Oscar Armando Valladares
Para el 9 de marzo están previstas las elecciones primarias, en las que tres partidos políticos principales -PL, PN, y Libre- contendrán entre sí en búsqueda de “afianzar” sus posibilidades candidaturales a dirimirse en los comicios generales del 27 de noviembre de 2025.
El lunes de esta semana, los miembros del Consejo Nacional Electoral (CNE) recibieron la documentación de ley por parte de 19 movimientos o corrientes, cuya inscripción vino a “validar” la participación de las diferentes personas que a nivel de precandidaturas irán tras el voto ciudadano el próximo mes de marzo.
Por el Partido Liberal fueron inscritos los movimientos: “Todos por Honduras”, postulante de Maribel Espinoza; “Vamos Honduras”, del aspirante Salvador Nasralla; “Juntos por Honduras”, de Jorge Cálix; “Recuperar Honduras”, de Luis Zelaya. En representación del Partido Nacional: “Avanza por la Justicia y la Unidad”, de Ana García de Hernández; “Papi a la orden”, de Nasry Asfura; “Monac”, de Isaías Barahona; “Rescate y Transformación”, de Carlos Urbizo; “Unidos por Honduras”, de Mario Facussé; “Renovación y Unidad Nacionalista” (RUN), de Jorge Zelaya; “Fe y Esperanza”, de Carlos Alberto Portillo. En el caso de Libertad y Refundación (LIBRE): “Movimiento de Renovación Nuevas Alternativas” (Morena), de Rasel Tomé, y en apoyo de Rixi Moncada Godoy: “Somos Más”, “Nueva Corriente”, “M28 Poder para Vos”, “Pueblo Organizado en Resistencia” (POR), “Fuerza de Refundación Popular” (FRP), “Movimiento Esperanza Liberal” (MEL).
Cabe singularizar que las cuatro corrientes liberales apelan a “Honduras”, mientras los nacionalistas optan por la “unidad” y en Libre apuestan por la “renovación” y “refundación” como alternativas. Cabe además subrayar, que las movidas y los movidosos, para no perder la costumbre, están presentes y van colados en varios de los movimientos internos: golpistas unos en 2009, artífices otros en los fraudes de 2013 y 2017, amén de aquellos que, sin duda alguna, gritarán frustrados que las votaciones no resultaron transparentes y, en ese pique, ya nos parece semblantear a los exaltados partidarios de Nasralla y Cálix.
Aguda y peliaguda será, pues, la elección primaria, particularmente en las filas liberales y nacionalistas. En la primera, por contender dos aspirantes venidos de otros partidos políticos, ególatras a cuál más, y uno de los cuales, por los recursos de que disponen, candidateará en los comicios generales. Por el costado nacionalista, Asfura y Ana García, disputarán en apariencia la final, con el fardo uno y otra de 12 años de desgobiernos, aunque queda la fe y la esperanza de que un cachureco no contaminado -Carlos Portillo- haga la hombrada y “drible” y “golee” a última hora.
Con respecto a Libre, todo apunta a que Rixi Moncada lidere el proceso interno, pese a la bien ganada presencia dirigencial de su oponente Rasel Tomé y su invariable militancia en Libertad y Refundación. Morena y los demás movimientos del partido gobernante, deberán aunar esfuerzos y conscientes voluntades, frente al reto difícil de repetir la victoria de 2021 en condiciones diferentes.
Papi a la orden o Ana García, Nasralla o Cálix y Rixi Moncada, abanderarán -si no hay nada sorprendente y novedoso- los comicios generales del año entrante. Será un torneo desaforado, por los vientos que soplan. Como siempre menudeará el anticomunismo demagógico, con Cuba, Venezuela y Nicaragua de pretexto; el odio y los insultos serán armas verbales y no faltarán inventos y mentiras de índole mediática, con tal de llegar a la meta ambicionada.
Libre y su candidata -objetivos a vencer- tendrán que sortear toda clase de obstáculos y descalificaciones, trazar inteligentes estrategias y acordar alianzas con sectores sociales confiables, para el logro crucial de otro período gubernativo a manos de otra hondureña, en reemplazo de la mandataria Xiomara Castro Sarmiento, lo que es un reto más por la predominancia masculina en el solio presidencial.