Nora Ochoa cuenta que su quesería, “Las Reyes”, en honor a sus dos hijas, comenzó más por una circunstancia, que por una idea de negocio. En 2019, su esposo, Roy Reyes, compró un rebaño de ovejas para el destace, a lo que se dedica desde hace diez años, y entre ellas, venían unas cuantas cabras a las que no le hizo caso hasta dos años después cuando un cliente llegó a tocar la puerta de su casa para preguntarle si vendía leche de cabra. Ahí comenzó una pequeña empresa que este año ganó el primer lugar al mejor queso gourmet y además lucha por evitar la extinción de uno de los animales domésticos más nobles, pero desconocidos, culturalmente hablando, por los hondureños en las bondades de su carne y su leche para la salud. No fue fácil, recalca, porque fue en plena pandemia, sin apoyo crediticio y poque ni ella ni su esposo tenían idea de cómo se cría una cabra y mucho menos qué hacer con la leche.
–¿Ya sabían hacer quesos?
Nada, comenzamos a investigar dónde capacitarnos y nos fuimos a Guatemala porque en Honduras no hay centros de capacitación en quesos gouda y untable. Comenzamos a vender los quesos en octubre en una feria de San Pedro Sula, donde se ofrecían quesos frescos elaborados, por artesanos de la ciudad y luego en el Bazar de los Sábados en Expocentro, ahí se nos abrieron las puertas a nuestro emprendimiento.
–¿Cuál fue la reacción de los clientes?
Creo que despertó la curiosidad porque en SPS no había queso de leche cabra, de hecho, solo escuchar o leer queso de cabra despertó la curiosidad y, a la vez, la necesidad de informar a la gente, educarla sobre las propiedades de la leche de cabra, para que aceptaran su paladar porque nacemos con el paladar de leche de vaca.
–¿Venden otros derivados?
Precisamente, por los clientes intolerantes a la lactosa, decidimos hacer yogur natural con fresa. Vendemos la leche pasteurizada, el queso madurado blanco, con orégano, chumirruri, aceituna, y queso untables como el cebollines y el feta, con toda la cadena de valor. Además, carne de cabro en piezas y molida, igual que carne de corderos.
–¿Cuáles fueron los desafíos?
A parte, que no hay lugares para capacitarse, ni tampoco apoyo del gobierno a los pocos capricultores, el desafío más grande, pienso yo, es que no estamos acostumbrados a comer derivados de la leche de cabra y no es fácil romper ese paradigma, ese estereotipo, de atreverse a probar algo nuevo.
–¿Qué han logrado investigar sobre los beneficios de la leche de cabra?
Me voy a remontar a la antigüedad, cuando, según la historia, se consumía más leche de cabra que la bovina, se dice que Cleopatra se bañana con leche de cabra para mantener su juventud. En la actualidad, está comprobado que la leche de vaca tiene cafeína 1, que es la que hace ese efecto como cólicos, mientras que la cabra tiene cafeína 2, que hace que la grasa sea más ligera y fácil de dirigir y es más tolerante a la lactosa, entre otras, propiedades, además, es la que se asemeja a la leche materna porque contiene todas las vitaminas para los bebés.
–Las Reyes ganaron un premio, ¿qué criterios evaluaron?
El año pasado, a finales de julio, fuimos invitados al concurso de queso en Montecillo, La Paz, y ganamos el primer lugar en la categoría con el queso madurado simple, sin ingredientes, blanco, totalmente, no lleva sal. En los demás quesos ganamos el segundo lugar, eso fue como la recompensa a los dos años de estar trabajando en el mercado.
–¿Están las cabras en peligro de extinción?
Habemos pocos capricultores, unos doce que yo sepa, creciendo de acuerdo a nuestras capacidades, con fondos propios, porque el gobierno no tiene programas para este rubro, así que decir que está en peligro de extinción, no, porque hay gente que está importando cabras, y la SAG está iniciando un proyecto piloto en este rubro, pero estamos en pañales, aunque yo le apuesto a un par de años, será más formal y con más personas incorporadas.
