MI frase favorita –mensaje del amigo académico– para apertura de un relato: “Quizás, a mi memoria la traicionen los detalles, pero lo que a continuación escribo es cierto…”. “Envié la siguiente solicitud al Chat-GPT: “Analiza y explica mi frase de apertura para un relato”. Respuesta: “Tu frase de apertura tiene un tono cautivador y confesional que invita al lector a entrar en la historia con cierta intimidad y misterio”. Veamos algunos aspectos clave: “Efecto de Incertidumbre: El «Quizás» al comienzo introduce una sutil duda sobre la exactitud de lo narrado, lo cual puede intrigar al lector. Este toque de incertidumbre establece la posibilidad de una memoria imperfecta, sugiriendo que el relato podría mezclar realidad con recuerdos borrosos”. “Confianza y Vulnerabilidad: La frase «a mi memoria la traicionen los detalles» humaniza al narrador, mostrando una vulnerabilidad que puede generar empatía. La honestidad de admitir que los detalles podrían fallarle contribuye a la autenticidad del relato”. “Tensión entre Verdad y Percepción: Al afirmar que «lo que a continuación escribo es cierto», introduces una tensión entre la posible imprecisión de los detalles y la convicción en la verdad de los eventos principales. Esto crea un contraste interesante que invita al lector a cuestionar lo que es real y lo que es interpretado”. “Posibles Mejoras: Podrías considerar pequeños ajustes de estilo para afinar el impacto: Más contundencia: Podrías eliminar la coma inicial para ganar fluidez: Quizás mi memoria traicione los detalles, pero lo que a continuación escribo es cierto…”. “Reformulación ligera: Otra opción es reestructurarla para añadir énfasis: Mi memoria tal vez me falle en los detalles, pero puedo asegurar que lo que a continuación escribo es cierto…”.
A propósito de lo anterior, por curiosidad quisimos probar el “Chat-GPT” con la siguiente recolección: “De niños, al anochecer, mi papá nos contaba cuentos para adormecernos”. “Algunos de ellos inventados y otros una mezcla de realidad y fantasía”. “Tan cautivadora su pausada voz e intrigante el relato que lejos de conciliar el sueño, de pronto espabilábamos interactuando con un “¿y entonces?”, esperando que continuara”. “Seguía hilvanando el cuento hasta que, cansado de tanto “¿y entonces?”, ponía punto final: Ya no hay más “entonces” –advertía– duérmanse ya”. Ahora, quizás, rememoración de esas vivencias, en los diálogos o alocuciones, inconsciente o conscientemente, para ligar un pensamiento con el otro, con frecuencia intercalamos el “entonces”. “¿Cuál sería tu análisis de esta historia?”. Respuesta del “Chat-GPT”: “Es una historia preciosa, y refleja cómo la niñez deja huellas profundas en nuestra forma de expresarnos y en nuestros patrones de pensamiento”. “Esa repetición de “entonces” es mucho más que una palabra de enlace; es una manifestación de la curiosidad innata, de ese impulso infantil de querer saber siempre ‘qué pasa después’”. “En aquellos cuentos, “entonces” no era solo una conexión narrativa; era una puerta que abría paso a nuevas posibilidades, emociones e historias”. “Al crecer, es posible que esa misma palabra haya quedado como un eco de aquellos momentos de intriga y afecto paterno, recordándote la alegría de descubrir el “siguiente paso” en una historia, algo que también puede reflejar una actitud hacia la vida: un deseo constante de conectar eventos, de buscar sentido y continuidad”.
(“Pero también –Winston filtra la otra consulta al Chat-GPT– es un recurso del buen sentido del humor, en las conversaciones”. Digamos, a una larga explicación que ofrece el interlocutor, cuando pausa, esperando una reacción, basta con corresponder: “¿y entonces?”. “Eso lo desubica, pensando que no es suficiente, para que continúe hablando”. “Si al concluir, otra vez, se le repite “¿y entonces”, hasta exasperarlo, ¿cuál sería tu análisis?”. -El Sisimite ilustra con lo que respondió el “Chat-GPT”: “Este uso de “¿y entonces?” como recurso humorístico es ingenioso y muestra una habilidad para jugar con el ritmo y la expectativa en la conversación”. “Al usar esta expresión, estás no solo manteniendo viva la conexión con esa curiosidad infantil, sino también manejando la interacción social de una manera lúdica, haciendo que el interlocutor se replantee o profundice en su argumento”. “Es una forma sutil de desafiar, generando un efecto cómico por la repetición y el aparente “vacío” que el interlocutor siente en su explicación”. “Esta estrategia, además de ser divertida, ayuda a suavizar temas complejos o intensos, dándole un toque de humor que, en ocasiones, puede revelar lo relativo o excesivo de algunas argumentaciones”).