Segisfredo Infante
Un 22 de noviembre de 1824 cumplía 47 años de edad el prócer independentista y estadista José Cecilio Díaz del Valle. El mismo día en que bajo su responsabilidad se dio a conocer en forma pública la primera “Constitución Federal de Centro-América”, en cuya elaboración originaria había participado un sacerdote hondureño llamado Francisco Antonio Márquez, quien a su vez se había inspirado en la Constitución de Estados Unidos del 17 de septiembre de 1787 y en la Constitución de las Cortes de Cádiz de 1812.
No sabemos con exactitud si acaso José del Valle participó en la redacción de algunos capítulos o renglones de tan importante documento que marcó una fecha axial (un antes y un después) en la historia de las cinco provincias centroamericanas. Lo que sí quedó claro es que aquel 22 de noviembre de 1824 se firmó y aprobó en la ciudad de Guatemala la primera Constitución Federal en nombre del “Ser Supremo, Autor de las Sociedades y Legislador del Universo”. Tal documento fundacional aparece firmado por representantes legislativos de los cinco “Estados” de la región, y por los señores triunviros del Supremo Poder Ejecutivo: los ciudadanos José Manuel de la Cerda, Tomás O’Harán y José del Valle. También se añade en el documento el nombre del ciudadano Secretario de Estado don Manuel J. Ibarra. Esta Constitución Federal clave será reformada con una nueva Constitución el 13 de febrero de 1835, es decir, casi un año después del fallecimiento de José del Valle. De tal modo que el mismo Francisco Morazán, al asumir la presidencia legal de la República en 1830, trabajó bajó los predicamentos y la inspiración constitucional de 1824.
Hoy en día muy pocos centroamericanos conocen estos detalles vitales de la historia de nuestras añejas provincias. Muy pocos conocen (ni tampoco desean conocer) que el cholutecano José Cecilio del Valle es el artífice número uno de la organización concreta del primer Estado Federal de América Central, por su formación intelectual previa, por sus visiones de estadista genuino, por sus mayores alcances cerebrales, por su amor al terruño centroamericano demostrado en varias oportunidades y por sus programas educativos de largo alcance, algunos todavía vigentes.
A fin de comprender la importancia originaria de la Constitución Federal de 1824, es sugerible estudiar el artículo 175 de las “Disposiciones Generales”. Veamos lo que literalmente se dice: “No podrán el Congreso, las Asambleas, ni las demás autoridades: Primero: Coartar en ningún caso ni por pretexto alguno la libertad de pensamiento, la de la palabra, la de la escritura y la de imprenta”. Sexto: No “permitir el uso del tormento y los apremios; imponer confiscaciones de bienes, azotes y penas crueles.” En el artículo 176, numeral “Segundo”, se lee que “No” podrán “Impedir las reuniones populares que tengan por objeto un placer honesto, o discurrir sobre política y examinar la conducta pública de los funcionarios.” Resulta evidente que tales contenidos poseen, desde cualquier punto de vista, quizá, mucha vigencia actual en algunos de los “Estados” que, en la primera mitad del siglo diecinueve, articularon la Federación. En virtud que sabemos a ciencia cierta que el padre Francisco Antonio Márquez, José Francisco Barrundia, Isidro Méndez, Fernando Dávila, Matías Delgado, Luciano Alfaro, Francisco Quiñonez, Juan Esteban Milla, Juan Francisco de Sosa, José Antonio Alvarado, Miguel Pineda, Mariano Gálvez y Toribio Argüello fueron los redactores principales de los dos proyectos constitucionales, se requeriría un estudio filológico, tal como lo insinuamos arriba, para detectar cuáles partes o capítulos de aquella Constitución ístmica, más o menos heterogénea, podrían haber sido elaborados por el ciudadano hondureño don José del Valle, integrante de dos triunviratos del Poder Ejecutivo (1823-1825), encargados de organizar los primeros cimientos de la República.
A pesar de que se han escrito y publicado toneladas de libros relativos al proyecto federal centroamericano y a los procesos de integración regional, nunca olvido que Ramón Oquelí me insistió unas tres veces que todavía hacía falta un verdadero libro sobre la “Federación”, es decir, algo que se saliera de los carriles conocidos. Entretanto se investiga y se publica tal libro desprejuiciado, vale la pena ahondar en el conocimiento de la vida y obra de José Cecilio Díaz del Valle adentrándose en el pensamiento de los ilustrados europeos y centroamericanos de finales del siglo dieciocho y comienzos del diecinueve. También es pertinente conocer, en forma integral, con sus virtudes y limitaciones, el accionar y el pensar del hondureño federalista y unionista Francisco Morazán Quesada Alemán.
Han transcurrido doscientos años exactos desde el momento axial en que se aprobó y publicó la primera Constitución Federal de Centro-América. Es una fecha indicada que permite la conmemoración y la reflexión oportunas acerca de un experimento regional que se ensayó y fracasó en medio de alegrías, estruendos y lamentaciones.