Marco Tulio Pineda, fundador de Tacos Flamingo: “Los emprendedores estamos olvidados”

La otrora fábrica de los tacos de fútbol más famosos del país está reducida a un pequeño taller “en latas”, como lo califica el único sobreviviente del negocio, su fundador, Marco Tulio Pineda. La competencia desleal, el libre mercado de las grandes marcas deportivas, la falta de créditos y mano obra lo tienen al borde del cierre.Tres estoicos operarios, unas máquinas obsoletas y la antigua casa vieja a punto de caerles encima en el icónico barrio Sipile de Comayagüela, son parte del recuerdo del tremendo “boom” comercial que fue esta marca por cumplir 50 años.Todo comenzó, relata “El Azulejo”, su apodo de cariño, a mediados de los años 70 cuando él y su hermano Óscar, ya fallecido, comenzaron a calzar a las grandes estrellas del fútbol nacional y también a los jugadores burocráticos de las canchas de tierras más difíciles del país. En la última década y sin poderlo evitar, vino el declive del negocio. “Tengo ideas buenas, pero ya no tengo energías para seguir”, subraya uno de los zapateros más antiguos de la ciudad.

¿Dónde nació?
Soy capitalino, viví en distintos barrios y mesones con mis hermanos, criados por mi mamá y mi padrastro que trabajaba en La Gaceta.

¿Qué hacían en la niñez?
Nos cuidamos entre nosotros, yo soy el mayor y quedaba a cargo de mis hermanos mientras mi mamá trabajaba.

¿Estudió?
Solo pasé el segundo grado porque después me sacaron para mandarme a vender paletas a la Delta, llevaba la carreta a vender destrás de la iglesia Los Dolores.

¿Cómo se inicia en la zapatería?
Vivíamos en el barrio Las Delicias por la casa de “Pajarito” (el presidente Ramón Villeda Morales) y en la misma cuadra había un mesón y ahí había una zapatería. Entonces, comencé haciendo mandados y después todos los oficios en el taller. Ahí metí a mi hermano Óscar con quien fundamos este negocio.

¿Cómo llegaron al barrio Sipile?
De Las Delicias nos venimos a vivir a la Chivera, donde estaba el Mercadito Mirna, en el mercado Las Américas, ahí nos terminamos de criar, de ahí me vine a este barrio a trabajar en una zapatería de mujer.

¿Quién fue su maestro en la zapatería?
Pues, yo estuve aprendiendo de un nicaragüense y un hondureño que hacían el mejor zapato de mujer, era una belleza de zapato, hasta ganaron una exposición. Cuando ya estaba un poquito adelantado, me sacó del taller y fue así como anduve trabajando en varios tallercitos, aprendiendo, poco a poco.

¿Cómo le nace la idea de hacer tacos de fútbol?
Mire, Sipile era un barrio futbolero, aquí nació parte del Motagua y buenos jugadores como Los Machaca, Mojoncho Sosa del Olimpia y Foyo Barahona, el jugador más técnico que ha tenido Motagua. Por ese tiempo, estaba la euforia del Mundial de México 70 y mirábamos los partidos en diferido. Al mismo tiempo, empezaron a competir la Adidas y la Puma. Nosotros mirábamos los modelos y así surgió la idea de hacer tacos de fútbol.

“Coqui” trabaja desde la fundación en el taller.

¿Quién le encargó los primeros pares?
Mire, todavía no se llamaba Flamingo, cuando uno de estos hermanos que les decíamos Los Machacas me pidió que le hiciera un par de tacos como esos que se miraban en el mundial. Me mandó a decir con Guifarro que jugaba en Motagua y se los hice de gamuza, me quedaron bien bonitos y le gustaron tanto a todos, que después el Motagua nos pidió 12 pares. En ese tiempo, dirigía al Motagua Mon Rodríguez y cuando me hicieron ese pedido no teníamos nada para empezar, ni cuero, ni hormas, nada. Empezamos a hacer la fuerza con pedacitos de desperdidicios de cuero. El primer par los vendí a nueve lempira, recuerdo y cuando el pie de los jugadores era muy grande tenía que pegarle varios pedazos a la horma.

¿Le hicieron más pedidos?
No, pasó mucho tiempo para retomar hacer tacos de fútbol y poco a poco fuimos vendiendo. Uno de nuestros primeros clientes fue don Carlos Padilla, porque él tenía una tienda en el mercado y ahí los revendía. Después se fue a dirigir al España y le hicimos tacos y al Olimpia también, así fuimos agarrando fama poco a poco, después vino Roy Castañeda de la Universidad, ya está jubilidado, era el utilero, me empezó a encargar tacos, pero no se llamaban Flamingo todavía.

