La hoguera de las vanidades

El Tratado de Extradición con los Estados Unidos ha sido un útil y necesario instrumento jurídico en el combate que se libra contra el crimen organizado y el narcotráfico. Particularmente, y es una vergüenza decirlo, porque las instituciones hondureñas que deberían estar al servicio de la investigación y la aplicación de la justicia, han brillado por su ausencia y la complicidad con los infractores comprendidos en este tipo de delitos.

De tal forma, que, para cubrir la ceguera e inoperancia de aquellos órganos confabulados con los otros poderes del Estado, tiene que venir la autoridad extranjera a llevarse y juzgar en sus tribunales a todos aquellos que tengan cuentas pendientes con la justicia de su país, mientras que en Honduras o no han sido tocados ni con el pétalo de un rosa, – ¿verdad Ministerio Público? -, o bien se les ha extendido cartas de libertad suficientes para que sigan haciendo de las suyas. Por la misma razón, se pide la instalación de la Comisión Internacional contra la Corrupción e Impunidad en Honduras (CICIH), por cierto, una de las tantas promesas de campaña incumplidas por las falacias de este gobierno.

Encima, esta administración pidió meses atrás la denuncia del Tratado de Extradición aduciendo un pretexto inverosímil y absurdo, cuando más bien el sentimiento que aún priva en el conglomerado social, es que se intentaba proteger a gente importante del gobierno, sobre todo, un pez gordo ligado por vínculos familiares con la pareja presidencial, y, por tanto, fuerte candidato para ser llevado a rendir cuentas a la justicia estadounidense. Para entonces, los miembros y simpatizantes de su partido, más los funcionarios del Estado y no digamos los favorecidos con la medida, bailaban de gozo al son de pitos y panderetas. No obstante, a solo diez días que se hiciera efectiva la eliminación de dicho acuerdo, el gobierno decide suspender su denuncia, y aquellas voces de júbilo ahora permutan en saludos de exaltación a su presidenta por su rectificación.

Incluso, sobran quienes se atreven a decir que tal logro es parte de una negociación que este gobierno llevó a cabo con la administración Trump. ¿Cuál negociación? Para los norteamericanos, nos guste o no, es fácil doblarle el brazo a países como el nuestro sin necesidad de reclamo alguno. Dicho ello sin ser gringuista, pues quien escribe ni visa tiene. Basta una simple llamada, o bien una declaración, y punto. Véase sino lo que ocurrió con Colombia en el tema de rechazar en principio, dos vuelos en aviones militares que traían a inmigrantes colombianos deportados. La reacción inmediata de Casa Blanca fue imponer un gravamen del 25% a la importación de los productos del país cafetero, lo cual impactaría gravemente en su economía. E igual medida podría aplicarse a Honduras. O peor, con el agregado de la suspensión de auxilios económicos, o una tasa arancelaria a las remesas que envían nuestros compatriotas. ¡Jaque mate!

J.J. Pérez López.

Barrio El Manchén.

Tegucigalpa, M.D.C.

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