“BRILLANTE diálogo –mensaje de un lector– en el colectivo de Winston y el Sisimite”. Alusivo a la conversación de cierre: (-Y ¿no crees –interviene Winston– que aparte de corta memoria, aun cuando se trata de obra trascendente y excepcional, sea más bien parte de la ignorancia en que se desarrolla la política en esta sociedad líquida de las superficialidades de hoy? Es decir, si bien los grupos políticos cerriles no reconocen lo bueno que hacen los otros, más bien buscan demeritarlo, no hay criterio de identidad dentro de sí mismos, ni de autoestima de resaltar lo que sea motivo de orgullo, de las buenas gestiones del propio partido. Si un joven reta a un dirigente, digamos: “convénzame usted ¿por qué debo votar liberal? ¿Crees que para alinearlo sea suficiente decirle porque los otros son muy malos? ¿No querrá saber si en el desempeño administrativo de uno y otro instituto político hay marcadas diferencias que mostrar? Pero no hablando solo mal de los otros sino bien de lo propio. –Sí por supuesto –asiente el Sisimite– pero ¿y sabrán los dirigentes actuales la historia de todo ese caudal de obras y actitudes ejemplares que se dieron en el próximo pasado, si apenas tendrán una vaga noción de las ideas liberales, de forma tal hasta de desconocer la importancia actual de las mismas; que vuelven a cobrar plena vigencia como fórmulas de sensatez, coherencia, armonía, mesura y ponderación democrática en estas sociedades radicalizadas? -Válida la pregunta –interrumpe Winston– ¿qué tipo de formación política dan las instituciones a nuevos votantes o a posibles prosélitos, si el liderazgo o quienes instruyen adolecen de conocimiento sobre el contexto histórico o regatean crédito a la herencia encomiable que dieron liderazgos anteriores? -Fíjate –vuelve el Sisimite– hay más recolección, gratitud y nobleza dentro de la gente humilde, por el bien que recibieron, en los pueblos y en las aldeas, en los lugares de carencias, que si vas y preguntás te dicen “esto que usted ve aquí lo hizo tal o cual, o yo estoy agradecido porque sí hubo respuesta cuando la ocupaba”. -Bueno –concluye Winston– que la posteridad haga justicia, porque de momento, en este demencial laberinto borgiano de desconsideración y de contradicciones quien sabe si vayan a encontrarla). (Fin de cita).
Sobre el limbo en que mantienen a los jóvenes –desesperados por salir de ese penoso estado de inanición y de letargo– solo es la punta del iceberg. ¿Sabrá la dirigencia política –enfrascada en nimiedades de su sectario interés– cuál sea la causa primaria por la que el país no levanta cabeza? ¿Algún conocimiento o interés tendrá sobre el rezago nacional educativo y de los currículos académicos que coloca a los jóvenes –incluso a los que logran sacar títulos– imposibilitados de encontrar trabajos en el mercado laboral, y lo que es peor, del país fuera de competencia en el mercado globalizado? ¿Y sobre esta mayúscula carencia, habrá alguna orientación, instrucción, ayuda, esperanza, solución, que la clase política ofrezca a esos jóvenes desahuciados, sin miras de futuro seguro, o sea a los votos nuevos que andan pescando, para usufructuar las mieles del poder, que representa el bulto voluminoso que decidirá las elecciones? ¿Sabrá esa juventud desaventurada el porvenir que le depara de continuar este insidioso rumbo de indolencia? La evaluación del Chat-GPT: “Honduras enfrenta un rezago significativo en sus sistemas educativos básico y universitario en comparación con otros países de la región, debido a currículos académicos desactualizados y estructuras educativas obsoletas”.
(Aquí –tercia el Sisimite– unos datos: “Honduras, en 2023, el promedio de escolaridad fue de 7.2 años. En Costa Rica fue de 9.2 años. Los ticos tienen dos años más de educación formal que los hondureños”. “Calidad Educativa: Los resultados de evaluaciones internacionales, como el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), han mostrado que los estudiantes hondureños obtienen puntajes por debajo del promedio regional en áreas clave como matemáticas y lectura”. “Esto refleja deficiencias en la calidad de la educación impartida”. “La cobertura en educación media es alarmantemente baja, con solo entre el 30% y 35% de los adolescentes y jóvenes en edad correspondiente asistiendo a este nivel educativo”. “Alrededor del 60% no está matriculado en educación media”. “Deserción escolar: “Más de un millón de niños y adolescentes entre 4 y 17 años están fuera del sistema educativo en Honduras, de los cuales más de 500,000 es por razones socioeconómicas como la pobreza”. –Y ya en el ámbito universitario –interviene Winston, según la IA–“el rezago académico universitario de Honduras en comparación con países europeos es notable y se manifiesta en áreas como inversión, actualización curricular, resultados académicos y oportunidades de colaboración internacional”. “Los currículos universitarios en Honduras no se actualizan con la frecuencia necesaria para alinearse con las demandas del mercado laboral global”. Esto resulta en programas académicos desfasados en comparación con las necesidades actuales”. -¿No te parecería –vuelve el Sisimite– que estamos fritos, de continuar con esta lápida encima? –¿Cuántas veces –insiste Winston– no hemos hablado de esto, pero como es algo que implica ahínco, trabajo, esfuerzo, conocimiento, compromiso, voluntad, entra por un oído (siquiera leyeran), y sale por el otro? ¿Has escuchado que sea abordado por los dirigentes políticos que andan a la cacería de votos, con ánimo de dar soluciones?).