(Por los siglos de los siglos)
Por supuesto, la selección de fútbol de Honduras también tiene su nivel limitado de triunfos en competencia. Así, en Centro América nos lucimos frente a Belice, Guatemala y El Salvador. Pero tenemos serias dificultades para enfrentar con éxito a Costa Rica y Panamá. Incluso, ya Nicaragua comienza a ser una piedra en el zapato, particularmente sus equipos, como el Real Estelí y el Diriangén que han resultado duros rivales a vencer por parte de los equipitos de esta irrisoria liga mal llamada “Cinco estrellas”.
Y un tanto similar ocurre con las selecciones del Caribe, donde es un chiste enfrentar a selecciones de Gran Caimán, Puerto Rico, Cuba, Trinidad y Tobago, Bermudas, Guyana, Haití, Antigua y Barbuda, entre otras. Todas con un escaso nivel competitivo, que acaso si les sirven a los hondureños, para entrenar. Con excepción de Jamaica. Y ese ya es otro pisto, pues hasta han venido a jugar a casa y se ha alzado con una victoria inobjetable. El caso es que cuando se les gana a aquellas limitadas selecciones, aquí en Honduras, la prensa deportiva y buena parte de la fanaticada bailan en un pie como si acabaran de escalar la cima del Monte Everest. ¡Pobres ilusos!
Luego aparecen las selecciones norteamericanas: México, Estados Unidos y Canadá, y nos vuelven a la cruda realidad. Dicho ello a pesar de haberles ganado a las tres en más de una oportunidad. Algo así como obtener una batalla y perder
la guerra. Y ni qué decir tiene enfrentar a selecciones de Sudamérica, Europa, o a países concretos como Japón, Corea del Sur, Nigeria, Camerún o Marruecos. Ya lo dijo el profesor Reinaldo Rueda tras la debacle en el Nemesio Diez: “El nivel de exigencia nuestra no es de la élite internacional”. Y yo le agregaría: “Ni mucho menos profesor”.
Y si todo esto fuera poco, sumémosle que la calidad de nuestros futbolistas ha ido en franco deterioro. Como que tuvieran otro ADN. Tuve el privilegio de ver jugar a la selección nacional que con tanto éxito dirigió el profesor “Chelato” Uclés en varios encuentros amistosos de preparación. Más tarde en la hexagonal que se jugó en el estadio nacional en noviembre de 1981, y en los 3 juegos del Mundial de España de 1982. Auténticos gladiadores, grandes glorias nacionales.
Luego vino una nueva y también destacada generación de futbolistas, entre ellos: Amado Guevara, Dani Turcios, Eduardo Bennett, Milton Núñez, Carlos Pavón, Samuel Caballero, Raúl Martínez Sambulá, Maynor Figueroa, Emilio Izaguirre, Julio César “Rambo” de León, Carlo Costly, y David Suazo. Hasta llegar hoy en día a lo que tenemos, y dejen de contar. Por tal razón, solo nos queda el remedio del ajo y del agua: A joderse y aguantarse.
J.J. Pérez López.
Barrio El Manchén.
Tegucigalpa, M.D.C.