José María Leiva Leiva
La peor pérdida de tiempo que puede haber es discutir con el necio y fanático al que no le importa la verdad o la realidad, sino sólo la victoria de sus creencias e ilusiones. Al final de cuentas todo se resume en una amarga y tediosa discusión estéril, sin el menor sentido. Por ejemplo, en el terreno político, existen personas cerradas de mente cuadrada que por muchas evidencias y pruebas que les presentemos, no están en la capacidad de comprender, y más bien se muestran iracundas, cegadas por el ego, la envidia, el odio y el resentimiento, y lo único que desean es tener la razón, defendiendo lo indefendible.
A propósito, la conocida fábula del burro y el tigre nos resulta más que ejemplar y oportuna para hablar de este tema. Se trata de una historia que destaca la importancia del conocimiento y el sentido común frente a la obstinación. Su enunciado destaca que, en una selva lejana, vivían muchos animales, entre ellos un tigre astuto y fuerte, y un burro conocido por su terquedad. Un día, mientras caminaban por el bosque, el burro vio un extenso campo de pasto verde y, emocionado, dijo: ¡Mira, qué hermoso campo de pasto azul! El tigre, sorprendido por lo que había oído, lo corrigió: ¿Azul? ¡El pasto es verde! La discusión se calentó, y los dos decidieron someterlo a un arbitraje, y para ello concurrieron ante el león, el Rey de la Selva.
Ya antes de llegar al claro del bosque, donde el león estaba sentado en su trono, el burro empezó a gritar: Su Alteza, ¿verdad que el pasto es azul? El león respondió: Cierto, el pasto es azul. El burro se apresuró y continuó: El tigre no está de acuerdo conmigo y me contradice y molesta, diciendo que el pasto es verde, por favor, castígalo. El rey entonces declaró: El tigre será castigado con 5 años de silencio. El burro saltó alegremente y siguió su camino, contento y repitiendo: El pasto es azul.
El tigre aceptó su castigo, pero antes le preguntó al león: Su Majestad, ¿por qué me ha castigado?, después de todo, el pasto es verde. El león respondió: De hecho, el pasto es verde. El tigre preguntó: Entonces, ¿por qué me castigas? El león respondió: Eso no tiene nada que ver con la pregunta de si el pasto es azul o verde. El castigo se debe a que no es posible que una criatura valiente e inteligente como tú pierda tiempo discutiendo con un burro, y encima venga a molestarme a mí con esa pregunta.
Consejos y observaciones adicionales: “Toma distancia de las personas que nunca admiten que están equivocadas y siempre tratan de hacerte sentir que todo es tu culpa”. “No compitas con nadie, no tienes que demostrarle nada a nadie; no tienes que llegar a donde otro llegó, solo superar tus propios límites. Sé la mejor versión de ti mismo”. “Qué natural es destruir lo que no podemos poseer, negar lo que no entendemos e insultar lo que envidiamos”. “La inteligencia no se manifiesta por tener un determinado nivel de estudio, sino en la capacidad de guardar silencio cuando el ignorante hace ruido”. “No te acerques a una cabra por delante, a un caballo por detrás y a un tonto por ningún lado”.
“Algunas veces, la mejor manera de convencer al otro que está equivocado es dejarlo seguir su camino”. “El silencio también tiene respuestas… también es un mensaje y sin errores de ortografía”. En todo caso, “no expliques demasiado. Deja que la gente piense lo que quiera y tú sigue en lo tuyo, avanzando en silencio”. Y así como “cada palabra tiene consecuencias. Cada silencio también”.
“Hay personas que siempre parecen estar enojadas buscando conflictos. Aléjate, la batalla que ellos han de librar no es contigo, sino consigo mismos”. “El problema de las mentes cerradas, es que siempre tienen la boca abierta”. “Discutir con un tonto es como montar en bici estática. Te esfuerzas, sudas, te cansas, te agotas y al final no te lleva a ningún lado”. “Las mentiras ofenden a los inteligentes… pero a los ignorantes les da esperanza”. Al final: “la vida siempre les quita la máscara a las personas falsas”.