El mundo en que vivimos actualmente es en gran medida influenciado por elementos externos a la familia. Los medios sociales se han inmiscuido en la crianza de los hijos y han trastornado la comunicación y el comportamiento de la sociedad. Los actuales adultos crecimos, nos educamos y nos desarrollamos en la sociedad y en el trabajo sin teléfonos celulares y sin internet. No nos hizo falta eso para llegar a ser lo que ahora somos. Claro, bienvenida sea la tecnología y sus bondades que nos permiten mayor eficiencia en un mundo cada vez más exigente.
El punto a discusión es el efecto de los medios sociales en la crianza de los hijos y el desarrollo de los jóvenes. En muchos hogares, tanto padres como hijos apartan poco tiempo para convivir en familia, y es típico que cada quien esté “pegado” a su celular entretenido en juegos, chats o videos en lugar de interactuar directamente unos con otros. Por tal, los niños se crían influidos por las redes sociales. Los llamados “influencers” son personas con un gran alcance y popularidad en las redes sociales y son quienes dictan ahora lo que se debe hacer, vestir, decir y soñar.
Hoy en día los padres y maestros temen reprender a un niño o adolescente o no se toman la molestia de darles consejos y orientación. El rol de los padres en casa y los maestros en la escuela ha pasado a segundo plano. Los muchachos “ninis” que ni estudian ni trabajan, pasan su tiempo siguiendo a los “influencers” en la ilusión de convertirse en uno de ellos.
Retomemos la responsabilidad de criar a los hijos y orientar a la juventud. Los valores tradicionales enraizados en el patrimonio cultural, la familia y la comunidad fortalecerán a las nuevas generaciones para incorporar los valores modernos de individualismo, innovación y cambio con honradez, civismo y responsabilidad.
Revivamos también lo que una vez privó en la sociedad hondureña: la cortesía y el buen trato de los unos con los otros.
Rafael Calderón
Tegucigalpa
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