A un mes de los comicios generales de noviembre, los demócratas han decidido invertir tiempo y dinero en Texas, un estado tradicionalmente republicano, donde la mayor parte de la población es de origen hispano.
El partido tiene las esperanzas de aprovecharse de la ventaja del candidato demócrata en una ajustada carrera por un escaño del Congreso para demostrar que pueden arrebatar el control político que los republicanos tienen sobre el estado. Sin embargo, expertos consultados por EFE consideran que se trata de una apuesta arriesgada, alejada de la realidad sobre el terreno.
Primero Texas y luego el país entero
Dos de las principales figuras del ala más progresista del partido, la congresistas Alexandria Ocasio-Cortez y el senador Bernie Sanders, celebraron una serie de mitines en Texas esta semana junto a políticos tejanos para animar a las bases a registrarse a votar antes de la fecha límite del 7 de octubre.
El motivo: la competencia por uno de los dos escaños del estado en el Senado se vislumbra cada vez más ajustada, con el demócrata Colin Allred pisándole los talones al republicano Ted Cruz, quien ocupa el puesto desde 2013.
Los demócratas se juegan este noviembre el control del Senado, ya que se renuevan en las urnas 34 de los 100 escaños de esa cámara y cualquier pérdida haría tambalear la mayoría simple que ahora ostentan.
El comité demócrata enfocado en las campañas del Senado inyectó la semana pasada millones de dólares en anuncios publicitarios en la campaña de Allred y los mitines de esta semana indican una insistencia en esa apuesta.
En los actos de campaña, los legisladores progresistas dijeron tener esperanzas incluso de una victoria en las presidenciales.
«Si Kamala Harris gana en Texas -y yo creo que tiene la oportunidad de ganar- es el final. Y cómo le vaya a Texas, le irá a EE.UU. y al mundo», dijo Sanders en el mítin de cierre de la gira en un polideportivo juvenil al este de Austin, la capital del estado.
Los candidatos republicanos a la presidencia han ganado Texas en todas las elecciones desde 1976 y el partido mantiene el control de la legislatura y el gobierno estatal desde el 2018.
No obstante, la ventaja de Trump sobre la opción demócrata en el estado se redujo de 9 puntos porcentuales en los comicios de 2016 -cuando la candidata era Hillary Clinton- a 5 puntos porcentuales en 2020, frente al actual presidente, Joe Biden.
«Texas está oficialmente en juego; existe esta mentira de que es un estado ‘rojo’ (color del partido republicano), pero no es así, tenemos historia de ser un estado progresista o que se abstiene de votar», señaló a EFE Greg Casar, un joven progresista que fue elegido a la Cámara de Representantes en los comicios de término medio de 2022.
«Los poderosos tienen miedo porque, a medida que más votantes jóvenes se registran, eso puede cambiar no sólo la política en Texas, sino a nivel nacional: el control del Senado, los resultados de las presidenciales», añadió el legislador, cuyo distrito incluye partes de Austin y San Antonio.
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Un estado más competitivo, pero no en juego
Expertos consultados por EFE señalaron, no obstante, que los sueños demócratas de volver a Texas un estado ‘azul’ no se vislumbran en el futuro próximo.
En las encuestas, Harris ha puntuado consistentemente por debajo de Trump en el estado, con un promedio del 46 % del apoyo frente a un 53 % del expresidente, según datos del agregador de encuestas FiveThirtyEight.
«Cualquier pronunciamiento demócrata sobre el estado debe tomarse con pinzas, porque es más retórica de campaña» que otra cosa, dijo a EFE James Henson, director del Texas Political Project en la Universidad de Texas en Austin.
Lo más probable este noviembre según los datos, señaló el experto, es que los republicanos ganen tanto la presidencia como el escaño del Senado en Texas, pero por un margen «relativamente pequeño».
«Esto va a hacer que, de cara a las elecciones de medio término en 2026, vengan campañas mucho más competitivas», indicó.
A su vez, los latinos, a quienes los demócratas han visto como votantes seguros durante años, también están inclinándose más hacia el partido republicano.
En los últimos 10 años, agregó Mark Jones, politógo de la Universidad Rice en Houston, el estado ha visto «un cambio modesto entre los latinos hacia el partido republicano».
Y es que, según una encuesta publicada la semana pasada por el Texas Hispanic Policy Foundation, Harris aventaja a Trump en este grupo poblacional por solo 6 puntos porcentuales.
En comparación, Biden ganó el voto latino en Texas en 2020 por 17 puntos porcentuales y Clinton en 2016 por 27 puntos. efe
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