A ver, ¿qué fue lo que no entendimos?

Otto Martin Wolf

Cuando la presidenta el año pasado anunció su decisión de Denunciar al Tratado de Extradición con los Estados Unidos, las razones que expuso -textualmente- fueron: “para evitar que los Estados Unidos lo usara contra militares que le son leales y de esa manera evitar un posible golpe de Estado”.

No entiendo qué relación hay entre esa supuesta conspiración y el mencionado Tratado, de verdad no lo entiendo.

Pero sí que entiendo que “por una extraña coincidencia” pocos días después de esa declaración de la presidenta fue publicado internacionalmente el video donde se muestra a su cuñado, conocido como Carlón, negociando con narcotraficantes el monto y destino de un pago de 650 mil dólares de los cuales el cincuenta por ciento iría para su hermano, el comandante.

Me es difícil entender por qué el Canciller de la República declaró que lo hacían para evitar “politizar” el asunto del Tratado, logrando exactamente lo que dijo quería evitar, es decir “politizarlo”.

¿Qué tiene que ver el Tratado con la política nacional? Ni siquiera la deportación del expresidente fue tomada como un acto político, así que no lo entiendo.

Exceptuando a los allegados al gobierno, la sociedad entera empieza a enumerar los perjuicios que podría traer a Honduras la denuncia del tratado; todos los argumentos, peticiones y súplicas son rechazadas por el gobierno que se mantiene firme en su absurda -pero entendible- decisión.

De repente, cuando apenas faltan unos pocos días para que entre en vigencia la suspensión del Tratado de Extradición, la presidenta cambia de opinión y decide mantenerlo hasta el final de su período, eso medio lo entiendo y sinceramente me alegro.

Creo que está relacionado con dos cosas: La primera, que posiblemente sus familiares involucrados en el narco video se encuentran a salvo en algún país vecino y la segunda el perjuicio para la candidata de su partido en las próximas elecciones.

Luego, el hombre de “para no politizar el tema” dice que el año pasado precisamente la candidata de su partido, viajó a los USA para arreglar el asunto de la denuncia del Tratado, cosa que en un país normal le correspondería precisamente a él.

Pero, además, en ese momento estaba en el poder Biden, del Partido Demócrata y ahora quien toma las decisiones en política exterior en los USA es Trump del Partido Republicano, no entiendo cómo algo tan sencillo no lo sabe el canciller.

Hablando de no politizar, él mismo trata de darle algún mérito político a la candidata de su partido por la renuncia de denunciar el Tratado, lo comprendo, pero no lo entiendo.

No entiendo tampoco las explicaciones que la presidenta dio para deshacer lo hecho y, en un caso único en la historia política mundial, pretender quedar como heroína y presentar como un gran triunfo lo que a todas luces fue simplemente una sacada de escarpín.

Creo que su discurso debió haber sido algo así: “He escuchado la voz del pueblo y seguido su mandato, la voz del pueblo es la voz de dios, buenas noches”.

Nada más, absolutamente nada más.

Todo lo que pueda decir -y otros en su nombre para aclarar las cosas- sólo ayudará a poner en mayor evidencia lo que había detrás de la denuncia al Tratado y aumentar el desprestigio de su gobierno y, lamentablemente, del país.

Entre los muchos factores que la obligaron al retroceso se encuentra la parada en seco que Trump le dio al presidente de Colombia justo al comienzo de su mandato hace apenas unas semanas.

El mismo hombre que dijo que los narco dólares de Bogotá ahora se quedaban en Tegucigalpa, sin que el gobierno hondureño presentara una protesta -como era su obligación y deber patriótico- el presidente colombiano Petro, se envalentonó y rehusó recibir dos aviones militares cargados de deportados.

En un par de horas retrocedió, demostrando que su posición no era tan pétrea y que, comparado con los USA, Colombia es apenas una pequeña hormiga, tanto económicamente como en el campo militar y él un insignificante presidentito de un pequeño paisito, eso sí que lo entiendo.

Petro, dicho sea de paso, le dio a Trump la magnífica oportunidad de mostrar, sin ningún esfuerzo ni costo, su determinación en el asunto de los ilegales, un gran ejemplo para otros, una señal de alerta: “hay un loco en el timón y nos puede atropellar cuando se le ocurra”.

De ahora en adelante, en lo que queda de su mandato, lo que conviene para Honduras es “no hacer olas”. Hay que entender que tampoco nosotros significamos mucho para los USA y que, por el contrario, necesitamos que compren nuestros productos, que no les vayan a poner impuestos como están haciendo inclusive con sus más cercanos aliados, que nos visiten sus turistas, que se renueve el TPS y que no deporten demasiados hondureños, que sigan llegando las remesas.

Eso lo entiende cualquiera.

[email protected]

LO MÁS RECIENTE

Viceministra de seguridad, Julissa Villanueva: “Células de Tren de Aragua ya operan en Honduras y la Policía lo sabe”

La viceministra de Seguridad, Julissa Villanueva, afirmó que la banda criminal venezolana “Tren de...

Más de 3 mil reclusos recobrarán su libertad

El coordinador de la Mesa Técnica de Desinternamiento de los Centros Penales Magistrado Mario...

Violencia empaña las primarias en Honduras

El proceso de las elecciones primarias e internas que Honduras celebrará el 9 de...

Solo 21% de precandidatos acreditaron sus cuentas

Solo el 21 por ciento de los aspirantes a cargos de elección popular en...