El Manchester City sumó por primera vez en la ‘era Guardiola’ su cuarta derrota consecutiva en un partido oficial tras caer 2-1 ante el Brighton, que agudizó la crisis de resultados de un equipo que funcionó en la primera parte con un tanto de Erling Haaland y que se derrumbó en la segunda con los aciertos de João Pedro y Matt O’Riley.
Por primera vez en mucho tiempo, la palabra ‘necesidad’ sobrevoló por el Manchester City, que llegó a la cita ante al Brighton después de completar una semana negra con tres derrotas seguidas en tres competiciones diferentes: cayó en los octavos de la Copa de Inglaterra ante el Tottenham (2-1), en la Premier League frente al combativo Bournemouth (2-0) y en la Liga de Campeones contra el Sporting (4-1). Caer por cuarta vez era entrar en territorio desconocido para el City de Guardiola, que no pudo evitar la caída de su equipo en una segunda parte espectacular de un Brighton de Champions.
Guardiola también tuvo que lidiar con una gran cantidad de bajas para afrontar una final por recuperar el pulso de sus jugadores. John Stones, Rodri Hernández, Jack Grealish, Ruben Dias y Oscar Bobb estaban fuera de juego. El técnico español tuvo incluso que apostar por el joven Jahmal Simpson-Pusey, que debutó en un once para jugar en el centro de la defensa junto a Josko Gvardiol, trasladado desde el lateral para dejar su hueco a Rico Lewis.
Savinho, Kovacic y Haaland, contra el ‘muro Verbruggen’
Enfrente, el Brighton, un equipo atrevido, también con problemas con la enfermería, sin hombres como Solomon March, James Milner o Adam Webster. Pero con ganas de dar otro susto al Manchester City, que durante la primera parte se encomendó a tres jugadores que pisaron el acelerador para erigirse como los protagonistas de la victoria parcial que firmaron los ‘citizens’ en la primera parte: Erling Haaland, Savinho y Mateo Kovacic.
Savinho fue el más insistente, Haaland quien derribó la muralla plantada por Bart Verbruggen y Kovacic el guía que ordenó el juego hacia delante y que ancló a sus compañeros hacia atrás. El brasileño, desde el principio, fue un quebradero de cabeza para Pervis Estupiñán, que sufrió en cada acometida del jugador del City, el primero en probar al guardameta neerlandés.
Verbruggen, inmenso durante toda la primera parte, evitó una sangría del Brighton, que se marchó sólo con un tanto en contra obra de Haaland, el único capaz de superar a un portero inmenso. Y es que, antes del gol del atacante noruego, casi a la media hora, Verbrugen sacó un mano a mano a Savinho y después despejó al palo otro intento de Haaland con el que rozó el 0-2.
En mitad de esas ocasiones, fue Kovacic quien se encargó de agitar el marcador. El medio croata lo hizo casi todo: robó una pelota en el centro del campo, aceleró para dejar atrás las líneas del Brighton y dio un pase digno de un golpeo de billar a Haaland. El noruego se hizo un hueco entre Jan Paul van Hecke e Igor, se encontró con el cuerpo de Verbruggen y en el rechace por fin batió al meta neerlandés.
El tanto del Manchester City espabiló al Brighton, que en el último tramo del acto inicial generó algo de inquietud en las inmediaciones de la portería defendida por Ederson. Solo Estupiñán rozó la igualada y fue Josko Gvardiol, con su cuerpo, quien evitó el que habría sido el primer tanto del lateral ecuatoriano esta temporada.
Baleba dirige el cambio
La entrada al terreno de juego de Carlos Baleba subió el nivel del Brighton. El centrocampista camerunés equilibró a su equipo y las tornas cambiaron por completo. La entrada posterior de João Pedro y de Matt O`Riley terminó de desequilibrar la balanza en el hundimiento del Manchester City durante casi toda la segunda parte.
El primero en avisar de lo que iba a pasar fue Jack Hinshelwood, que desperdició un cabezazo a bocajarro que dirigió hacia el cuerpo de Ederson. El remate lo propició Estupiñán con un centro desde la banda izquierda, que fue un constante agujero para el equipo de Guardiola con Kyle Walker sorprendido una y otra vez por el ecuatoriano y por Karou Mitoma. Ambos fueron una pesadilla para el internacional inglés, desbordado una y otra vez por su costado.
Por su zona llegaron otros dos avisos, de Mitoma y de João Pedro, que desperdiciaron dos ocasiones clarísimas ante Ederson, que respiró con la falta de puntería del Brighton. Sin embargo, se olía la tragedia y Guardiola reaccionó con las apariciones de Bernardo Silva y de Kevin De Bruyne, que volvió a jugar un partido de la Premier League dos meses después de lesionarse.
Ya disfrutó de minutos frente al Sporting en la Liga de Campeones y el técnico del City necesitaba de su control y pausa que no consiguió. El Brighton seguía a lo suyo y por fin consiguió su premio merecido. En cinco minutos golpeó dos veces y se llevó la victoria. Primero, otra vez a través de Mitoma por el costado de Walker. El japonés cedió la pelota a João Pedro, quien resolvió entre un barullo de piernas del City (las de Matheus Nundes, Gvardiol y Lewis) incapaces de despejar la pelota.
Y después, a través de Matt O’Riley, que no desaprovechó una asistencia de João Pedro para batir en un mano a mano a Ederson. Ese fue el final para el City, incapaz de reaccionar, tocado después de tres batacazos a los que sumó un cuarto, todos consecutivos. Guardiola, en la víspera, respondió a muchas preguntas sobre una posible crisis que ya es un hecho: el City, bajo la dirección del técnico español, jamás perdió cuatro partidos seguidos. El Liverpool, mientras, se frota las manos. Podría asentarse en el liderato y colocarse a cuatro puntos de distancia.