“LO único que está claro –mensaje del viejo amigo miembro fundador del colectivo– es que los grillos y los políticos hondureños están en “un constante y disonante arpegio”, (no oía esta palabra desde que el Cardenal Rodríguez nos daba la clase de música en el colegio San Miguel)”- “Grillos y políticos cada quien con sus notas y no hay director de orquestas que los ponga en orden”. Quisimos hacer una consulta sobre la observación de una lectora que ahora los grillos son más escasos. Y en efecto, el fenómeno obedece –como la extinción de otros insectos y animales– a la temida mano del hombre. La urbanización –al echar concreto sobre los verdes campos, para construir viviendas y continuar con el desaforado crecimiento de las ciudades– también trae consigo “la iluminación artificial y el ruido que interfiere en el comportamiento de los grillos, en sus cantos y en sus ciclos de vida nocturna”. “La agricultura intensiva y la deforestación, paulatinamente, ha ido eliminando su entorno natural”. La pérdida de su hábitat y “el uso de pesticidas –usado para eliminar plagas, pero su toxicidad no discrimina llevándose de paso insectos beneficiosos– los matan y “eliminan su fuente de alimento”.
Y el cambio climático que hace estragos en otros patrones de vida de la humanidad, también afecta los grillos que “dependen de condiciones específicas para reproducirse y sobrevivir”. Pero por iguales razones también se ha disminuido la población de las luciérnagas. Igual “la contaminación lumínica nocturna interfiere con sus patrones de apareamiento”. Sus destellos de luz son fundamentales para comunicarse y atraer pareja, y “el exceso de luz artificial en las ciudades y áreas suburbanas dificulta esta señalización”. Los grillos desempeñan un papel beneficioso en los ecosistemas, ya que “sirven como alimento de otros animales y ayudan a la descomposición de materia orgánica”. Las luciérnagas tienen funciones ecológicas básicas, como “la regulación de insectos en los ecosistemas y la polinización”. Aparte de su valor estético para embellecer la naturaleza. En términos generales, “la reducción en la biomasa de insectos afecta la biodiversidad y el equilibrio ecológico global”. (¿Y crees –entra el Sisimite– que el irritante ruido que arman los políticos en ese su nocivo bullicio de todos los días, tiene algún efecto en la gradual extinción de los grillos? -Si fuera solo eso –interviene Winston– pero ¿y qué te parece ese hatajo de “don nadie” adictos a las redes de ahora, en su empeño de salir de la irrelevancia? Rociando el basural de groserías y de falsa información por sus chunches tecnológicos, pasan engatusados que van a brillar, con luz propia, como luciérnagas).
(Hablando de insectos –tercia el Sisimite– ¿y sabías qué las cucarachas no están en peligro de extinción? Menos –por ejemplo, la cucaracha americana y la alemana– que son muy adaptables a condiciones cambiantes de su entorno, alrededor de los humanos. -¿Y ya merodeabas vos –bromea Winston– por estos recovecos terrenales, cuando se supo de las primeras cucarachas? -No molestés –se defiende el Sisimite– si las cucarachas existen hace unos 300 millones de años mucho antes de los dinosaurios. -¿Y a qué se debe –consulta Winston– su resiliencia? -Su adaptabilidad –responde el Sisimite– pueden vivir en variedad de ambientes y acondicionarse fácilmente a todo. Son omnívoras, sobreviven –desde restos de comida, papel o pegamento– con cualquier tipo de alimento. -Lo que leí una vez –interrumpe Winston– es que soportan niveles de radiación superior a los humanos y pueden vivir sin agua o comida por mucho tiempo. -SÍ –agrega el Sisimite– y como su sistema nervioso es descentralizado hasta pueden pasar varios días sin cabeza. -Bueno –ironiza Winston– o sea, en eso no se quedan atrás ese montón de “tontos útiles e inútiles”, que pueden sobrevivir no días, sino años, sin cabeza. -Pero las cucarachas –las defiende el Sisimite– también tienen beneficios a pesar de su mala fama. Son importantes en los ecosistemas naturales, como alimento de aves, reptiles y pequeños mamíferos”. -Ya ves –suspira Winston– cada cual con su misión, todos somos importantes en la viña del Señor).