A la manifestación acudieron «más de 25,000 personas», según las autoridades locales.
«La lucha está lejos de haber terminado», dijo a la AFP Rosa Muñoz Alcalá, de 67 años, que participaba en la manifestación multigeneracional intergeneracional.
«Queremos una igualdad real, no de pacotilla o de quedar bien», dijo esta jubilada, que reclama que las mujeres «ganen lo mismo que los hombres y tengan los mismos puestos de poder».
A su lado, su amiga Dori Martínez Monroy, de 63 años, dijo temer la llegada de la extrema derecha. «Se dan pasos hacia atrás, con lo cual lo que se ha conseguido hay que volver a reivindicarlo», aseguró.
La manifestación en Madrid es una de las más multitudinarias de un país pionero en Europa en materia de lucha contra las violencias de género.
El 8 de marzo es «un día ineludible», dijo Marc Farré, un profesor de 53 años, describiendo un momento de «ofensiva fascista, ultrarreaccionaria, ultraconservadora, una ofensiva para precisamente frenar todas las conquistas de derechos que se han estado consiguiendo».
Entre la multitud, Sofía, Luna y Nahia, tres amigas de 18 años que no quisieron dar su apellido, gritaban «¡La culpa tiene que cambiar de bando!».
«Es la frase de nuestra querida Gisèle», explicó Sofía, refiriéndose a la francesa a Gisèle Pélicot, drogada y violada durante años por su marido y decenas de hombres que él contactaba a través de internet.
En 2024, Pélicot se convirtió en un icono feminista en todo el mundo por haber rechazado que el juicio de sus violadores en Francia se llevara a cabo a puerta cerrada para que, según ella, «la vergüenza cambie de bando».