Lorenza Durón
Hay un candidato político que goza de gran popularidad entre los 19 millones de habitantes de su país. Miembro desde 2007, esta supuesta democracia europea cuenta con una población cristiana casi homogénea y un hermoso patrimonio que es cuna, fuente de inspiración de leyenda, arte y poesía. Tras la victoria de Calin Georgescu en primera vuelta, las elecciones presidenciales rumanas fueron anuladas por [razones]*. La minoría perdedora – y los medios alineados a esta – tildan al favorito del pueblo, al que no quiere la guerra, al que quiere tener buenas relaciones con sus vecinos, como “un populista de extrema derecha” y lo han detenido previo a la celebración de la siguiente ronda electoral sin esperanza del amparo judicial.
Fuera de las “revoluciones de color” orquestadas y sus equivalentes en forma de montoneras subsidiadas, ni siquiera trataron de dejarle participar en un proceso, como suelen hacer los expertos en fraude electoral. Pudieron celebrar elecciones y hacer uso de nuevas o viejas artimañas en un proceso no auditable, o uno electrónico y por ende jaqueable, desatendiendo la cadena de custodia de las urnas, aprobando el envío de votos por correo, introduciendo papeletas llenas, contando los votos sin imparcialidad o sobornando a los imparciales para falsear el resultado, sumando el voto de los muertos, de los trashumantes, de los ilegales, de los que ya votaron, de los que no tienen derecho a votar, de los que no han querido votar, de los que no tienen sano juicio para votar, de los que no tienen edad para votar, de los que no existen. Pasa que cada vez es más difícil con el periodismo ciudadano que complica la jugada si los jueces llegasen a admitir un recurso y aun las pruebas. Pasa que el ciudadano sabe que le están privando de su decisión democrática.
Hay un glitch en el sistema cuando un régimen ya no se puede sostener con propaganda, cuando las campañas no encajan con la realidad. Cuando pretenden ensartarse en el poder a través de una selección y no de una elección.
La verdad está en las manos de la historia, que es la astucia de la razón, que emerge de la mente de Dios, dice un filósofo proscrito de YouTube sobre la idea de Hegel. Vox populi, vox Dei… Y el acto de devolución que sentencia Anaximandro: tisin didonay. Pierden cada vez que engañan.
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*pero quiero decir tramas, como las del playbook de un color revolution, como denunciar sin pruebas la injerencia externa o abusos en la financiación cuando el candidato no tiene el respaldo de la Open Society Foundation o las grandes agencias de prensa, por ejemplo. — ** Tisin didonay citada por el poeta rumano “…se retrasan en la calle / con los charlatanes que venden cal en polvo / como remedio, / muy cerca de los trileros”