Carta a Volodímir Zelenski: Me quito el sombrero

Por: Paolo Luers

Quién sabe qué consecuencias va tener su exhibición de dignidad, su valor a retar a Trump a un intercambio de argumentos. Lo hizo en forma racional, tranquilo, sin elevar la voz más allá de lo necesario para hacerse escuchar ante los gritos e insultos de Vance. Usted no es diplomático, es el comandante en jefe en un país en guerra. Pero, durante tres años de máxima tensión usted ha exhibido grandes talentos diplomáticos. Un diplomático que habla claro, que es insistente. Tampoco ha perdido los nervios en esta absurda escena en la Casa Blanca.

Estimado presidente:
Jamás en la historia un presidente visitante en la Casa Blanca ha sido tratado por un presidente estadounidense con tanto menosprecio e insulto como usted este día viernes 28 de febrero. Normalmente estas reuniones son privadas, los periodistas toman unas fotos y luego se retiran del Oval Office. Esta vez, Trump ordenó que se quedaran y grabaran toda la inusual discusión. El presidente de Estados Unidos quería humillar al presidente de Ucrania, país agredido por la Rusia de Putin, ante las cámaras y los ojos del mundo.

Lo que Trump y su vice Vance le dijeron, en parte a gritos, fue grosero:
• “Usted está jugando con la vida de millones”.
• “Usted está jugando con la Tercera Guerra Mundial”.
• “Ustedes ya perdieron la guerra”.
• “Usted tiene malas cartas”.
• “Nosotros estamos negociando un deal con Putin, decida si lo quiere tomar o si quiere hundirse”.
• Y cuando usted abrió la boca para defenderse, ambos le gritaron: “No nos falte el respeto, usted es un desgraciado”.

Es obvio: Trump y Vance lo ven a usted como un presidente derrotado de un país derrotado, que a saber si realmente existe como nación; como alguien que debería arrodillarse para rogar por ayuda; como alguien que vino a aceptar una vil extorsión al estilo de la Cosa Nostra: ¿Quieres nuestra protección? Entonces, nos vas a firmar un convenio que da a Estados Unidos el derecho de explotar los recursos naturales de tu país.

Vas a tener un país pobre y colonizado, pero si no lo aceptas, no vas a tener ningún país, porque sin nosotros no puedes defenderte contra Putin. De hecho, para firmar el convenio sobre los recursos naturales de Ucrania estaba usted sentado en la Casa Blanca…

Pero pasó algo aún más insólito que los insultos de Trump contra un presidente invitado: el presidente supuestamente derrotado abrió la boca para defenderse. Para argumentar. Para explicar. Pero esto los señores Trump y Vance lo tomaron como falta de respeto. Ante los líderes del imperio no se argumenta. Se escucha y se firma. Y se dice gracias.

Al presidente Macron, Trump medio le dejó pasar la irreverencia de tratar de explicarle al presidente de Estados Unidos que Ucrania necesita garantías de seguridad en cualquier acuerdo de paz – y ayuda militar mientras no callen las armas. Trump puso cara de bravo, pero lo dejó hablar. Pero Macron es presidente de Francia, no de un país que según Trump -y Putin- no es sujeto de respeto, es sujeto de un deal entre los grandes. Y para Trump, en particular, es un real estate deal, así como lo busca en Panamá, en Gaza, en Groenlandia.

Quién sabe qué consecuencias va tener su exhibición de dignidad, su valor a retar a Trump a un intercambio de argumentos. Lo hizo en forma racional, tranquilo, sin elevar la voz más allá de lo necesario para hacerse escuchar ante los gritos e insultos de Vance. Usted no es diplomático, es el comandante en jefe en un país en guerra. Pero, durante tres años de máxima tensión usted ha exhibido grandes talentos diplomáticos. Un diplomático que habla claro, que es insistente. Tampoco ha perdido los nervios en esta absurda escena en la Casa Blanca.

Por el momento, Trump ha suspendido la firma del convenio sobre los recursos naturales de Ucrania. Pero él quiere estos minerales para poder competir con China y Rusia. Va a regresar a la mesa.

El convenio que hoy iban a firmar de todas formas es envenenado. Es extorsión. Si no hay garantías de que Trump realmente brindará la protección que vende, es una trampa. Insistir en estas garantías no es falta de respeto, no es ofensivo, es su deber.

Trump no lo entiende, pero lo que sí entiende es cuando alguien no firma el primer borrador de un contrato. Mucho menos cuando está en juego la existencia de todo un país.
Hoy usted se ha ganado nuevamente el respeto y la admiración del mundo.
Saludos,
Paolo Lüers ElSalvador.com

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