Entre los videos que suelo recibir a diario, me sorprendió gratamente un precioso poema cargado de sabiduría titulado “valgo”, escrito por la poetisa estadounidense Nadine Stair, publicado en 1978. Atribuido erróneamente a Jorge Luis Borges. Una bellísima lección de vida, de esas que se atesoran con el pasar de los años, y que dice: “De tanto perder aprendí a ganar; de tanto llorar se me dibujó la sonrisa que tengo. Conozco tanto el piso, que sólo miro el cielo. Toqué tantas veces el fondo, que cada vez que bajo, ya sé que mañana subiré. Me asombro tanto como es el ser humano, que aprendí a ser yo mismo.
Tuve que sentir la soledad para aprender a estar conmigo mismo y saber que soy buena compañía. Intenté ayudar tantas veces a los demás, que aprendí a que me pidieran ayuda. Siempre traté que todo fuese perfecto y comprendí que realmente, todo es tan imperfecto como debe ser (incluyéndome). Hago sólo lo que debo, de la mejor forma que puedo y los demás que hagan lo que quieran. Vi tantos perros correr sin sentido, que aprendí a ser tortuga y apreciar el recorrido. Aprendí que en esta vida nada es seguro, sólo la muerte… por eso disfruto el momento y lo que tengo.
Aprendí que nadie me pertenece, y aprendí que estarán conmigo el tiempo que quieran y deban estar, y quien realmente está interesado en mí, me lo hará saber a cada momento y contra lo que sea. Que la verdadera amistad sí existe, pero no es fácil encontrarla. Que quien te ama te lo demostrará siempre sin necesidad de que se lo pidas. Que ser fiel no es una obligación, sino un verdadero placer cuando el amor es el dueño de ti. Eso es vivir… La vida es bella con su ir y venir, con sus sabores y sin sabores…
Aprendí a vivir y disfrutar cada detalle, aprendí de los errores, pero no vivo pensando en ellos, pues siempre suelen ser un recuerdo amargo que te impide seguir adelante, pues, hay errores irremediables. Las heridas nunca se borran de tu corazón, pero siempre hay alguien realmente dispuesto a sanarlas con la ayuda de Dios. Camina de la mano de Dios, todo mejora siempre. Y no te esfuerces demasiado que las mejores cosas de la vida suceden cuando menos te las esperas. No las busques, ellas te buscan… Lo mejor está por venir”.
Y sobre el mismo tema, tampoco tienen el menor desperdicio algunas otras reflexiones que hacen énfasis en que “el tiempo no se detiene ni espera por nadie. Así que no detengan sus vidas por pequeñeces. Sigan adelante porque en este momento somos lo más viejo que podemos ser y lo más joven que nunca volveremos a serlo… al final, la vida es tan corta que no da para más. Y como en un juego, del que nadie puede retirarse, llevándose las ganancias, no importa tanto en tener buenas cartas, sino en jugar bien las que uno tiene”.
J.J. Pérez López.
Barrio El Manchén.
Tegucigalpa, M.D.C.