Agresiva retórica contra inmigrantes en campaña de EEUU los empuja a la vía legal

Un río Bravo sin migrantes, albergues semivacíos, un joven dichoso de ingresar legalmente a Estados Unidos desde México. La escena reflejaría el éxito de las políticas migratorias, pero esconde el miedo a las amenazas lanzadas desde la campaña presidencial estadounidense.

Temerosos además de morir en manos de traficantes y de las medidas que ahora castigan con más rigor la migración indocumentada, muchos extranjeros optan por las vías legales para solicitar asilo, con lo cual los cruces fronterizos irregulares disminuyeron drásticamente.

De 250.000 en diciembre, bajaron a casi 54.000 en septiembre pasado, según el gobierno del presidente demócrata Joe Biden, que en junio emitió nuevas normas para restringir el acceso al sistema migratorio, incluidas las deportaciones.

«¡Aquí estoy ya, gracias a Dios!», exclama el venezolano Jorluis Ocando tras ingresar a El Paso, Texas, desde la mexicana Ciudad Juárez, luego de un viaje de ocho meses que incluyó el cruce de la peligrosa selva colombo-panameña del Darién.

De 28 años, Ocando obtuvo cita para pedir asilo en la aplicación móvil CBP One, y se convirtió en uno de los 1.500 extranjeros que diariamente atienden autoridades estadounidenses en ocho puntos fronterizos con México.

Es parte de la zanahoria de Biden, que incluye la posibilidad de hacer trámites en los países por donde pasan los migrantes o acogerse a permisos humanitarios.

«Se escucha mucho en redes sociales que si entra un nuevo gobierno van a eliminar a los migrantes la CBP One», comenta Ocando en alusión al republicano Donald Trump, quien amenaza con la «deportación más grande en la historia» de Estados Unidos si vence a la demócrata Kamala Harris el próximo martes.

– Morir en el desierto –

Ocando se siente afortunado: sobrevivió a la delincuencia y al Darién para cruzar a Estados Unidos antes de la reñida batalla electoral. Pero todavía hay incertidumbre: faltan meses para su audiencia de asilo, aunque podrá trabajar.

«Vine con esa intención de cruzar, pero cuando llegué todo era complicado (…). Es mejor entrar legal», dice el joven, uno de los casi ocho millones de venezolanos que han dejado su país por la grave crisis socieconómica.

Otros eligieron la vía regular por temor a morir en los pasos clandestinos.

Preferimos «no arriesgarnos a entrar ilegalmente, más que todo por la vida de nuestros hijos», explica la hondureña Denia Ramírez, de 37 años, quien pasó el puente internacional con una hermana y seis menores.

«Cruzar con el coyote (traficante) es muy peligroso, vimos en la tele que el otro día se murió uno en el desierto, que los abandonan», señala Pedro, un mexicano que salió del estado de Michoacán, golpeado por el narcotráfico, y prefirió no dar su apellido.

Meses atrás, decenas de indocumentados cruzaban diariamente el río Bravo.

«Cuando tienen la cita, ya pasaron. Solo he visto a dos que rechazaron», cuenta en el puente una guardia de seguridad mexicana.

AFP

– Miedo a Trump –

Lejos de las expresiones injuriosas de Trump contra los migrantes, a quienes señala de «ratas» y acusa de «envenenar» la sangre estadounidense, Harris advierte que el sistema migratorio está «roto» y necesita ajustes.

«Continúa con la postura endurecida de Biden, incluida la controvertida medida para prohibir que quienes cruzan la frontera ilegalmente soliciten asilo», escribió en un artículo Christopher Sabatini, investigador del centro de estudios Chatam House, en Londres.

Sin embargo, Harris también plantea alternativas para otorgar ciudadanía a los migrantes que han permanecido en Estados Unidos durante años de manera irregular.

El menor arribo de extranjeros a la frontera supone un alivio para Ciudad Juárez, que durante meses tuvo sus albergues saturados y fue escenario de una tragedia.

El 23 de marzo de 2023, 40 personas, la mayoría centroamericanos y venezolanos, murieron durante un incendio en un centro de detención migratoria de la ciudad.

Ahora los refugios tienen una ocupación de 40%, según Enrique Valenzuela, coordinador de población del estado de Chihuahua.

La situación es similar en El Paso, donde la Casa del Sagrado Corazón, que acogió a unos 25.000 migrantes desde 2022, cerró el pasado 7 de octubre pues solo tenía un puñado de huéspedes, cuenta el sacerdote Rafael García.

Pero a este jesuita le preocupa el futuro de quienes cruzan. «Mucha gente piensa que es una entrada libre, pero no, es una cita con un juez de migración para presentar un caso. La mayoría no va a ganar».

Rubén García, quien dirige la Casa Anunciación de El Paso, que acoge migrantes desde hace cinco décadas, va más allá en sus inquietudes.

Si Harris gana seguirán recibiendo personas a cuentagotas y harían falta «10.000 citas diarias para que los migrantes y sus familias no tengan que cruzar por el desierto», dice.

Pero si el vencedor es Trump, «no importará si entraron con CBP One ahora o el 5 de noviembre», pues el expresidente simplemente «dice que los deportará». AFP

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