BARLOVENTO: Reservas de bosques nacionales

Segisfredo Infante

No es nada fácil adquirir una visión completa de los parques, reservas de bosques y áreas protegidas de Honduras. Aunque nuestro territorio es pequeño y vulnerable, son muchos los puntos minúsculos que los interesados pueden detectar con minuciosidad y de ser posible con una lupa sobre el mapa nacional. Lo primero que se destaca es la vasta “Biosfera del Río Plátano” cruzada por el río del mismo nombre y bordeada por el río Patuca y el río Paulaya. Acompañada, en forma paralela en su lado izquierdo, por el “Bosque Nacional Sierra de Río Tinto”. La zona es comparativamente grande en tanto que abarca una gran porción de los departamentos de Olancho, de Colón y de Gracias a Dios. Todo esto se localiza en la subregión nororiental de Honduras en donde también se afirma que subsisten los yacimientos escondidos de la mítica “Ciudad Blanca”, incluyendo Brus Laguna.

El otro gran bosque se localiza en la subregión sur-meridional del río Patuca, colindando con Nicaragua, en donde a la vez identificamos la “Reserva Antropológica” de los indios Tawahkas, vinculados a Olancho y La Mosquitia en general, y al municipio de Catacamas en particular. En el departamento de Gracias a Dios (léase La Mosquitia), podemos destacar, además, la “Reserva Biológica del río Kruta”, la de “Rus Rus” y la “Reserva de Vida Silvestre” de la enorme Laguna de Caratasca. A pesar de la importancia geográfica de La Mosquitia hondureña, ésta es una vasta zona desconectada de los centros metropolitanos del país, desde que los ingleses traspasaron el poder al Estado de Honduras en la época del presidente conservador y liberal Santos Guardiola. Apenas la Iglesia Morava ha hecho presencia en tal zona, y hace pocos años el obispo católico monseñor José Vicente Nácher Tatay, con fuerte influencia social. (También ha hecho acto de presencia, no hay que negarlo, el narcotráfico internacional).

La zona de Olancho, a pesar de la intensa deforestación, cuenta con el “Parque Nacional Sierra de Agalta” y con el “Parque Nacional la Muralla”, dos pequeños islotes en medio de la desolación. Más hacia el norte, en los alrededores de la ciudad-puerto de La Ceiba, se hermosea el “Parque Nacional Pico Bonito”. Y entre los departamentos de Yoro y Francisco Morazán, localizamos la “Reserva Antropológica Montaña de la Flor”. A la par, hacia la izquierda, está el “Parque Nacional Montaña de Comayagua”. En el centro del departamento de Francisco Morazán, bordeando la parte noreste de Tegucigalpa, capital de Honduras, se encuentra la extensa “Montaña de San Juancito”, con el “Parque Nacional la Tigra”, que todos los años es víctima de incendios forestales provocados por los disturbios climatológicos y por la mano de los hombres expertos en pirotecnias destructivas.

Hacia el sur del país, en los departamentos de Choluteca y Valle, contamos con varias reservas biológicas, bosques nacionales (predominantemente manglares) y reservas de vida silvestre. Sobresalen la Isla del Tigre con sus rocas de basalto y con su histórico puerto de Amapala, más la isla Zacate Grande en donde se escenifican, desde hace varios años, litigios incomprensibles de tierras, por aquello de las herencias sobre algo que es patrimonio del Estado y de las comunidades fácticamente asentadas. Ojalá que algún día se resuelvan estos problemas de Zacate Grande, por el bien de la República y del desarrollo económico de tan importante subregión estratégica.

Si nos movemos hacia la parte centro-nor-occidental del país, encontraremos el “Embalse Francisco Morazán” adornado con el “Parque Nacional Pico Pijol”. Luego el hermoso Lago de Yojoa triangulado por tres departamentos: Comayagua, Cortés y Santa Bárbara. En el departamento de Lempira sobresale, con la más destacada altitud, el “Parque Nacional Celaque” frente a la ciudad histórica de Gracias, que fungió a mediados del siglo dieciséis como “Audiencia de los Confines”, es decir, la capital de América Central en los inicios del periodo colonial o virreinal. Y en el extremo occidental del país encontramos el “Parque Nacional Trifinio” que es compartido, como el nombre lo indica, por tres países hermanos: Honduras, Guatemala y El Salvador.

No son pocas las reservas de vida silvestre y los pequeños parques nacionales que se quedan por fuera de esta lista. Ya que lo importante es remarcar que a pesar de todo aún tenemos diminutos respiraderos de oxígeno. Porque si observamos todo el mapa de Honduras percibiremos con cierto dolor que las reservas de bosques nacionales son como pequeños islotes en un país que amenaza con convertirse en un semidesierto en un tiempo comparativamente corto. Seudodesierto provocado principalmente por la mano del hombre, con escasos resultados en lo tocante al desarrollo industrial que ya debiéramos haberlo experimentado desde hace varios decenios. Lo triste es la deforestación sistémica sin valores agregados de ningún tipo. Hasta se dice (hay que verificarlo) que la ganadería extensiva ha comenzado a destruir la “Biosfera del Río Plátano”, el pulmón de América Central.

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