Los tres jinetes

Gustavo Adolfo Milla Bermúdez*

Para la ciencia política moderna es una terea difícil al precisar la naturaleza del Estado, en un momento de intensa transformación de las instituciones políticas y sociales. No podemos hablar de una evolución normal de las ideas y de las formas políticas porque vivimos una de las revoluciones más profundas de la historia que por esta vez, válidamente llamarse universal.

Estamos en presencia de una de las crisis incontenibles de las instituciones sociales tradicionales, dominadas por un relativismo de los conceptos básicos de la política. Estas tendencias deben ser analizadas porque un complejo de fenómenos de mutación o de transformación social que domina a todos los pueblos del orbe. Cuando aludimos al Estado nos referimos a la sociedad políticamente organizada, es decir, a grupos enlazados en una comunidad internacional que se somete a una estricta revisión al nacionalismo político y pretende formular consideraciones ecuménicas, que desde luego forman el debate irreconciliable de actualidad.

El actual periodo de transformación mundial podría llamarse con la misma razón era de la ciencia o era de la astro política. No cabe imaginar que la ciencia política vaya a ser la única de entre todas las artes y ciencias que no quede afectada por los cambios que experimenta y ha de experimentar el mundo. El tema característico de la ciencia política se refiere al proceso político propiamente dicho, no es posible pensar que la teoría del Estado y el derecho queden fuera del acelerado ritmo de la historia.

La lucha ideológica de nuestros días, nos coloca en una situación comprometida porque se pretende obligarnos a optar por algunos de los sistemas contradictorios entre los cuales no aparece de momento una formula feliz y conciliadora que permita la coexistencia de regímenes antagónicos que mantienen la amenaza de una desquiciante contienda universal. Jamás se habrían hallado hasta tan dramática y creciente tensión internacional por más tiempo, arrojaría desfavorablemente nuevas generaciones neuróticamente taradas, o desprovistas de aquellos ideales o valores que han gobernado la acción superior de los hombres.

La fuerza de las circunstancias nos obliga a veces a refugiarnos en la soledad por la inconformidad del mundo social que nos rodea y nos angustia. Allí donde podemos afirmar con Voltaire “El paraíso terrenal está donde yo estoy”. Cuántas veces nos traicionamos a nosotros mismos, porque frecuentemente equivocamos el camino y nos alejamos de la luz, sobre todo en la juventud, llena de rebeldías e inquietudes que hicieron en más de una ocasión decir, como el filósofo de Ferney: “He visto todas esas cosas y no tengo aun veinte años”. Y luego llegar a una escuela donde enseñan las leyes de los hombres que se supone que las más justas, las más necesarias para no destruirnos y para una vida justa y pacífica, sin que ellas puedan borrar lo que el filósofo de la ironía y del ingenio mordaz nos había enseñado: la ley está en mi corazón. Solo la conciencia me puede condenar o absolver por los actos de una vida que nunca se ha ajustado a las exigencias de una sociedad que no se quita la camisa de fuerza.

Los tres jinetes de la Apocalipsis se han dado cuenta que la soledad mata al hombre y es por eso que ellos huyen del aislamiento y tienden a la compañía de estar juntos.

Rusia, Estados Unidos y la China comunista son los reyes magos que pueden vituperar siguiendo un proceso evolutivo de los países expectantes.

En el seno de las Naciones Unidas se encuentra el Consejo de Seguridad y los que determinan son los tres mosqueteros: China Continental, Rusia y Estados Unidos y los otros dos sólo son un número decorativo. Otra tribu como los tres jinetes no se permite, sólo ellos pueden repartir el dogmatismo ideológico de doctrinas políticas utópicas -diplomáticas por principios de carácter de filosofía política hipócrita que se esparce en todo el globo terrenal.

¿Cuándo empezó la guerra en Ucrania y cuándo se cree que puede tener fin…? Pues sólo los tres saben; Vladímir Putin, Xi Jinping y Donald Trump. Quien más, fuera manos. Solo somos tres, nadie más.

Habrá paz en el mundo, no lo creo. Pues los tres tienen intereses egocentristas y pelean por ser solo uno para maniobrar mejor al mundo. .

*Lic. en Economía política.

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