Pajarracos desplumados

Caramba, como cambian las cosas… y para peor. Las otroras águilas azules permutaron a pajarracos desplumados. Y si antes les llamaban ciclón azul, hoy no llega ni a una brisa peregrina que no asusta ni le saca carrera a nadie. El colmo se vio recientemente cuando vino a la capital un equipo sampedrano a jugar con ellos. Lo hizo con diez jugadores, lo bailó y le dio hasta para los chicles propinándole una vergonzosa paliza de cuatro por cero.

Resulta incomprensible que su junta directiva siga “chineando” a un gastado entrenador que desde hace mucho tiempo le llegó su ciclo final, y, por tanto, perdió los papeles. Un señor que derrota tras derrota solo sirve para dar vanas excusas que ni él se las cree. Si fuese serio y responsable, él mismo debería de renunciar. Caso contrario la directiva tendrá que sustituirlo a la velocidad del rayo. ¿Por qué no lo hacen? ¿Qué más están esperando? ¿Qué San Juan baje el dedo?

Así mismo, deberían ser conscientes que se deben contratar al menos 3 jugadores determinantes y dejar de contar con varios que solo son el nombre y la publicidad. Para que lo entiendan bien: Son regularcitos… y punto en boca. De hecho, todos los certámenes es la misma historia, hacen una recogida madre de jugadores que al final no cuajan para el objetivo que se pretende alcanzar: ganar campeonatos. Se conforman con ganar uno que otro partido del torneo… y dejen de contar. Da envidia de la sana saber que, en el ranking de mejores equipos de Centroamérica, aparezcan los morados del Saprisa y el viejo león de Honduras. Mientras ellos resultan ser uno más del montón.

Es increíble como su fanaticada les apoya aún con esos reiterativos pésimos resultados que llevan años de estarse dando. Me parece un acto de masoquismo puro. Dicho ello, sin desconocer que en el fútbol existen tres resultados posibles: ganar, empatar y perder. La jodida es cuando la balanza se inclina más por las pérdidas, y cada vez más lejos de alcanzar el cetro nacional. Y mientras a la directiva no parece darles frío ni calor, tienen la complicidad de la afición que, en forma pasiva, sin exigencia alguna, ha tenido que irse acostumbrando, acaso por aquello de la receta del ajo y del agua: A joderse y a aguantarse.

Tampoco tengo la menor idea de lo que pretende la directiva. A veces da la impresión que su apuesta empresarial está por otros rumbos, y que este equipo de fútbol solo sean la menor de sus apuestas y preocupaciones. Por otro lado, siempre se ha dicho que en este mundo hay gente que vale la pena, y otros que dan pena, como acontece con este que fue llamado antaño, “mimado de la afición”. Mientras tanto, la gran pregunta es ¿hasta cuándo la hinchada seguirá martirizándose y soportando el ridículo? O acaso la consigna será, “Hasta la derrota siempre”.

J.J. Pérez López.
Barrio El Manchen.
Tegucigalpa, M.D.C.

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