Iniciamos la mal llamada “Semana Morazánica” porque al Héroe de La Trinidad, al Presidente Federal de Centroamérica, al Jefe de Estado de Honduras, a la figura estelar de nuestra historia nada le dedicamos en la mixtura de los tres asuetos de Octubre que los destinamos para vacacionar y a Don Francisco lo mantenemos en el olvido.
Aquí en LA TRIBUNA si queremos mantener viva la llama que encendió el Paladín para unir a las naciones que formaron después de la independencia del 15 de Septiembre 1821 y ratificada el 1 de Julio de 1823, las Provincias Unidas del Centro de América.
El Jueves 3 de Octubre se conmemorarán los 232 años del nacimiento del ilustre hijo de Tegucigalpa Don José Francisco Morazán Quezada (FOTO 1), el héroe de la unidad centroamericana, ideal que defendió hasta el último día de su vida cuando la Patria Grande cumplía su mayoría de edad, el 15 de Septiembre de 1842.
En la casa propiedad de su padre Don Eusebio Morazán Alemán, ganadero y comerciante, vino al mundo el primogénito del hogar que formó cuando Don Eusebio apenas contaba con 21 años de edad con la joven Guadalupe Quezada Borjas que al contraer nupcias ya había cumplido sus 27 años de edad.
El 16 de Octubre de 1792, ingresó a las filas del cristianismo al recibir las aguas del bautismo en la pila de la Parroquia de San Miguel Arcángel (FOTO 2) de manos del Cura, Vicario y Juez Eclesiástico Don Juan Francisco Márquez, siendo su madrina la viuda Doña Gertrudis Ramírez.
Del matrimonio Morazán-Quezada siguieron al joven José Francisco, Marcelina, Césarea y Benito quien estudió para sacerdote y fue diputado federal por Tegucigalpa cuando su hermano mayor se desempeñaba como Presidente de la Federación Centroamericana.
Tegucigalpa, siendo Villa, además de ser la cuna del insigne varón, fue el escenario de sus primeros conocimientos cuando siendo un niño de 10 años ingresó a una escuela privada para aprender a leer y escribir y en 1804 asistió junto a veinte y dos jovencitos de la época, incluyendo a su amigo de infancia y compañero de luchas cívicas Joaquín Rivera y Bragas al centro de enseñanza fundado por Fray Santiago de Gabrielín en el Convento de San Francisco (FOTO 3) donde recibió de parte de Fray José Antonio Murga lecciones de Gramática Latina, clases que un año después se interrumpieron al cerrarse por orden de la autoridad colonial el establecimiento educativo.
Con muchos esfuerzos, el joven Morazán Quezada estudió en los reducidos círculos de enseñanza con entendidos en la materia, matemáticas y dibujo y con el deseo de superarse se colocó como ayudante en la Escribanía de Don León Vásquez, ciudadano que tenía a su disposición una de las mejores bibliotecas de la época en su casa de habitación en la Cuesta del Río (FOTO 4).
Sin haber adquirido título de Universidad, FRANCISCO MORAZAN actuó como Abogado llevando asuntos civiles y criminales ante los Tribunales de Justicia que se habían establecido antes de la Independencia y en 1823 se desempeñó como Síndico del Ayuntamiento de Tegucigalpa.
Constituyéndose en un buen partido para casarse, joven, altivo, de buenas familias, con un gran futuro en los avatares políticos del naciente Estado al asumir las funciones de Secretario General del gobierno de Don Dionisio de Herrera en Comayagua, Morazán seleccionó como su esposa a la joven viuda María Josefa Lastiri Lozano (FOTO 5) miembro de una prominente familia de Tegucigalpa y a quien llevó al altar en la Catedral de la capital de la Provincia el 30 de Diciembre de 1825.- Con la bella tegucigalpense procreó en 1838 a Adela Morazán Lastiri (FOTO 6) casada en 1860 con el abogado hondureño Cruz Ulloa radicado en la capital salvadoreña.
Formaron parte de su descendencia directa del General Morazán, Don Francisco Morazán Moncada quien nació en 1827 (FOTO 7), José Antonio Ruiz nacido en 1828 en Guatemala hijo de Doña Rita Zelayandía, dos hijos procreados en Guatemala con Doña Juana Fuentes y una hija póstuma, Dolores Freer nacida en 1843 en Costa Rica.
Leer la historia de Morazán investigada y escrita por el Padre Antonio R. Vallejo, Don Rómulo E. Durón, Rafael Heliodoro Valle, Arturo Mejía Nieto, José Angel Zúñiga Huete, Arturo Humberto Montes, los apuntes biográficos y genealógicos de Juan Bautista Valladares, los perfiles de Medardo Mejía, Jorge Fidel Durón, Miguel R. Ortega, Carlos Roberto Reina, Ernesto Alvarado García, Don Esteban Guardiola, estudiar el Pensamiento Político el General Morazán del Profesor Rafael Bardales Bueso, el Morazán Revolucionario de Longino Becerra los aportes de Rafael Leiva Vivas, las descripciones líricas de Ramón Rosa y Marcos Carías Reyes, los estudios más recientes de Miguel Cálix Suazo que logró establecer la paternidad de Morazán de la niña que no conoció, Dolores Freer y otros investigadores contemporáneos, es la mejor forma de sentir la presencia del Héroe en el pasado y en el presente, porque su estatura de estadista no ha muerto mientras existan las parcelas de la tierra que él soñó unidas en una gran Patria en el corazón de América.
Tegucigalpa fue su cuna, Nicaragua la tierra donde formó su primer ejército, Guatemala el solio de su grandeza como estadista, Costa Rica su cadalso, San Salvador su morada eterna donde descansan por legado testamentario sus cenizas (FOTO 8) y toda la dimensión del centro de América, el gran escenario de sus hazañas militares y el pebetero donde se mantuvo encendida con su espada y su pensamiento la llama de la libertad.
Esta bien que disfruten las vacaciones de Octubre del 2024 pero como hondureños elevemos un pensamiento de tributo a la memoria del ilustre hijo de Tegucigalpa. Hasta la próxima semana.