–¿Cuántas cabras tiene su finca?
Aproximadante unas 25 cabras adultas, unas 12 cabritas jóvenes, y unas 12 cabritas entre cuatro y seis meses, como le digo, vamos creciendo poco a poco, de las mismas cabras, vendemos, importamos, aunque no es barato, cuesta como mil dólares una cabra y no es algo tan factible para alguien que trabaja con sus propios fondos.
–En el sur se miran muchas cabras, ¿podría ayudar en la reproducción?
Nos han contado clientes que en la zona sur fueron beneficiados con un programa hace 40 años, que trajeron unas cabras para que la gente aprendiera a comer más sano, pero mucha de la gente no siguió con el proyecto, sino que vendieron las cabras, por eso bajó la producción. Y quienes tienen cabras, se las comen, no están interesados en aprovechar la cadena, porque una cabra da entre un litro y 1.5 lo que desmotiva a seguir en la crianza.
–¿Cuántos litros produce diariamente usted?
Generalmente, estamos sacando 20 litros diarios de leche y estamos en alianza con otros capricultores que solo la producen y le compramos para nuestro negocio de queso.
–¿Cuánto vale un queso de Las Reyes?
Mire, la leche cuesta 80 lempiras el litro y nuestros quesos madurados, los vendemos a 480 lempiras la libra en presentaciones de media libra.
–¿Por qué tan caro con respecto al de la vaca?
No es que sea caro, sino, que la producción de cabra es cara, viven estabuladas, comen las 24 horas, su costo es elevado.
–¿Es delicada la crianza de los cabros?
Son animales resistentes, quiza al momento de parir le puede dar una mastiti, hay que tener cuidado con los bebés porque, a veces, la cabra no le quiere dar de alimentar a los dos y uno le tiene que dar pepe, pero son animales resistentes al clima y comen todo tipo de hojas, ocupan el cuidado normal.
–¿Qué hace con el cuero?
Fíjese que en ese proceso no hemos incursionado porque, desafortunadamente, desaparecieron los trabajadores del cuero, nos dijeron que en Siguatepeque hay trabajadores de este rubro.
–¿En algún momento pensaron en tirar la toalla?
Mire le voy a ser bien honesta, soy una persona de retos y de mucha fe en Dios y aunque hubo comentarios de gente cercana, amigos, familiares, que nos dijeron están locos, no influyeron a la hora de tomar la decisión.
–¿Tienen nombres sus cabras?
Algunas, el cabro macho se llama Copito, vivió en nuestra casa hasta que se comió todas las hojas del jardín y por eso lo mandamos a la finca y está Bambilú, que se trajo a la casa para darle pepe.
–¿Qué cuidados ambientales consideran en este tipo de proyectos?
Nosotros estamos comprometidos con la sostenibilidad, el cuidado animal y alimentar sanamente a nuestros clientes. El cuidado de las cabras es con alimento natural, mi esposo hace el concentrado, no desechamos el estiércol, hacemos abono para las plantas que se comen las mismas cabras, es un abono orgánico, tratamos de reducir el menor daño al ambiente, reducir los CO2 y tenemos nuestra propia fuente de agua reforestada. El mercado de cabras es más exigente que el de las vacas, porque nadie pregunta nada por las vacas, pero por las cabras sí preguntan cómo viven, si hay maltrato animal, el cuidado animal es al cien.
Ella es…
Nora Lisbeth Ochoa Ortega nació el 28 de mayo de 1973 en San Pedro Sula, donde hizo sus estudios primarios, secundarios y universitarios. Es licenciada Mercadeo y junto a su esposo, Roy Reyes, fundaron “Las Reyes”, un emprendimiento con sede en San Pedro Sula dedicado a la crianza de cabros y la producción de leche y sus derivados.