris Hernández, sus hijas viajaron la mañana del lunes con planes de regresar ese mismo día a La Ceiba. Sin embargo, la tragedia cambió sus vidas para siempre.
«Lo último que platicamos con ella fue cuando me llamó para decirme que ya había arreglado todo y que estaban en el aeropuerto. A las 6:10 de la tarde salía el vuelo», recordó la madre.
Momentos después, recibió la devastadora llamada del padre de las jóvenes, informándole que los cuerpos serían trasladados a San Pedro Sula para la autopsia.
Andrea, de apenas 7 años, estudiaba el segundo grado en la escuela Policarpo Paz García de la colonia Melgar. Angie, por su parte, era una joven entregada a la fe, participando en danzas en su iglesia evangélica.
Ambas hermanas eran descritas como jóvenes temerosas de Dios, dedicadas a servir a Dios y con un futuro prometedor, que se vio truncado en un fatídico instante. (GH)