El viraje operado por Estados Unidos con respecto a la guerra en Ucrania se escenificará el lunes en Naciones Unidas, donde dos resoluciones -una presentada por Ucrania y la UE, la otra por EE.UU.- competirán en un foro donde hasta ahora las potencias llamadas «occidentales» caminaban de la mano frente a Rusia.
En un fin de semana de intensa actividad diplomática, el diario The Washington Post aseguró que Estados Unidos presiona para que Ucrania retire su resolución, que se prevé sea votada al mediodía hora local de Nueva York en la Asamblea General, en favor de una resolución estadounidense que se presentará en la tarde ante el Consejo de Seguridad.
La resolución ucraniana ha sido fruto de un extenso proceso de consultas, tanto con países más ‘tibios’ en su apoyo a Ucrania como China, India o Arabia Saudí, como con Estados Unidos, y hasta el viernes la única duda era si Estados Unidos votaría a favor o se abstendría, según fuentes diplomáticas involucradas en estas consultas.
El texto que se presentará en la Asamblea exige sin equívocos «una retirada inmediata, completa e incondicional de todas las fuerzas militares (rusas) del territorio de Ucrania» -es decir, las cuatro regiones que Rusia se anexionó unilateralmente en septiembre de 2022- y «un cese inmediato de hostilidades».
Asimismo, subraya la necesidad «de garantizar la rendición de cuentas de los crímenes más graves cometidos en el territorio ucraniano a través de investigaciones independientes a nivel nacional e internacional».
Sin embargo, el viernes por la noche el secretario de Estado de EE.UU. Marco Rubio sorprendió a propios y extraños anunciando «una resolución histórica» de su país en el Consejo de Seguridad, y dijo que «la totalidad de Naciones Unidas debería apoyar para allanar el camino a la paz».
Las únicas líneas que se han filtrado sobre el texto no hablan de «invasión» ni de «guerra», sino que se refieren a un genérico «conflicto ruso-ucraniano» que ha costado «una trágica pérdida de vidas», e insta a «una paz duradera» entre los dos países.
El precedente de años anteriores
La Asamblea General no se reúne específicamente sobre Ucrania desde hace dos años, y en aquel momento la resolución que pedía una retirada incondicional de las fuerzas rusas del país cosechó 141 votos, frente a 32 abstenciones y solo siete votos contrarios emitidos por aliados incondicionales de Rusia.
El recurso a la Asamblea General ha sido en estos tres años casi obligatorio dada la inoperancia del Consejo de Seguridad, pues debido al derecho de veto de Rusia ha sido incapaz de sacar adelante en el Consejo una sola resolución sobre la guerra; en el caso de la Asamblea, sus resoluciones no tienen carácter vinculante pero se considera que tienen fuerza moral y ayudan a escenificar el apoyo internacional de algunas causas.
La resolución ucraniana ya partía este año con menores expectativas, debido en parte a las consecuencias de la guerra en Gaza, que han extendido en muchos países del llamado ‘sur global’ la impresión de que hay un ‘doble rasero’ según los conflictos.
Pero ahora, con el radical viraje de Estados Unidos, que está multiplicando los gestos favorables a Vladímir Putin -Donald Trump rehusó calificarlo de ‘dictador’, como sí hizo con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski-, los países europeos temen que muchos países de ese mismo ‘sur global’ se sientan mucho menos comprometidos con Ucrania.
La guerra de Ucrania ha dejado en tres años, según cifras de la ONU, 12.650 civiles muertos y 29.000 heridos (80 % de ellos en Ucrania y un 15 % en Rusia), así como ha provocado el desplazamiento de 3,7 millones de personas y el exilio de casi siete millones más, casi todos ucranianos.
Pero la nueva postura de Trump va a dejar otra víctima, como es el consenso euroatlántico entre Estados Unidos y los países del Viejo Continente, un consenso ya gravemente afectado por las amenazas arancelarias de Trump, su promesa de apoderarse de Groenlandia (territorio danés) o las injerencias de EE.UU. en la política interna europea, manifestados en los mensajes del vicepresidente J.D.Vance en favor de las fuerzas más ultraderechistas en Europa. EFE