Previsión ante los fenómenos naturales

Rafael Delgado*

Son pocos los eventos con impacto nacional que vienen por sorpresa. La mayoría de las circunstancias complicadas que ocurren, que causan daño a la economía hondureña y en especial a sus habitantes, son recurrentes por tanto conocidas con anterioridad. De tal forma que sin ninguna dificultad hasta cualquier ciudadano en el país puede anticipar los meses de sofocantes temperaturas con incendios forestales abrazadores, los meses de abundante agua y por ende de inundaciones que destruyen; los meses donde el dengue y otras enfermedades contagiosas progresan, para mencionar algunas circunstancias. Lo anterior nos lleva también a concluir que las autoridades públicas podrían identificar con precisión los recursos y preparar las acciones necesarias en el calendario anual para responder y al menos mitigar los daños que esos fenómenos naturales conllevan.

Quizás ha existido en algún momento alguna intención de hacerlo y preparar a algunas instituciones para una gestión más cercana a esos fenómenos recurrentes. Pero seguramente que la incorporación sistemática de tales acciones preparatorias y de mitigación en los planes de la institucionalidad pública se hundieron por debajo de otras prioridades irrelevantes que usualmente han ocupado y siguen ocupando la agenda pública del país. Por lo anterior, las lluvias torrenciales que ya se sabe cuándo vendrán encuentran al país entero sin preparación y a sus autoridades, a lo sumo, en un ajetreo inútil que no llega con sus efectos a tiempo, ni tampoco es efectivo el día de las dificultades. Los incendios forestales que ya sabemos que se propagarán rápidamente en la primera mitad del año, comenzarán nuevamente sin la debida preparación de todo el país que presenciará la destrucción cada vez más ampliada.

Estos días pasados son un claro ejemplo de lo anterior. La costa del Caribe nuevamente fue sometida a los embates de la naturaleza, presenciando una destrucción que afectó a los más pobres y a los más vulnerables. Las autoridades y el país en general fueron sorprendido. De paso la infraestructura de concreto construida, nuevamente demostró con sus malos diseños poca capacidad para enfrentar las corrientes de agua, de lodo y basura para proteger a la población. Ahora pasada la tragedia, se despliegan esfuerzos de emergencia de última hora por parte del sector público que llegarán bastante tarde.

En este hilo de temas, la semana pasada el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) informó que ya están listos 300 millones para la represa El Tablón. Después de un financiamiento de años pasados que actualizó los estudios técnicos, ahora se pretende iniciar con la licitación de la obra que según el comunicado del mismo banco estará dirigido a la construcción de la presa multipropósitos, la casa de máquinas y la interconexión eléctrica. Hace mucho tiempo que se esperan tales avances. Indudablemente que esta obra es parte de la solución ya que vendrá a regular el caudal del río Chamelecón que en estos meses lluviosos genera graves daños a la población y a la infraestructura. Además, servirá para la generación de energía eléctrica y para riego de las tierras aledañas. Por eso, todos esperamos el pronto inicio y finalización de este proyecto; que ese desesperante paso con que ha avanzado el proyecto acabe, construyéndose una obra debidamente dimensionada a las necesidades, sin ningún acto de corrup
ción y en las manos de las mejores personas para su funcionamiento.

Necesitamos la represa. Sin embargo, requerimos además de autoridades nacionales y locales concentradas en un trabajo más enfocado en abordar las causas de los desastres ya que no todo se soluciona con la obra física. Es necesario organizar a los pobladores y a las municipalidades de las cuencas hidrográficas para que vivan y produzcan en consonancia con la salud de su entorno terminando así con la deforestación galopante, acabando la destrucción de las cuencas y con la contaminación de basura producto de malos sistemas de recolección. El país pide a gritos que las autoridades se preparen y a su vez preparen a la población en la previsión de los desastres que ya se sabe cuándo ocurrirán.

*Economista. Catedrático universitario.

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