Publico en ARGOS. Contraolvido, Mientras tanto, ventanas altas, Arpa rota, Barrio.
Editorial BABEL. Cenizas a orillas de la tarde, Legitima defensa, Parte del día, Asunto personal,
Llanto De Mudo. El oscuro sonido de la piedra.
Ediciones del Callejón. Brevedad infinita, materia intima.
Ferreya Editor. Inventario inconcluso.
Reflet de Lettres editions. La suite del agua y la piedra, Coedición franco Argentina.
Fue miembro del consejo de redacciones de la revista ASUETO.
Es miembro del consejo de redacción, de la revista. PALABRAS DE POETA.
Aguas de abril
Porqué será tan bello
el caer de una hoja de otoño y las marcas,
que deja la lluvia en la pared,
en este sueño, que vuelve alimentando,
el corazón de fantasías.
Apenas puedo
decir: miel, mariposas, aguas de abril
y otra hoja cae, herida de claridad, en la mitad
de tu nombre, desnudo ante las ruinas
y las glorias de la vida.
Por el verde que rodea la escena,
quizás el silencio, al borde de las cosas
sea el cómplice del misterio, cuando el recuerdo
se pose cuidadosamente al lado del amor,
esperando los sucesos del día.
Esperando las palabras
La casa palpita cada vez más suave
y todo es más precioso. Quizás sea el momento
de acomodar sus cosas y esperar la música
que riegue la lluvia por venir:
viajera fascinante, que sabe y quema,
entre las sombras y el alma.
Lamiendo los sonidos del viento,
en el cruce donde la noche se hace limite,
el corazón de la palabra más secreta,
puede ser todo: la amada, el vértigo y la brisa,
fluida y sucesiva de la manzana
sin el edén perdido.
Arcilla y polvo
La vida pasa rápido, a veces se queda
lentamente prendida entre sedas y espinas
acariciando brisas, de tanta variedad,
como las últimas trenzas, de un sol que madura
lentamente en el panal del corazón.
Los silencios más antiguos
en humo y humildad se desvanecen,
no existe otra espiral que el bramido del tiempo
—arcilla y polvo—
de una brujería flotante de música,
que al borde de la nada, más allá del silencio,
lava las penas de la vida.
Para el canto del pájaro, la realidad
no es suficiente y parece imposible no amar,
todas las cosas de ese mundo
repleto de milagros.
Ayeres
Como un tiempo de felicidad
navegamos hacia el poniente de un crepúsculo
ilusionado, con los pies firmemente
apoyados en las nubes.
En la diminuta caligrafía del sueño
y el sonar de las sirenas,
los ayeres son el tesoro de todas las islas:
aún recuerdo cómo me cuidaba y todas
las historias que contabas en una quietud
en la que el viento se volvía viento,
entre lo que contabas y lo que estaba por venir
sin tiempo y sin distancia.
Ahora apenas necesito repetir
tu nombre para saber en dónde estás
y guardar en secreto, tu recuerdo, vivo y ardiente,
para cuando necesite extrañarte de nuevo.
A corazón abierto
Poco tengo para dar,
salvo, esta música, celebrando la vida,
la hogaza del pan tierno, la promesa dorada
de la espiga y el porqué de este viento en el camino
por si acaso otra vez amaneciera.
Puedo ofrecerte el poema
como la única constancia de mis bienes,
—cuerda de luz,
tibieza de lo pequeño—
que se estremece y se embelesa,
al aire quieto de la tarde.
Me gustaría poder decirte,
que me queda apenas todo lo que he dado
a corazón abierto, pero desconozco
si ha sido suficiente.
Aguas de abril
Porqué será tan bello
el caer de una hoja de otoño y las marcas,
que deja la lluvia en la pared,
en este sueño, que vuelve alimentando,
el corazón de fantasías.
Apenas puedo
decir: miel, mariposas, aguas de abril
y otra hoja cae, herida de claridad, en la mitad
de tu nombre, desnudo ante las ruinas
y las glorias de la vida.
Por el verde que rodea la escena,
quizás el silencio, al borde de las cosas
sea el cómplice del misterio, cuando el recuerdo
se pose cuidadosamente al lado del amor,
esperando los sucesos del día
Secreta palabra
Entre corteses sombras de continuos verbos,
la secreta palabra de ilimitadas claridades
es la esfera frutada de sí misma,
la palpitación invisible de las cosas
más leves y profundas.
Esa palabra tiene algo de sagrado,
algo que sobrevive de silencio, en silencio,
como un amor enredado en la garganta,
porque fuera del amor
nada es posible.
Entonces el poema
Colgada de un hilo de oro
y de alguna rota lagrima de plata:
la palabra hace de la luz una melodía
efervescente, un sonido de cristal
sobre la noche y sus virtudes,
tañendo lentamente,
en ese azul claro que no sabe mentir.
El poema cuyo amor
es inocente, sediento como el fuego,
sonriente como el agua, fatal
como las sombras,
apoya su corazón en el mapa del mundo
y nada pide
ni siquiera la palabra.
Patio mío
El patio es el declive
por el cual se derrama
el cielo en la casa.
JLB
Una divinidad indescifrable
era patio de mi infancia, a través del cielo
se filtraban, terribles maravillas
y la respiración silenciosa
de las sombras.
Mirando
Adentro y afuera, antes y después,
trepo al árbol para ver mejor
las llamas y las lluvias,
que ahora en la soleada tarde
parecen tan vivas
como alguna vez lo fueron,
cuando la siesta era inmediata y roja.
Dulzura de sol
en la espiral del sueño.
Correspondencia de amor
que ahora escribo.
El tiempo pasa y sigue
y nada impide ver
lo que ha quedado de vos.
Todavía todo aquí se parece a tu recuerdo
como la luz, en la punta del rayo.
Lucinda
A Lucinda Suárez
hija amada
todavía tu nombre
en los espejos del cielo y su temblor,
buscan a tientas, siempre
habitar la lucidez,
donde se levanta, tímida, pero orgullosa,
toda tu alegría.
Deja que me refugie
en esta vana ilusión de creer,
que, en la ofrecida luz de tu nombre,
hay algo eterno que te cuida y te guarda
y hace la vida hermosa.