¿Cómo surge la marca Flamingo?
Mire, el brasileño Edilmar Márquez trajo a un salvadoreño, hermano de Guevara Mora, el portero de la selección de El Salvador y se dieron cuenta que nosotros hacíamos tacos de fútbol. Nos buscaron para que les hiciéramos tacos como la marca Pony, que era la rival de los tacos Paredes de San Pedro Sula y me dijeron que le pusiéramos una marca y fue, entonces, cuando comienzo a cranear un nombre. Un día estaba en un comedor y veo un papel higiénico que venía de Costa Rica y me fijo en el dibujo de un flamingo bien bonito y de inmediato lo copié.

¿No tuvo problemas con los derechos de propiedad?
No porque precisamente, en ese tiempo, se desintegró el Mercado Común Centroamericano (MERCOMUN) y quedaron libre todas las marcas y productos, muchos años después vinieron ellos, pero con otro nombre. A Flamingo siempre lo quisieron quebrar imitando a este producto con nombres como Flamigo, le quitaban una letra.

La falta de mano de obra es otro pro-blema del rubro.

¿Qué tan famosos fueron?
Muy famosos, vendíamos por todo el país y en Centroamérica. Después del tallercito, nos pasamos aquí, era más grande, más empleados, mi hermano Óscar era bien agresivo, optimista para el negocio, compró un carrito y salíamos a vender a los pueblos, recuerdo que empezamos con una maquinita familiar y la otra de Edilmar Márquez.

¿Cuánto llegaron a vender en su mejor momento?
No tengo idea, eso lo llevaba mi hermano Óscar, yo me ocupaba más del diseño, la marca, los modelos, los detalles, él se ocupaba más del mercadeo.

¿Qué futbolistas famosos usaron Flamingo?
Muchos, Daniel Zapata, el lateral famoso del Olimpia, no jugaba si no era con Flamingo; Murillo, el mundialista de España 82 y Chito Reyes. A “Pecho de Águila” Zelaya le hice los tacos para que jugara contra Rancing cuando vino aquí, aunque él no se acuerda.

¿Amado Guevara y Pavón?
No, esos ya andaban esas marcas famosas.

¿Ha estado a punto de quebrar a través del tiempo?
Varias veces, pero siempre salíamos adelante, la verdad que esas grandes marcas y las importaciones de zapatos usados, afectaron el mercado local para todos los zapateros.

¿Cómo está el negocio, actualmente?
Estamos en la lata.

¿Qué significa?
Es muy difícil avanzar por muchas cosas del país, parece que hemos retrocedido 50 años, los padres no les enseñan oficios a sus hijos, no hay mano de obra, no hay zapateros, las materias primas son muy caras y los cipotes de ahora solo usan Nike, Adidas, Puma y otras, de lo contrario prefieren no jugar fútbol.

¿Qué vale un par de tacos Flamingo?
Individual, 350 lempiras y por mayor a 250 lempiras.

La única máquina costuradora.

¿Son resistentes para jugar en canchas sintéticas?
Se lo garantizo.

¿A quién le vende su producto?
A la gente de afuera que viene a comprar, ya no tenemos carro para ir a vender, porque ya no tenemos producción, solo tenemos dos con esa muchacha (señala a una joven en una máquina), si ella se va, esto se cierra.

¿Le han querido comprar la marca?
No, más bien me lo han querido quitar, me chepean todo, pero la gente reconoce la suela.

¿Ha pensado cerrarlo?
A veces, porque, mire, si esa muchacha se va, lo cierro, yo ya no tengo energía, tengo ideas pero no tengo fuerzas, no hay mano de obra, nadie quiere trabajar, la nueva generación solo piensa en el celular.

¿Hay apoyo para los emprendedores como usted por parte del gobierno?
De ninguna manera, estamos tremendamente olvidados porque aquí vivimos en un país donde los políticos no les interesan los emprendedores, cada quien busca su ganancia, se pelean por el dinero, el único presidente fue “Pajarito” y doña Alejandrina, eran honestos.

¿Le gusta algún partido político?
Era liberal, después me pasé a Libre, pero con tado eso que se está viendo ahora, no soy ninguno.

El histórico taller sobrevive en el icónico barrio Sipile.

ÉL ES…
Marco Tulio Pineda nació en Tegucigalpa en 1947. Hizo estudios hasta el segundo grado en la Escuela Álvaro Contreras. Desde los 12 años se ha dedicado a la zapatería y junto a su hermano Óscar (ya fallecido) fundaron la otrora famosa fábrica de calzado Flamingo, reducido en la actualidad a un pequeño taller, que él opera con mucho esfuerzo.

 

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