¿”WOKISMO”?

“¿BARATO? no creo –mensaje del amigo fundador del colectivo– dado el valor de dólares de esos días”. “Pero independiente de ese atropello histórico en el que México perdió la mitad de su territorio, no hay duda que paulatinamente, planeado o no, los mexicanos emigrantes han recuperado gran parte de ese territorio”. “Solo el dato, de que la segunda ciudad con más mexicanos que existe, no está en territorio mexicano, está en California”. “La ciudad de Los Ángeles tiene más mexicanos que Guadalajara, Monterrey y de cualquier otra gran ciudad en los Estados Unidos Mexicanos, solo superada por la ciudad de México”. Alusivo al cierre: (“La guerra terminó con la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo en febrero de 1848”. “México cedió –más de la mitad de su territorio– los actuales estados de California, Nevada, Utah, Arizona, Nuevo México, Texas y partes de Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma”. -Pero Estados Unidos –interrumpe el Sisimite– pagó varios millones de dólares (más o menos $15 millones), como compensación asumiendo también las reclamaciones de ciudadanos estadounidenses contra México”. -Jue –suspira Winston– qué barato. Así se consolidó la hegemonía del imperio norteamericano. ¿Y la cesión de todo ese territorio no tuvo un impacto profundo en las poblaciones indígenas y mexicanas que vivían en esas áreas?).

“Qué disparates habla ella –mensaje de la leída amiga– Obama sentó ese mal precedente con su “world apology tour”, son gestos “woke”. “Los españoles no andan con gestos “woke”, mandan a la cooperación española”. En efecto, el periplo de Obama –justificado como gestos del “imperio” occidental para mejorar las relaciones internacionales, reconociendo errores del pasado para abrir nuevos caminos diplomáticos– bautizado por la cofradía mediática como “tour de disculpas”, se le olvidó a la Sheinbaum mostearlo en su video como otro ejemplo de “pedir perdón” por dizque agravios históricos cometidos. Un repaso de lo que Washington admite hicieron mal los norteamericanos: Obama –en discursos en Francia y Turquía– reconoció “que algunas políticas estadounidenses, como el uso de tortura y la prisión de Guantánamo, habían comprometido los valores fundamentales de su país”. Y prometió “equilibrar la seguridad nacional con los derechos humanos y las libertades civiles”.  El 2009 en la Cumbre de las Américas reconoció que “EE. UU. había tratado de imponer su voluntad en la región y prometió un enfoque basado en la igualdad y el respeto mutuo”. (Eso está por verse ironiza el Sisimite). En el Cairo –queriendo reparar las relaciones con el mundo musulmán– Obama admitió “que Estados Unidos a menudo había actuado unilateralmente, induciendo desconfianza en la región”. Fue el primer presidente estadounidense en visitar el memorial en Hiroshima y aunque no ofreció explícitamente una disculpa por el ataque nuclear de la bomba atómica, sí habló del “inmenso costo humano de la guerra y la necesidad de reducir los arsenales nucleares en el mundo entero”. Algo dijo en su visita a Buenos Aires sobre las víctimas de la dictadura militar argentina.

(Muchos incrédulos –tercia el Sisimite– criticaron que esos gestos de disculpas proyectaban una imagen de debilidad. Ahora bien, voz que sos inglés, ¿qué es eso de “woke”? –“Woke” surgió –en el debate cultural norteamericano– como una expresión, entre las comunidades afroamericanas de estar alertas ante la brutalidad policial o “despiertos” ante “la opresión sistemática y el racismo”. Degeneró como connotación peyorativa –usada por grupos conservadores– que entienden el “wokismo” como un “exceso de corrección política, activismo dogmático o una obsesión por las identidades”, cuya dizque “sensibilidad hacia las injusticias sociales” termina alienando a los sectores más moderados. -Pero los progresistas –riposta el Sisimite– no la sienten así, sino como una postura de actuar en consonancia a las desigualdades con ánimo de corregirlas.  –“Woke”, en el debate cultural de la sociedad norteamericana –continúa Winston– se ha convertido en un espacio de “conflicto entre progresismo y conservadurismo”. Los sectores conservadores la ven como “amenaza al libre discurso a las tradiciones y al individualismo”. La contraparte considera la crítica al “wokismo” como perpetuación “a las injusticias” de los que intentan “mantener las estructuras opresivas intactas, desconociendo los avances en los derechos civiles”. Así que –ironiza Winston–¿crees que vayan a despertarse los que se quedaron dormidos en el pasado?).

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