Óscar Lanza Rosales
El pasado 16 de noviembre, partió a la casa del Señor, Virgilio Madrid Solís, cariñosamente conocido como Vilo. Este hondureño ejemplar dejó una huella imborrable en la sociedad, gracias a su destacada labor social, empresarial y -sobre todo- religiosa en el seno de la Iglesia Católica de Honduras (ICH). Su partida deja un vacío profundo en su familia, amigos y todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo.
Comencé a escuchar el nombre de Vilo en los años 60, cuando el padre jesuita John Fisher promovía, desde el Centro de Estudios La Gatera, la doctrina social cristiana basada en las encíclicas de Juan XXIII. Inspirados por estas enseñanzas, se creó el Frente Revolucionario Estudiantil Social Cristiano (FRESC), donde Vilo fue uno de los principales ideólogos. Este movimiento era para competir con el FRU y el FUUD, y yo, como estudiante de ingeniería en la UNAH, me integré a ese frente gracias a la invitación de amigos como Daniel Herrera y Alfredo Landaverde.
Años después, tras graduarme del Tecnológico de Monterrey, Vilo me dio la oportunidad de trabajar como su asistente en la gerencia general de la empresa de gas más importante del país. Allí conocí de cerca su don de gente. Saludar a los varones con frases como “buenos días, buen hombre” reflejaba su cordialidad y promovía una convivencia sana entre los empleados. También admiré su fervor católico, al asistir diariamente a misa.
Su sólida formación en economía y teología, sumada a sus estudios en INCAE, le permitió ocupar posiciones destacadas, como gerente general de importantes empresas, ministro-director del Instituto Nacional Agrario y vicerrector administrativo de la Universidad Católica de Honduras (UNICAH). También ejerció por muchos años como secretario de la Cámara de Comercio e Industrias de Tegucigalpa, acompañando a don Emilio Larach, quien la presidía.
Sin embargo, su legado más trascendental está en su incansable servicio a la ICH. Fue fundador y dirigente de múltiples agrupaciones religiosas, comenzando con los Cursillos de Cristiandad en 1974. Posteriormente, involucró a su familia en el Movimiento Familiar Cristiano y tuvo una experiencia profunda con la Renovación Carismática. Durante más de dos décadas, participó con su esposa, Mayra Rivas, en el Grupo de Profesionales Católicos (GEPROCA) y colaboró en la Escuela de la Fe, un programa de formación teológica para laicos con más de 30 años de existencia.
Vilo también fue clave en la creación del Canal 48 y contribuyó a la creación de la UNICAH. Su satisfacción era ver a los estudiantes transformarse: “De los miedos e inseguridades con que ingresaban a personas maduras cuando se graduaban”. Incluso ayudaba a estudiantes con dificultades económicas, pagando de su bolsillo el complemento para su matrícula, siguiendo el ejemplo del padre Cheche.
Como editorialista del Semanario Fides, asumió con gran responsabilidad la tarea de transmitir el pensamiento de la Iglesia, considerando esta labor como un regalo de Dios. Su amor a Jesucristo, según confesó, nació del cariño especial de su abuela y se fortaleció durante su tiempo en el Instituto San Francisco, donde aprendió a buscar el silencio y la paz en sus visitas al Santísimo.
Vilo soñaba con una Honduras más justa, donde todos tuvieran las mismas oportunidades. En su vida personal, construyó junto a Mayra una familia ejemplar basada en el amor, la fe y el respeto.
En 2021, su incansable labor fue reconocida por la ICH con la Orden San Miguel Arcángel. Al recibir este honor, expresó: “Toda la labor que he realizado dentro de la Iglesia, la he hecho pensando en establecer el Reino de Dios”.
Tras su fallecimiento, las palabras de admiración y amor no se hicieron esperar.
• Cardenal Óscar Andrés Rodríguez: “Este hombre de Dios aportó mucho a nuestra sociedad. Amaba a la Iglesia y siempre estuvo dispuesto a servir”.
• Padre Ovidio Rodríguez: “Don Virgilio Madrid, un santo sin corona y sin altar”.
• Lourdes, su hija: “Nos enseñó a valorar al ser humano por lo que es, no por lo que tiene”
• Andrea, su nieta: “Mi abuelito era un santo en la tierra, un ángel que ahora está en el cielo”.
• Virgilio Andrés, su nieto: “Mi mayor inspiración, un hombre que evangelizaba con su ejemplo”.
Hoy despedimos a un hombre excepcional, agradeciendo su legado de fe, amor y servicio. Que descanse en la paz del Señor mi querido amigo Vilo. Mi abrazo solidario a Mayra, sus hijos Virgilio, Lourdes y Rafael, sus nietos y toda su familia, así como a la ICH, que ha perdido a uno de sus mejores hijos.