Una situación semejante, en el otro área, vivió Munir El Haddadi, cuyo disparo posteriormente invalidado acabó estrellándose contra el larguero. El hispano-marroquí, al que se presuponía extremo de partida, se ubicó en la delantera junto a Miguel de la Fuente. Por detrás, una línea de cuatro en la que cayeron hacia los lados Darko Brasanac y Juan Cruz, más peligroso este último cuando le movieron desde la izquierda hacia la derecha.
Poco más hizo el ‘Lega’ de cara a la portería de Thibaut Courtois. Esa ausencia de amenaza permitió al Real Madrid lanzarse a por el gol sin temor, beneficiándose de los errores de su rival. Uno, de Yvan Neyou, concedió una contra iniciada por Vinicius, que se plantó en el área y no pudo completar un pase que podía haber sido de la muerte de no tocarlo Sergio González. A la segunda que tuvo parecida, no perdonó.
Esa vez el fallo, grosero, fue de Adrià Altimira. El lateral derecho del cuadro blanquiazul se vio demasiado cómodo conduciendo el esférico por el borde del área hacia la media luna y, cuando quiso darse cuenta, se había metido en una cueva de la que ya no pudo salir.
La buena presión de Eduardo Camavinga le orientó hacia la zona donde estaba Jude Bellingham, quien le rebañó el esférico. Este acabó cayendo a los pies de Vinicuis, que, tras sortear la entrada de Sergio González, solo tuvo que levantar la cabeza para regalarle el tanto a Mbappé al filo del descanso.
Nada cambió tras el paso por vestuarios, con un Leganés que no encontraba la manera de hacer daño y un conjunto visitante en el que Arda Güler ejercía de metrónomo. El turco, que clama a gritos por más minutos, hace de momento todo lo que puede con lo que tiene.
En la primera parte dejó un caño de videojuego sobre Yvan Neyou y volvió loca a la defensa en una acción individual en la zona derecha a la que dio continuidad con un gran tiro desviado por Marko Dmitrovic, el mismo que bien colocado despejó un potente lanzamiento de falta del turco poco después.
No entró esa falta, pero sí otra a los veinte minutos de la segunda parte para que el bando madridista pusiera la sentencia. En realidad más que una falta fue un ‘déjà vu’ de un episodio que se vivió hace tres meses, el pasado 25 de agosto, en el Santiago Bernabéu contra el Valladolid.
Ese día Güler, Endrick y Valverde se perfilaron para ejecutar un libre directo en el vértice izquierdo del área. Tocó el balón el otomano, lo paró el brasileño y le pegó Valverde raso y fuerte al palo opuesto para hacer la diana. Este domingo inició la acción Dani Ceballos, dejó el balón muerto Güler y el zapatazo del uruguayo desde el mismo sitio entró por el primer poste. En ambos casos, un golazo.
Con todo ya de cara, el resto fue un viaje de placer hasta el minuto noventa por la autopista que habilitó un equipo local que buscó recortar distancias pese a que ni estaba ni se le esperaba. En ella brillaron las carreras tras balones a la espalda, como una de Mbappé, que no pudo superar en el mano a mano a Dmitrovic.