“TOMANDO uno de sus editoriales –mensaje de la leída amiga– como recomendación de lectura, encontré “The Screw Tape Letters”, de C.S. Lewis; ¡fantástico!”. Alusivo a la conversación de cierre: (Y no hay que olvidar –suma el Sisimite– que “San Francisco de Asís, conocido por su amor por los animales, veía a todas las criaturas como parte de la familia de Dios, aunque no habló explícitamente sobre la vida eterna para ellas”. -Vuelvo a citar –tercia Winston– “algunos pensadores cristianos modernos, como C.S. Lewis, han especulado que los animales que tienen una relación especial con los humanos (como los perros) podrían participar de la vida eterna debido a esa conexión y al amor de Dios”).
“No hablan de los gatos –escribe la doctora amiga– a pesar que he tenido perros tengo una mayor conexión con los gatos y siento que son seres espirituales; lo relajan y acompañan igual que el perro en circunstancias difíciles, con la diferencia que ellos no son domados como el perro”. “Interesante filosofía de los mayas, no se pierde el interés del hombre por lo que ocurre después de la muerte”. “Ese viaje al inframundo que quizás nos lleva a la reencarnación o a otro estado espiritual”. De preferencia la Chat-GPT porque esa “DeepSeek” de los chinos de momento no nos convence: “Los gatos domésticos no eran comunes en Mesoamérica, ya que el gato doméstico (Felis catus) fue introducido en América por los europeos después del siglo XV”. “Sin embargo, los mayas sí tenían contacto con felinos salvajes, como el jaguar, el ocelote y el margay, y estos sí tenían un simbolismo sagrado”. “El jaguar (Balam en maya) era una criatura mística y poderosa, asociada con el mundo de los espíritus, la noche, la guerra y los gobernantes”. “En la cosmovisión maya, el jaguar era un navegante del inframundo, capaz de moverse entre los mundos de los vivos y los muertos”. “En muchas representaciones artísticas, los señores del Xibalbá aparecen con características de jaguar, y algunas deidades, como Tepeyólotl, el corazón de la montaña, estaban vinculadas con este felino”. En otras culturas del mundo, sí hay historias donde los gatos protegen el alma de sus dueños: “Los egipcios creían que los gatos estaban conectados con lo divino y que podían proteger a sus dueños de espíritus malignos”. “La diosa Bastet, representada como un gato o una mujer con cabeza de felino, era la diosa de la protección, la armonía y el hogar”. “Se creía que los gatos eran sus enviados y que alejaban a los espíritus dañinos”. En la cultura japonesa, existe la creencia de que “los gatos pueden ver y ahuyentar espíritus malignos”. “Los bakeneko y nekomata son gatos sobrenaturales que pueden actuar como guardianes o vengadores de sus dueños si estos han sido maltratados en vida”. “En la Europa medieval, los gatos tenían una reputación ambigua. Mientras que en algunas culturas eran vistos como protectores del hogar y guardianes contra el mal, en otras se les asociaba con la brujería y los consideraban guardianes del alma de los magos y hechiceros”.
(¿Leíste –entra el Sisimite– eso de los gatos vinculados a la hechicería? -Esas supersticiones satanizándolos –responde Winston– en defensa de los gatos (no hay tales pleitos de chuchos y gatos), nacen en la edad media. Fue tópico de un editorial anterior, pero en aras de los gatos mascotas del colectivo, el cuento hay que volver a contarlo, en otra oportunidad, ya que, de momento, se agotó el espacio. “El mito de los gatos y la hechicería tiene mucho que ver con las antiguas cerveceras medievales y la persecución de mujeres en un contexto donde se les quería excluir de ciertos trabajos”. “Lo irónico es que elementos como los calderos, los sombreros puntiagudos y los gatos, que eran parte de su vida cotidiana, terminaron convertidos en símbolos de la brujería”).