El acceso y distribución de los beneficios de recursos genéticos y secuencias digitales centró, junto al enfoque de género en la protección de la naturaleza, el segundo día de discusiones en la COP16 para poner el foco en uno de los asuntos más debatidos de la agenda de esta cumbre y sobre el que se espera un acuerdo que contemple un reparto justo de estos.
En lo que Colombia, como anfitrión de la COP16, denominó como ‘Día de Recursos Genéticos y Género’, un panel de expertos y científicos puso el foco en este tema que, según la ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia y presidenta de la COP16, Susana Muhamad, «es uno de los menos discutidos y socializados», pero es «absolutamente estratégico en las economías del siglo XXI».
Muhamad defendió que el objetivo de esta cumbre será discutir «cuál será el rol de la sociedad y del Estado para ponerle un propósito social a los recursos genéticos».
El mayor reto del debate de los recursos genéticos en la COP16 será el de las compensaciones por el uso de estos, por eso es necesario construir un proceso intercultural, multidisciplinario e intergeneracional», en palabras de Yolanda Terán, representante del pueblo kichwa de Ecuador, quien presentó la perspectiva de los pueblos indígenas, parte fundamental de esta discusión.
En este sentido, Terán cuestionó: «¿Cómo se está usando la información de recursos genéticos de los indígenas? ¿Qué tipo de fondo se va a crear? ¿Quién lo va a administrar? ¿Cuál va a ser el costo? ¿Cómo se va a hacer el reparto de beneficios?».
Una idea con la que coincidió la científica Silvia Restrepo al referirse al fondo que se ha propuesto en las negociaciones de alto nivel: «Lo que se tiene que discutir es quién pone la plata, a dónde se va la plata y quién tiene la gobernanza» de este instrumento.
A lo que agregó que las bases de datos de secuencias genéticas tienen seis millones de usuarios al día, por lo que «restringir el acceso ya no es una opción», y además sería limitar «la capacidad de investigación e innovación», por lo que es necesario que haya «un acceso abierto pero con ética», con regulaciones.
Con motivo de esta conversación, la ministra de Ciencia colombiana, Yesenia Olaya, urgió a una «democratización de los beneficios en los sistemas de información de los recursos genéticos» y que esas ganancias «puedan contribuir al desarrollo de las naciones y fortalecer la investigación científica» que ayude a hacer frente a la crisis climática.
Buscando incluir todas las «perspectivas» en esta discusión, el panel también contó con Sonia Peña, directora del Centro de Política y Derecho de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) para compartir la mirada de la sociedad civil, quien defendió «garantizar que los beneficios resultantes de los recursos genéticos se compartan de manera justa y equitativa con aquellos que han cuidado y mantenido los recursos durante años».
Aunque este es uno de los temas más destacados por Colombia en la agenda de la COP16, el país no podrá tener voz en las negociaciones porque aunque firmó el Protocolo de Nagoya, el instrumento aprobado por los países para abordar todo lo relacionado con recursos genéticos, todavía no lo ha ratificado.
Además, las discusiones y negociaciones al respecto comenzaron ayer, por lo que el proceso todavía está muy crudo para poder determinar si será posible lograr un acuerdo en Cali. EFE