BARLOVENTO: Sociedad del hastío desolador

Segisfredo Infante

Byung-Chul Han es un filósofo surcoreano formado en Alemania. Pertenece a la nueva generación de pensadores eruditos que buscan otros paradigmas. No siempre encuentran las salidas esperadas. Pero hacen el esfuerzo intelectual. Estos eruditos leen de todo sin predecir las posibles reacciones de sus lectores o destinatarios, pues vivimos, en teoría, en la época de “la información y el conocimiento”, es unos ambientes en donde la gente, aferrada a las redes sociales, apenas lee lo que tiene a la mano.

Durante el año 2012 Byung-Chul Han publicó su libro “La sociedad del cansancio”, con el fin de caracterizar nuestros tiempos actuales en la esfera mundial. No se refiere en forma directa al capitalismo ni tampoco al socialismo, sino a sociedades saturadas de los conceptos de “rendimiento” y “competitividad”. Esta nueva sociedad, según el autor, ha venido a suplantar la dinámica disciplinaria del capitalismo anterior, encargada de someter a las masas trabajadoras. El nuevo paradigma es que los individuos están solos en sus tareas laborales, buscando el mayor rendimiento posible frente a las estructuras de poder tal vez invisibles e inaudibles. Una de las conclusiones a las que llega el autor que nos ocupa, es que el trabajador de cualquier nivel societario “se explota a sí mismo” y es “un verdugo y víctima” de sí mismo, todo en aras de un mayor rendimiento productivo en las redes de la competitividad de la “sociedad tardomoderna”.

No me queda muy claro qué es lo que el autor se propone con su libro “La sociedad del cansancio” actual, en tanto que las sociedades anteriores padecieron también de cansancio y hastío frente al sinsentido de jornadas laborales asfixiantes, en donde los trabajadores hacían cosas con el fin de justificar un salario y apenas sobrevivir cada día en medio de una familia macilenta y con escasas posibilidades de superación. La impresión que tengo es que el autor desea, más que todo, discutir e invalidar las teorías de otros filósofos como Hannah Arendt (incluso Hegel) y aplaudir las intuiciones de Friedrich Nietzsche. También me parece que desea comparar el organismo humano y los problemas inmunológicos con el organismo social, olvidando que tales comparaciones ya se realizaron a mediados del siglo diecinueve, bajo la influencia de la mecánica clásica.

Creo que Byung-Chul Han exhibe intuiciones geniales. Pero “No” las desarrolla por cortedad de sus textos o por sólo tomar en cuenta lo que dicen otros autores. A mi juicio los individuos de las sociedades modernas y “tardomodernas” padecen todos de cansancio y de frustraciones ya sea que se encuentren inmersos en modelos disciplinarios anteriores o en donde se venda la idea de la libertad laboral súper-eficiente. La única diferencia entre las sociedades desarrolladas del siglo veinte con respecto a las actuales, es que los hombres y mujeres de ahora han acumulado mayores niveles de incertidumbre, y en consecuencia más desilusiones, frustraciones, desengaños y altos niveles de estrés y depresión, pues podría darse el caso que el filósofo coreano sólo haya estudiado a los hombres de las sociedades desarrolladas de actualidad. No se ha tomado el costo, suponemos, de estudiar a las agrupaciones laborales de finales del siglo diecinueve y siglo veinte que paso a paso, dados los crecimientos económicos, se convirtieron en clases medias y sus hijos llegaron a los colegios de secundaria y a las universidades. Tampoco hace mención (por lo menos en este libro) de los quiebres históricos ocurridos con las dos grandes guerras mundiales en que los valores morales cayeron hechos pedazos por la pendiente del abismo. Luego vino la “Guerra Fría” en que todo mundo era “sospechoso de una sospecha”. Sin repetición mecánica de sucesos podría decirse que ahora mismo los sospechosos de cualquier sospecha, por analogía, son los migrantes y las personas que poseen opinión propia sobre los temas domésticos en general y sobre las guerras en particular.

Habría que sugerirle al escritor surcoreano que venga a darse una vuelta de varios meses por América Latina, porque creo que un hombre sensible con su formación intelectual, quedaría consternado por la suerte de los migrantes y de los desempleados. Los migrantes “latinos” chocan contra el muro de la crueldad y de la indiferencia, cargando cansancios y hastíos infinitos por todas las penalidades que tienen que atravesar. Se olvida que son seres humanos con formación cristiana, y que están acostumbrados a la vida occidental, ello a pesar de las penurias y de todas las restricciones que se les imponen.

Por lo demás vale la pena citar aunque sea un fragmento de esta obra de Byung-Chul Han: “El sujeto de rendimiento (laboral) se encuentra en guerra consigo mismo y el depresivo es el inválido de esta guerra interiorizada. La depresión es la enfermedad de una sociedad que sufre el exceso de positividad. Refleja aquella humanidad que dirige la guerra contra sí misma”, sin dejar espacios vitales, o respiraderos, a la reflexión trascendente.

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