Si las elecciones de noviembre próximo son libres y transparentes, no hay forma que el partido del gobierno pueda ganarlas, pues gozan de un repudio bien merecido por parte de la gran mayoría del electorado. En ese sentido, los favoritos, por su orden son, los liberales y en segunda instancia los nacionalistas, que llevarán seguramente como candidato al ex edil capitalino. Por supuesto, pesa sobre este partido la sombra de la deplorable administración de quien es hoy “huésped” carcelario en los Estados Unidos.
Responsable principal para que los actuales inquilinos de casa de gobierno hayan ganado abrumadoramente las pasadas elecciones del 2022, con el respaldo de otras corrientes y gente independiente que buscaban a toda costa derrocar 8 años del señor Hernández Alvarado. Así las cosas, podría quedar expedito el camino para que los liberales accedan al poder de la nación con el precandidato que resulte triunfador en las internas del domingo entrante.
¿Quién será éste? A mi entender la mejor opción es la abogada Maribel Espinoza Turcios, que no obstante reunir los requisitos necesarios de idoneidad para asumir tan alto cargo, no goza por desgracia, del arrastre popular que, sí tienen dos de sus principales contrincantes: Cálix Espinal y el señor de la tele. Ambos fervorosos aliados y defensores en el pasado reciente del partido y de la actual pareja presidencial, a la cual, hoy pretenden derrocar. Del primero, recordar ese video que linda en el servilismo más abyecto, donde llorando a moco tendido le rinde gracias a la actual presidente, a su esposo y al partido por tomarlo en cuenta.
Pero también a su favor, es ese otro suceso acaecido en el Congreso Nacional al momento de pretender elegir a la directiva, cuando Shaolín, entonces correligionario y compañero suyo de cámara, le propinó una patada voladora. El otro precandidato, es el segundo responsable que facilitó con su alianza, el triunfo electoral de los que gobiernan, insospechadamente aún y cuando los comportamientos y la filosofía política de uno y de los otros están en las antípodas, quedando en evidencia que todo se vale con tal de alcanzar el poder.
Entonces, ¿en qué quedamos?, acaso en esa mención que asegura que “en política no hay amigos ni enemigos permanentes”, y donde la frase de origen controvertido, de que “el fin justifica los medios”, viene a adquirir un carácter que no tiene el menor desperdicio. Claro que, en su defensa, muchos entonando la melodía de José José, dirán: “Ya lo pasado, pasado, no me interesa”. Bueno… ojalá acertemos esta vez, sino que Jehová nos agarre confesados.
J.J. Pérez López.
Barrio El Manchén.
Tegucigalpa, M.D.C.