Alguna vez leí un escrito que hablaba de los dos grandes tipos de educación impartidos en el mundo. La pedagogía de la respuesta y la pedagogía de la pregunta.
La pedagogía de la respuesta se practica en la gran mayoría de nuestros centros educativos, desde el preescolar hasta las aulas universitarias, y lo mismo ocurre en otros países del tercer mundo. En la pedagogía de la respuesta, el maestro presenta a los alumnos las respuestas y el alumno solamente toma notas y luego regurgita las respuestas a la hora del examen. La falta de libros y bibliotecas y la falta de modernización en las escuelas y el mismo Ministerio de Educación, fomentan este círculo vicioso de regurgitar respuestas. Promueve una actitud pasiva donde al alumno no se le motiva a investigar, pensar o cuestionar. Este tipo de educación, genera poco pensamiento crítico y, por ende, poco pensamiento original y curiosidad.
Por el contrario, la pedagogía de la pregunta se favorece en el mundo desarrollado. Este tipo de educación promueve el pensamiento crítico y estimula la curiosidad. Va acompañada de inversión en libros, bibliotecas, centros de investigación y facilidades digitales para acceder a recursos virtuales. Este tipo de pedagogía inculca al estudiante a buscar la respuesta y no contar solamente con lo que le enseña el maestro. Si desde temprana edad el estudiante es estimulado a investigar para cumplir con las tareas y proyectos escolares, estaríamos generando una actitud de cuestionar lo que observamos a nuestro alrededor.
El Salvador, acaba de mandar un gran mensaje a su pueblo y al mundo, al construir una modernísima biblioteca pública al servicio de todo ciudadano, niño o adulto. Ahí tenemos el ejemplo de dejar la pedagogía de la respuesta y dar la bienvenida a la pedagogía de la pregunta.
En Honduras, debemos dar pasos rápidos. El gobierno debe abandonar el oscurantismo académico y aportar más fondos y apoyo a la transformación de la educación.
A nivel personal podemos mejorar nuestra eficiencia preguntándonos por qué hago esto así o asá. Los padres pueden estimular la curiosidad de los hijos con preguntas acordes a la edad. Los maestros pueden aprovechar la tecnología de los celulares para motivar a los estudiantes a encontrar respuesta a planteamientos que despierten su curiosidad.
Adoptemos la pedagogía de la pregunta y abramos las mentes de la juventud que es la esperanza para un mejor futuro.
Rafael Calderón