La victoria del republicano Donald Trump en las elecciones presidenciales ha dejado sentimientos encontrados en Nueva York, ciudad de inmigración, donde la «decepción» se codea con los partidarios de la «mano dura».
En la capital financiera y meca del turismo de corazón demócrata, que en los dos últimos años recibió más de 200.000 migrantes generando una crisis sin precedentes para las arcas públicas, muchos inmigrantes con derecho a voto han dado su confianza al magnate republicano, que ha centrado su campaña electoral en un discurso antiinmigración.
«Necesitamos un presidente que tenga mano dura», dice Paul Meza, hijo de madre puertorriqueña y padre colombiano, de 43 años, que haga frente a la inmigración «desordenada», y a la economía, pues la inflación «ya no le permite ahorrar nada».
Aunque no ha votado por problemas administrativos, considera que el gobierno demócrata de Joe Biden se ha preocupado más de ayudar a los extranjeros que a los ciudadanos estadounidenses «a costa de nuestros impuestos», dice a la AFP.
El colombiano Diego Chávez, de 62 años, que trabaja en el mantenimiento de un edificio de oficinas de Nueva York, también votó por el magnate republicano.
«Por conveniencia», dice a la AFP, ya que la «inmigración es un problema», además de la inseguridad. En su casa, su esposa y su hija, estudiante de periodismo, también votaron por el magnate inmobiliario neoyorquino, quien sin embargo no ha logrado imponerse en su ciudad natal ni en el estado. La demócrata Kamala Harris venció allí con el 55,8% de los votos.
La joven camarera Josefina, de 31 años, (no quiere dar su apellido) de origen mexicano y nacida en Estados Unidos, también ha votado por Trump. «No es justo» que los inmigrantes que han llegado durante el gobierno de Biden «tengan tantas ayudas, apartamentos gratis, colegio para los niños, y los que llevan aquí mucho más tiempo no tengan nada de eso», sostiene.
Cuando asuma la presidencia el 20 de enero próximo, si cumple lo prometido en su campaña electoral, Trump derogará el Estatuto de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) que beneficia a cubanos, haitianos, nicaragüenses y venezolanos, y llevará a cabo la «mayor deportación de la historia de Estados Unidos» de inmigrantes indocumentados.
El magnate republicano que ya ocupó la Casa Blanca del 2016 al 2021, aupado por su discurso antiinmigración, ha prometido derogar el derecho de ‘Ius soli’, la nacionalidad automática por nacimiento, prohibir la escolarización de hijos de indocumentados, separar a niños de sus padres en la frontera y desmantelar el sistema de asilo.
Esta medida podría afectar a los más de once millones de personas, buena parte mexicanos, que llevan viviendo, trabajando y pagando impuestos en el país -de media quince años-, sin que hayan podido regularizar su situación.
– «Preocupación-
«No conozco a nadie que no esté preocupado hoy», dice Iztel Hernández, una mexicana de 31 años que llegó a Estados Unidos hace 20 y actual beneficiaria del programa DACA para migrantes que llegaron al país siendo niños, también conocidos como «soñadores».
«Más allá del miedo» lo que se percibe es «decepción» ya que «ganó la retórica frente a los hechos», dice por teléfono a la AFP.
En su inflamada retórica antiinmigación, para Trump los extranjeros son «animales» que están «envenenando la sangre» del país, convertido en el «basurero del mundo».
Trump le debe su victoria en las históricas elecciones del martes en parte a los latinos, que constituyen un 12% del electorado.
Según un recuento de la cadena CBS, el republicano recibió el apoyo del 45% de los latinos que acudieron a las urnas, frente al 53% de Harris, un enorme cambio con respecto a las elecciones de 2020 cuando le votaron el 32% frente al 65% a Joe Biden.
El país no «crecerá sin inmigración», dice Itzel Hernández, que a diferencia de Trump lo considera «un hermoso crisol de gente de todo el mundo».
«Sé que suena contradictorio, pero creo que la mayoría de los estadounidenses, y las encuestas lo han demostrado, apoyan que la gente que lleva mucho tiempo en el país se quede y también quieren una vía humana para entrar en el país», concluye. AFP